5/30/2010

ANTONIO MACHADO (Sevilla, 1875-1939)
A un naranjo y a un limonero

(Vistos en una tienda de plantas y flores)

    Naranjo en maceta, ¡qué triste es tu suerte!
Medrosas tiritan tus hojas menguadas.
Naranjo en la corte, ¡qué pena da verte
con tus naranjitas secas y arrugadas!.
    Pobre limonero de fruto amarillo
cual pomo pulido de pálida cera,
¡qué pena mirarte, mísero arbolillo
criado en mezquino tonel de madera!
    De los claros bosques de la Andalucía,
¿quién os trajo a esta castellana tierra
que barren los vientos de la adusta sierra,
hijos de los campos de la tierra mía?
    ¡Gloria de los huertos, árbol limonero,
que enciendes los frutos de pálido oro,
y alumbras del negro cipresal austero
las quietas plegarias erguidas en coro;
    y fresco naranjo del patio querido,
del campo risueño y el huerto soñado,
siempre en mi recuerdo maduro o florido
de frondas y aromas y frutos cargado!

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5/26/2010

EL HUECO EN EL NUDO DEL ÁRBOL
Suecia

La gente dice que los árboles tienen espíritu. Algunas personas afirman que esos espíritus tienen hijos, y en Suecia se cree que los hijos del pino nacen a través de los huecos que los nudos dejan en su tronco.
Cuentan que un día, un granjero que paseaba por el bosque oyó el llanto de un niño. Se acercó al lugar de donde procedía el sonido y encontró a una niña pequeña que sollozaba, sentada sobre un montón de agujas de pino. El hombre miró a su alrededor y dio voces pero nadie acudió. Era una persona bondadosa incapaz de dejar a una criatura a merced de los lobos y de los fríos vientos. De modo que la ayudó a levantarse, la protegió con su abrigo y la llevó a su casa, donde lo esperaba su mujer.
La niña permaneció con ellos, pasando a formar parte de la familia, y no tardó en ser tan robusta y sana como los hijos de la pareja. Pero, a pesar de ser la más joven, los años la dotaron de una altura y una belleza fresca y distante que la distinguían del resto. Era una niña muy soñadora; a menudo, se quedaba largas horas de pie, balanceándose ligeramente, con los ojos cerrados y cantando en voz baja. ¡Como si no hubiese cosas por hacer! Pero su atareada madre no se sentía con ánimos de regañarla, se limitaba a sacudirla un poco para que volviese a la realidad. Aquella niña era... diferente. No merecía la pena intentar cambiarla.
El tiempo pasó. La niña creció y los padres se hicieron mayores, por lo que estaban ansiosos de ver a sus hijos bien situados. La menor era la única que permanecía con ellos y no tardaron en buscarle marido. Se trataba de un joven apuesto, hijo de un granjero vecino. Ella aportaba una dote suficientemente importante y un aspecto muy atractivo. Todo el mundo estaba encantado con el compromiso y el novio no dudó en trabajar largas horas con el objetivo de construir un hogar para su futura esposa.
Pero a medida que la fecha del enlace se acercaba, la joven se volvía más y más retraída. Su madre no parecía darse cuenta pero su padre empezó a preocuparse.
El día antes de la boda, la encontró en su habitación, sola y suspirando.
—Ven, hija —le pidió. Salieron a dar un paseo agarrados del brazo y cruzaron el pueblo en dirección al bosque. Allí cerca, en el extremo derecho, podía verse su futuro hogar, una encantadora cabaña hecha con madera recién cortada, blanca y reluciente.
—¡Fíjate! —comentó el padre—. ¿Ves lo afortunada que eres? No debes temer dejar tu antigua casa.
La muchacha sola entró en la cabaña y respiró hondo el fresco aroma de los pinos. Las paredes eran rugosas porque estaban hechas con troncos cortados a mano que no habían sido lijados. Recorrió con la mano su superficie rugosa y algo pegajosa, y encontró el hueco de un  nudo sin tapar. El murmullo del viento se colaba por el agujero. Acercó el ojo a la luz y miró hacia el exterior. Vio un bosque enorme que parecía estar esperándola. Los árboles inclinaban sus copas para saludarla e invitarla a unirse a ellos. El viento se puso a silbar una melodía que le llegó al corazón. Sus recuerdos la impulsaban a seguirles pero sus promesas la retenían. Intentó girar la cabeza pensando en su padre, su madre, su novio... pero una fuerza superior tiraba de ella. Se fue doblando como una hoja y se encogió hasta que fue lo suficientemente pequeña como para poder colarse por el diminuto agujero y avanzar libre hacia los árboles.
Cuando su padre entró en la cabaña, no encontró ni rastro de su hija, salvo el lejano eco de una canción que le resultaba conocida. Desde entonces, siempre que pasea entre los grandes y verdes pinos le parece volver a oír esa melodía.

---Fin---

5/20/2010

La Puya raimondii

"TIKANKA" Puya raimondii Harms
La mayor inflorescencia del mundo vegetal

Datos: Museo de Hª Natural de Lima
Lo primero que hemos de decir que no es un árbol, pero esta bromelia (como las piñas) es tan espectacular que merece la pena ofreceros estas fotos que mi amigo Ignasi, me ha regalado y que quiero compartir con vosotros. Tiene un gran valor científico, estético y turístico. Su figura inconfundible en la áspera puna, sobre los 3500 a 4500 metros,  llena de calor el espíritu. Yo visité un rodal en la zona de Ayacucho en 1995, pero no tuve la suerte de ver su inflorescencia. 
Nombre: Las gentes del lugar la llamaban "Tikanka" y me indicaron que, aquellas que florecían, lo hacían cada tres o cada cinco años, pronosticando un año de prosperidad, eran sus indicadoras del clima. En otros lugares recibe otros nombres: Titanka, Cunco, Qarhua, Qara, Santon, etc.
Nombre científico: Su descubridor para nosotros fue Antonio Raimondi (Milán 1824-1890) en 1867 en Cashapampa, departamento de Ancash, Perú, dándole el nombre de Pourretia gigantea. Posteriormente Harms, en 1928, le cambió el nombre en honor a su descubridor.

Periodo vegetativo y forma: Es una planta semélpara, es decir que después de florecer muere. Suele vivir entre 40 y 100años. Su tronco tiene de 40 a 60 cm de diámetro y alcanza tamaños de 3 a 6 m.de altura. Cuando madura su tallo se alarga hasta los 8-12 m, formando alrededor de 10.000 flores que encierran unos 10 millones de ligeras semillas, que se diseminan con el viento y las aves. A pesar del gran número de semillas la densidad de ejemplares (12 ind./ha) es muy baja debido a que, para germinar, necesita periodos de dos meses con bajas temperaturas y luz. 
Sus hojas son duras, aserradas y espinosas, crecen en forma esférica desde el tallo central, alcanzando un metro de longitud.
















Hábitat: Crece en los Andes del centro de Perú (zonas de La Libertad, Huaraz, Lima, Apurimac, Ayacucho, Cuzco, Junín y Huancavélica) y en Bolivia (Cerro Comanche-La Paz y la cordillera de Vacas-Cochabamba), a más de 3500 m.

Aprovechamiento: En el pasado tenía un uso cultural en ritos religiosos. El néctar de esta bromelia es un recurso que explotan, entre otras aves, los picaflores altoandinos. El eje floral se utiliza en construción, muebles, decoración y combustible. La resina se consume para curar afecciones hepáticas y asma. Las hojas se usan como cerco de corrales. Yo no desdeñaría en valor ecoturístico que puede suponer para las diferentes zonas donde crece.

Peligros: Parece que su densidad se va reduciendo a causa de su estrecha base genética. También es preciso que se cree un marco de conservación frente a incendios intencionados de los pastos, al menos cerca de los rodales donde crece.

Esperanza: Se ha logrado cultivar in situ. En Alemania hay ejemplares cultivados.
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5/16/2010

MIQUEL DURAN
Balada del jardiner

“Antología poètica”, Ed. Tamden

Sóc jardiner, i el jardí
tinc a vora de la mar:
tinc milers de roses blanques
i l’amor al meu costat.
L’amor i les meues roses
valen més que terra i mar!

De la llinda del meu hort,
he vist l’anhel viatjar:
pels camins, els cavallers,
veles blanques per la mar,
i en la púrpura del vent
els ocells policromats.

Jo ací tinc quant desitge,
i adelerar-me no em cal:
dolça amor i roses belles,
vent de joia, santa pau,
una font que mai s’estronca
i una llenca de cel blau.

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