12/09/2021

La edad de los árboles (1), del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
¿La edad de los árboles? 

Para medir la edad de algunos árboles, en ocasiones se practica un barreno con un aparato adecuado (barrena de Pressler) al objeto de extraer una muestra de los anillos de crecimiento y poder así datarlo. Naturalmente, como sucede con cualquier herramienta, es preciso saber cómo usarla y tener una cierta práctica, de lo contrario te encontrarás con problemas tales como que se tuerce, y al final no avanza ni retrocede, como ya le ha sucedido a alguno, que terminó cortando el árbol (hay ocasiones en las que un doctorado en ciencias no soluciona ciertos problemas prácticos). Estos métodos dendrocronológicos ofrecen lo que se denomina una edad calculada (que habría de hacerse al menos dos veces, para evitar errores) pero cuyo uso también está restringido por los adecuados permisos, las características propias del árbol y el riesgo que conlleva esta agresión, como posible vía de entrada de patógenos, y más aún en el caso de árboles monumentales. 
     En el caso concreto de los tejos, este método no es de aplicación, por diversos motivos, entre otros la dureza de su madera y el diámetro de los troncos, además sus anillos de crecimiento suelen estar poco marcados siendo en ocasiones preciso el uso de un microscopio para verlos. En ocasiones se han encontrado casos de más de treinta de estos anillos de crecimiento en tan sólo un centímetro, con lo que su grosor sería de décimas de milímetro. También se ha comprobado múltiples veces, que el crecimiento no es uniforme y en ocasiones, el tejo permanece años en un aparente estado de reposo absoluto, sin crecer nada y sin crear anillos en su tronco, con lo que el recuento de estos sólo lleva a engaño. Una complicación adicional es el carácter multitronco que presentan los tejos, bajo una sola corteza no es infrecuente que existan diferentes núcleos de crecimiento, como si fuesen ramas que se han ido englobando en el tronco principal, que rara vez es cilíndrico. 
     En los tejos muy antiguos lo habitual es que el corazón del árbol esté podrido, putrefacción que rara vez se aprecia antes de los 400 años, al menos exteriormente, pero a partir de los 700 pocos tejos presentan un tronco sin oquedades. En el caso de tejos muy viejos, como es el Tejo de Fortingall, al que se le calculan entre 2.000 y 5.000 años, el tronco (más bien la raíz o la base que ocupó en su momento el árbol) pasa a ser una masa que ocupa una superficie de 16 x 7 metros y de la que aparentemente brotan “nuevos troncos”. 
     La conclusión definitiva a la que se ha llegado es que resulta imposible datar un tejo, a menos que se conozca la fecha de plantación, claro. Todas estas precisiones, que ya formaban parte de otras publicaciones mías, tanto digitales como sobre papel, vienen al caso de la presentación por parte del gobierno turco de un tejo que se encuentra en la meseta de Karatepe de la ciudad de Gümeli en Zonguldak, y al que otorgan una edad de ¡más de 4.000 años! Naturalmente podría ser, pero la precisión manifestada: 4115 años, la forma de medirla: en un laboratorio de la Universidad Técnica de Karadeniz, mediante un microscopio y tras haber sacado una muestra del árbol y la escasez general de datos, junto a la forma de presentar la noticia hacen pensar más en una tomadura de pelo que en otra cosa. Se han suministrado algunas fotos, pero ha sido difícil conseguir una medida del tronco. Según las fuentes tiene una altura de entre 23 y 26,6 metros y un perímetro de 7,7 metros, lo cual es notable, pero tampoco se sale de lo extraordinario, puesto que existen algunos más gruesos. Sea como sea, resulta extraña la precisión turca, y más siendo un país donde la leyenda dice que los tejos antiguos contienen en su interior un tesoro de oro o plata y con frecuencia son perforados en su búsqueda.
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12/06/2021

Alegría en el mundo del bosque

Parques Nacionales compra más de 2.000 hectáreas del Pinar de los Belgas, en Rascafría
de "madridactual"

El Organismo Autónomo Parques Nacionales formalizó el 3 de diciembre un acuerdo para la compra-venta con la Sociedad Anónima Belga de los Pinares de El Paular para la adquisición del monte Cabeza de Hierro, conocido popularmente como Pinar de los Belgas, situado en el término municipal de Rascafría.
     Con esta adquisición Parques Nacionales incorpora una superficie de 2.016,50 hectáreas de un paraje que considera de riqueza natural excepcional, ya que está considerado como uno de los mejores pinares de pino silvestre de la Península Ibérica.  
     El Pinar de los Belgas acoge a más de 700 especies de plantas y un centenar de especies de aves nidificantes, valores que propiciaron su inclusión en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) del Alto Lozoya y en el Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) de la Cuenca del Río Lozoya y Sierra Norte.
      Asimismo, forma parte de la zona periférica de protección del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. La vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha dado la bienvenida a la incorporación de estos terrenos "de extraordinario valor natural y uno de los más representativos del ecosistema de la Sierra de Guadarrama, que desde ahora pasan a enriquecer el patrimonio público de todos los españoles".
      La adquisición de este monte forma parte de las funciones del Organismo Autónomo Parques Nacionales, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, en materia de conservación de la biodiversidad y uso sostenible de los recursos naturales. Con su compra, Parques Nacionales busca consolidar un espacio natural de alto valor ecológico y desarrollará en él actuaciones  de restauración y mejora de su estado de conservación y de su fauna y flora.
      A partir de este momento la gestión del monte Cabeza de Hierro se incorpora al Centro de montes de Valsaín y el organismo autónomo comenzará a analizar y valorar la situación del espacio para decidir cuál debe ser su vocación futura, así como las acciones que es preciso ejecutar para seguir conservando sus valores de forma compatible con otros usos del monte, en particular, su vinculación al Parque Nacional Sierra de Guadarrama de forma análoga a los Montes Matas y Pinar de Valsaín.
      La Sociedad Anónima Belga de los Pinares de El Paular ha realizado una gestión continuada durante más de 180 años. Según el MITECO, su esfuerzo de conservación que ha permitido disponer en la actualidad de un espacio natural de valores sobresalientes para beneficio del conjunto de la sociedad.

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12/04/2021

WISLAWA SZYMBORSKA (Polonia,
1923-2012)
Puede ser sin título


Ocurre que estoy sentada bajo un árbol,
a la orilla del río,
en una mañana soleada.
Es un suceso banal
que no pasará a la historia.
No son batallas ni pactos
cuyas causas se investigan,
ni ningún tiranicidio digno de ser recordado.

Y sin embargo estoy sentada junto al río, es un hecho.
Y puesto que estoy aquí,
tengo que haber venido de algún lado
y antes
haber estado en muchos otros sitios,
exactamente igual que los descubridores
antes de subir a cubierta.

El instante más fugaz también tiene su pasado,
su viernes antes del sábado,
su mayo antes de junio.
Y son tan reales sus horizontes
como los de los prismáticos de los estrategas.

El árbol es un álamo que hace mucho echó raíces.
El río es el Raba, que fluye desde hace siglos.
No fue ayer cuando el sendero
se formó entre los arbustos.
El viento, para disipar las nubes
antes tuvo que traerlas.

Y aunque no sucede nada en los alrededores,
el mundo no es más pobre en sus detalles,
ni está peor justificado ni menos definido
que en la época de las grandes migraciones.

No sólo a las conjuras acompaña el silencio.
Ni sólo a los monarcas un séquito de causas.
Y pueden ser redondos no sólo los aniversarios,
sino también las piedras solemnes de la orilla.

Complejo y denso es el bordado de las circunstancias.
Tejido de hormigas en la hierba.
Hierba cosida a la tierra.
Diseño de olas en el que se enhebra un tallo.

Por alguna causa yo estoy aquí y miro.
Sobre mi cabeza una mariposa blanca aletea en el aire
con unas alas que son solamente suyas,
y una sombra sobrevuela mis manos,
no otra, no la de cualquiera, sino su propia sombra.

Ante una visión así, siempre me abandona la certeza
de que lo importante
es más importante que lo insignificante.

De "Fin y principio" 1993

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12/01/2021

CRISTINA PERI ROSSI (Montevideo, 1942)
Ser tu planta, tu árbol

  Galardonada con el Premio Miguel de Cervantes, 2021

Dicen los hombres de ciencia
que los árboles tienen quince sentidos
diez más que nosotros, los humanos.
Como los árboles, quisiera hablarte
también por mis raíces, que las mías buscaran las tuyas
y les hicieran confidencias,
que me tocaras con el extremo de tu tallo
y yo con la corteza de mi tronco,
que nuestras hojas húmedas se transmitieran saberes
sobre la noche y el día
sobre los amaneceres y los atardeceres
que mis hojas cantaran melodías y tú las contestaras
que la cofia de nuestras raíces entonaran una dulce balada
y las ramificaciones, bajo tierra, se encontraran.
Que tus hojas olieran la tormenta y me enviaran un aviso
Me gustaría protegerte cuando un gusano devora tus hojas
y espantar con la vibración de mis nervaduras
al insecto que osa poseerte.
De lejos escucharíamos el rumor de las tormentas
y las vibraciones de los océanos
Y cuando una mariposa vuela de Río de Janeiro
a Barcelona,
supieras transmitirme con tus nervios
Todo lo que vio
Todo lo que transformó
Todo lo que comió y olió.
Dicen los hombres de ciencia
que los árboles y las plantas
tienen quince sentidos.
Yo solo tengo cinco
y te amaría con los que me faltan para ser tu planta, tu árbol. 

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