La pintura representa una escena de adoración de los espíritus de los árboles llamada adbar y practicada, aquí, por cristianos ortodoxos. Una mujer unge con mantequilla un árbol, mientras que un hombre derrama en su pie la sangre de una cabra sacrificada para la ocasión. Una repisa con café se coloca al pie del árbol, revelando la dimensión social y doméstica de este culto a los espíritus de protección, ya que el café está en el centro de muchas reuniones. Alrededor, preparan un banquete y lo degustan: carne, cerveza, café, pasteles de trigo, frijoles cocidos (nefro) están en el menú.
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Culto a los espíritus protectores del árbol (adbar) |
El jardín de la Iglesia en Etiopía Central - Los árboles-tumba
Durante estos primeros años, los parientes del difunto se ocupan de limpiar el espacio que se les ha asignado, pero rápidamente esta actividad la ejerce otra persona. Es el "guardián del exterior", yàweçç zàbànna, también conocido como däbtära. Éste se encarga del mantenimiento de la vegetación del segundo recinto del ased. La tierra removida durante los entierros proporciona una buena tierra, que se echará al pie de varias plantas jóvenes. Recoger las ramas que se rompen y cortar los árboles muertos también es parte de las responsabilidades de este dâbtàra. La madera recogida se utiliza en el monasterio que se encuentra cerca, y también sirve para el alumbrado y para las fumigaciones.
Los sacerdotes y los däbtära buscan las plantas de sus preparaciones mágico-medicinales en los montículos de tierra que cubren las sepulturas. Las plantas útiles para su actividad deben provenir de lugares que el profano no conoce. El feligrés, por su parte, cree en la prohibición de consumir lo que ha crecido sobre los cuerpos descompuestos. Las plantas de däbtära están así bien protegidas.
Desde la perspectiva del terapeuta, cada uno de los árboles, arbustos y plantas herbáceas en esta segundo recinto tiene un interés específico que justifica su conservación, y también la selección de especies que proporcionan los productos deseados. Las plantas que crecen en las tumbas fueron sembradas, plantadas o mantenidas cuando provenían de la flora espontánea. Teniendo en cuenta los árboles-tumba, estos también pueden ser objeto de muchos usos. Así los frutos de Podocarpus gracilior se extrae un aceite medicinal que nos ha sido señalado como la panacea para los males relacionados con los oídos (problemas auditivos, diversos dolores). El olivo es el árbol de la unción: de su madera se extrae un aceite sagrado que sólo unos pocos monjes especializados tienen el secreto de su elaboración. Alguna vez se usó para la consagración de reyes y emperadores y todavía se usa en la ordenación de religiosos. Se emplea también para la iluminación de las iglesias en oficios nocturnos. Finalmente la madera se utiliza para la fumigación en rituales de purificación o como una ofrenda dirigida a los espíritus.