09 junio 2022

DAVID HERBERT R. LAWRENCE (Inglaterra, 1885-1930)
El amante de Lady Chatterley

El amante de Lady Chatterley es una novela de 1928 del escritor británico citado de manera abreviada, D. H. Lawrence. La obra causó escándalo y fue prohibida en su época, debido a las escenas donde se describen relaciones sexuales de manera explícita. 
 
Resumen:
Inválido de guerra, Sir Clifford Chatterley y su esposa Connie llevan una existencia acomodada, aparentemente plácida, rodeada de los placeres burgueses de las reuniones sociales y regida por los correctos términos que deben ser propios de todo buen matrimonio. Connie, sin embargo, no puede evitar sentir un vacío vital. La irrupción en su vida de Mellors, el guardabosque de la mansión familiar, la pondrá en contacto con las energías más primarias e instintivas y relacionadas con la vida. La fuerte corriente relacionada con la energía sexual que recorre casi toda la obra de D. H. Lawrence encuentra una de sus máximas expresiones en EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY, novela que se vio envuelta en la polémica y el escándalo desde el momento de su aparición.

(...) Clifford amaba el bosque; amaba los viejos robles. Tenía el sentido de que habían sido suyos durante generaciones. Quería protegerlos. Deseaba que el lugar no fuera violado, que estuviera cerrado al mundo.
    La silla renqueaba lentamente pendiente arriba, botando y saltando sobre los terrones helados. Y de repente, a la izquierda, apareció un claro donde no había más que una maraña de helechos muertos, algunos menudos rebrotes dispersos aquí y allá, algunos tocones mostrando el corte de la sierra y sus raíces retorcidas, sin vida. Y manchas de negrura en los lugares donde los leñadores habían quemado ramas y basura.
     Aquél era uno de los sitios que Sir Geoffrey había hecho talar durante la guerra para sacar troncos para las trincheras. Toda la pendiente que arrancaba a la derecha del sendero aparecía desnuda y en un extraño abandono. En la cima de la pendiente, donde una vez hubo robles, había ahora desolación; y desde allí podía verse sobre los árboles el tren de la mina y las nuevas fábricas de Stacks Gate. Connie se había detenido y miraba, era una brecha en el puro aislamiento del bosque. Por allí entraba el mundo. Pero no dijo nada a Clifford.
     Curiosamente, aquel sitio inhóspito enfurecía siempre a Clifford. Había estado en la guerra y sabía lo que significaba. Pero no se había enfadado realmente hasta ver aquella colina desnuda. Iba a hacerla repoblar. Pero le llevaba a odiar a Sir Geoffrey.
     Clifford estaba sentado, con la expresión fija, mientras la silla de ruedas ascendía lentamente. Cuando llegaron a la cumbre se detuvo; no quería arriesgarse por la pendiente de bajada, larga y llena de baches. Se quedó mirando el recorrido verde del camino cuesta abajo, una abertura clara entre los helechos y los robles. Hacía una curva en lo bajo de la pendiente y desaparecía; pero era una curva suave y agradable, como a propósito para caballeros sobre sus monturas y damas sobre palafrenes.
     —Creo que éste es realmente el corazón de Inglaterra —dijo Clifford a Connie, sentado al cálido sol de febrero.
     —¿Sí? —dijo ella, mientras se sentaba sobre un tocón del sendero con su vestido de punto azul.
     —¡Sí! Esta es la antigua Inglaterra, su corazón; y estoy dispuesto a mantenerlo intacto.
     —¡Ah, sí! —dijo Connie. Pero al decirlo estaba escuchando la sirena de las once de la mina de Stacks Gate. Clifford estaba demasiado acostumbrado al sonido para darse cuenta.
     —Quiero que este bosque sea perfecto… virgen. No quiero que entre nadie —dijo Clifford.
     Había algo de patético en ello. El bosque conservaba aún algo del misterio de la antigua y salvaje Inglaterra; pero las talas de Sir Geoffrey durante la guerra habían supuesto un duro golpe. Qué silenciosos estaban los árboles, con sus ramas innumerables y retorcidas recortadas contra el cielo y sus troncos grises y obstinados emergiendo de entre la maleza marrón. Allí había habido en tiempos ciervos, arqueros y frailes al paso cansino de los asnos. El lugar tenía memoria, seguía recordando. (...)

Fragmento de: D. H. Lawrence. “El amante de Lady Chatterley” Capítulo 5

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06 junio 2022

RENÉ VILLANUEVA MALDONADO, México
Selenicereus hamatus

Selenicereus hamatus (Scheidw.) Britton & Rose es una especie de planta fanerógama de la familia Cactaceae. Es endémica de México, Se circunscribe a ciertas áreas donde es muy abundante. Es una planta perenne carnosa expansivo con tallos armados de espinas, de color verde y con las flores de color blanco y amarillo.
No debemos confundirla con el Selenicereus megalanthus - la Pitaya, o Fruta del Dragón 

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31 mayo 2022

IGOR BARRETO (Venezuela, 1952)
El Àrbol de Mango  

Para venir a poseerlo todo
no quieras poseer algo en nada.
San Juan De la Cruz

El árbol de mango
es inmortal
y no necesita de lo humano.
Forma umbríos claros
en lo denso del monte
y ahí perdura.
La palma
podrá sostener al mundo,
pero el mango
ha aceptado
la oscura llamada del bien.
Porque no quería tener
algo en nada
se ha ido:
más allá de las dunas azules,
entre madroños y píritus
de negra espina.
Allí
donde dos ríos se unen
como semblantes de soledad.

* Del libro: Tierranegra, Premio Concurso de Literatura Mención Poesía 1993, en Homenaje a Efraín Hurtado.
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28 mayo 2022

Acacia melanoxylon en la lista negra, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
La Acacia Negra

La acacia negra (Acacia melanoxylon), es una planta exótica procedente de Australia y actualmente muy extendida en áreas costeras de Galicia, que pronto pasará a formar parte del Catálogo Español de Especies Invasoras, donde ya figura otra planta de la misma familia: la mimosa (Acacia dealbata) que está generando importantes problemas en las provincias de Ourense y Pontevedra. Según algunas fuentes, la acacia negra (a pesar del nombre su color es verde grisáceo) entrará en el listado, junto a la termita subterránea oriental y un tipo de alga asiática, que está causando problemas en el Estrecho de Gibraltar y zonas aledañas. 
     La tramitación ya ha superado el período de información pública del borrador de la orden que sumará estas especies al listado, por constituir una “amenaza grave para las especies autóctonas, los hábitats y los ecosistemas, la agronomía o para los recursos económicos asociados al uso del patrimonio natural”. La acacia negra tiene un notable impacto en Galicia, en donde su crecimiento está descontrolado en amplias superficies y donde aparece en zonas de suaves pendientes en altitudes inferiores a los 500 metros (lejos de las zonas de frío intenso en el invierno), y en zonas de importante valor natural, como el Parque Nacional de las Islas Atlánticas, pero es casi desconocida fuera de esta comunidad. 
     Se cree que la especie llegó a Europa alrededor de 1800, como planta ornamental y de producción forestal. En España fue introducida a finales del siglo XIX, siendo la primera cita de su naturalización en 1948. En algunos casos se sembró para fijar dunas y junto al eucalipto, para mejorar el rendimiento maderero de este árbol a través de la nitrificación del suelo. También hay constancia de su uso como cortafuegos, por retener la humedad y no arder con facilidad. Sin embargo los incendios incrementan su propagación, favorecida por la degradación de la cubierta vegetal y la expansión de las semillas. Pero sin duda, su principal método de expansión es por renuevos de raíz, que emite de forma exponencial cuando se corta el tallo principal, que puede llegar a 15 metros de altura. Las hojas liberan compuestos fenólicos que impiden la germinación y crecimiento de otras especies. En la actualidad, su crecimiento está descontrolado en amplias superficies de Galicia. Las fotos que acompañan este texto son todas hechas por mí, y en mi propiedad, donde la acacia continuará por el momento, a pesar de su inclusión en la lista.
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