3/05/2009

ILAM SHAMIR - Consejos de un árbol

ILAN SHAMIR 
Consejos de un árbol

Querido amigo,

Mantente alto y orgulloso
hunde tus raíces profundamente en la Tierra
refleja la luz de la gran fuente
piensa a largo plazo

despliega tus ramas
recuerda tu lugar entre todos los seres vivos
abraza con alegría los cambios de las estaciones
cada una tiene sus propios frutos
la energía y el nacimiento de la primavera
el crecimiento y la felicidad del verano

la sabiduría de dejar caer las hojas del otoño
el descanso y la tranquilidad del invierno.

Siente el viento y el sol
y deléitate con su presencia
mira la luna que brilla sobre ti
y el misterio de las estrellas en la noche
busca el alimento de las cosas buenas de la vida
los placeres sencillos
la tierra, el aire fresco, la luz.

Alégrate de tu belleza natural
bebe mucha agua
deja tus hojas sueltas y baila con la brisa

se flexible
recuerda tus raíces

¡Disfruta del panorama!

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ILAN SHAMIR 
Advice from a tree

Dear Friend,

Stand Tall and Proud

Sink your roots deeply into the Earth
Reflect the light of a greater source
Think long term
Go out on a limb

Remember your place among all living beings
Embrace with joy the changing seasons
For each yields its own abundance
The Energy and Birth of Spring
The Growth and Contentment of Summer
The Wisdom to let go of leaves in the Fall

The Rest and Quiet Renewal of Winter.

Feel the wind and the sun

And delight in their presence
Look up at the moon that shines down upon you
And the mystery of the stars at night.
Seek nourishment from the good things in life
Simple pleasures
Earth, fresh air, light.

Be content with your natural beauty

Drink plenty of water
Let your limbs sway and dance in the breezes
Be flexible

Remember your roots

Enjoy the view!



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3/04/2009

GERARDO DIEGO (1986-1987)
Balada del pino muerto
 
Obra: Soria sucedida. “Cancionerillo de Salduero” (1941-1943)

Mira el pino muerto,
caído de bruces. Ay, qué color lívido,
ay, madre, qué miedo.

Ni agujas ni piñas.
Por el saurio avanzan en escalofrío
rosarios de hormigas.

Vamos a pinares.
Si cierro los ojos, no sé si son cielos
no sé si son mares.

Mas del pino muerto
haced una hoguera. Estallen al aire
vértebras de fuego.

Prefiero la calva de horrenda ceniza
que volver a verlo.

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Árboles de Castilla-León SEGOVIA

Árboles singulares de Castilla-León
S E G  O V I A 
(Provincia, Municipi, Lugar, Nombre común, P=perímetro a 1,3m, h=altura, D=diámetro, m=altitud, años, coordenadas)

Seg, Aldeanueva del Codonal, Ermita Vírgen del Pinarejo, Pino negral, P5,2m 22,5m 829m 200años
30t 0373596 / 4547795, Pinus pinaster

Seg, Añe, La dehesa Boyal, Fresno, P7,65m h13,4m 862m 400-500años
30t 0390783 / 4544359, Fraxinus amgustifolia

Seg, Becerril-Riaza, Acebeda, Serbal, P1,9m h8m 300años 1775m
N 41º 15' 48" - W 3º 22' 11", Sorbus aucuparia

Seg, Becerril, La Acebeda, Haya, P5,5m h16m 1661m 400-500años
30t 0469217 / 4568230, Fagus sylvatica

Seg, Becerril, La Acebeda, Mostajo, P3,6m h9,6m 1597m 300años
30t 0469197 / 4568315, Sorbus aria

Seg, Becerril, La Acebeda, Serbal de cazadores, P3,5m h8,5m 1766m 200-330años
30t 0469123 / 4568054, Sorbus aucupari

Seg, Becerril, "de la Acebeda", Fresno, P3m
Fraxinus exelsior

Seg, Cabañas de Polendos, "Casa", Fresno, P5,3m
Fraxinus angustifolia

Seg, Cabañas de Polencos, cerca del arroyo Polencos, Sauce blanco, P7,7m h17,8m 931m 250-300años
30t 0407412 / 4546409, Salix alba

Seg, Cantalejo, "de la Laguna de los Pollos", Pino rodeno, P4,1m
Pinus pinaster

Seg, Coca, Medianero, "Cinco Gachas", Pino negral, P5,5m h19,3m 773m 370años
N 41º 17' 5" - W 4º 29" 25", Pinus pinaster

Seg, Collado Hermoso, "de la Pedriza", Roble albar, P4,3m
Quercus petraea

Seg, Corral de Ayllón, "Platera", Encina, P2,7 y 3,7m h10m 300años 1012m
N 41º 23' ??- W 3º 27' ?? Quercus ilex

Seg, Cuéllar, "de El Henar", Chopo, P4,5m
Populus nigra

Seg, Espinar El, Secuoya gigante, P5,2m
Sequoiadendron giganteum

Seg, Espinar El, "de El Quintanar", Roble melojo, P5,9m
Quercus pyrenaica

Seg, Fuente El Olmo de Íscar, Las Tierras, ¿Pino del Molino?, Pino negral, P6,6,m h24,5m 768m 245años
N 41º 17' 52 W 4º 29' 25", Pinus pinaster

Seg, Gallegos, "de la Llanada", Roble rebollo-melojo, P4,9m
Quercus pyrenaica

Seg, Granja de San IIdefonso La (entrada) "Rey y Reina", Secuoyas, P13,5m//11m h43//39m 1195m de1867
utm 30t 0415251 / 4526644, Sequoiadendron giganteum

Seg, Granja de San Ildefonso La, Palacio de la Granja, Pinsapo, P4,54m h34m 1195m 135años
utm 30t 0415258 / 4527978 , Abies pinsapo

Seg, Granja de San Ildefonso La, Araucaria, P 0,7m
Araucana araucana

Seg, Granja de San Ildefonso La, Carpes, P1,9m
Carpinus betulus

Seg, Granja de San Ildefonso La, Haya, P4,67m
Fagus sylvatica 

Seg, Granja de San Ildefonso, Palacio de la Granja, Cedro del Líbano, P7,7m h33m 1194m 135años
30t 0415258 / 4527978, Cedrus libani

Seg, Juarros de Voltoya, "Pinos de …", Pino piñonero, P4,4m
Pinus pinea

Seg, Matabuena, El Bardalejo, Melojo, P5m h11,5m 1216m 400años
N 41º 5' 15" - W 3º 45' 10", Quercus pirenaica

Seg, Martín Muñoz de Ayllón, Prado del Linar, Serbal común, P2,56m h12,7m 1259m 200años
30t 0466549 / 4571674, Sorbus domestica

Seg, Moral de Hornuez (ermita) "La Borrega", Sabinar, P6,4m h20m 700años 1120m
N 41º 28' 53" - W 3º 37' 27", Juniperus thuriphera  MUERTA EN 2010
 

Seg, Muñopedro, "Grande de Moñibas", Encina, P4,2m
Quercus ilex sp. ballota
 

Seg, Navafria, Refugio El Chorro, Pino albar, P3,9m h25,5m 1100m 250años
utm 30t 0430443 / 4541743, Pinus sylvestris

Seg, Nieva, "Pino Morgan", Pino piñonero, P3,9m
Pinus pinaea

Seg, Prádena, Acebos, grupo
Ilex aquifolium

Seg, Puebla de Pedraza, "Gorrinera", Berguerillos, río Avilés, Encina, P4,15m
Quercus ilex sp. ballota

Seg, Riaza, "de la Acebeda de Becerril", Tejo, P2,8m
Taxus baccata

Seg, Saldaña de Ayllón, "de los Canchales", Encina, P4m
Quercus ilex sp. ballota

Seg, San Ildefonso (Valsaín), "del Arroyofrío", ino albar, P4,5m
Quercus petraea

Seg, San Ildefonso, "de la Fuente de los Dragones", Abeto de Douglas, P4,16m
Pseudotsuga menziesii

Seg, San Ildefonso, "de la Saúca", Roble melojo, P5,9m
Quercus pyrenaica

Seg, San Ildefonso, parterre del Potos, Abeto, P5,9m
Abies alba

Seg, San Miguel de Bernuy, "El Patito", Oxicedro, P1,4m
Juniperus oxycedrus

Seg, San Pedro de Gaíllos, "de Aldeafuente", Sauce, P5,4m
Salix alba

Seg, Santo Tomé del Puerto-Sigueruelo, Vereda del Cerro, Sabina, P7,4m h18m 400años 1070m
N 41º 10' 44" - W 3º 38' 27", Juniperus thuriphera

 Seg, Segovia, "de El Parral", Almez, P4,3m
Celtis australis

Seg, Segovia, "de la Merced", Cedro del Líbano, P4,2m
Cedrus libani

Seg, Segovia, "del Mº Sª Mª del Parral, Encina, P3,9m
Quercus ilex sp. ballota

Seg, Sebúlcor, "Padre", Pino rodeno, P3,4m h22m +100años
Pinus pinaster

Seg, Sigueruelo, inicio camino del Monte, (y sabina), Enebro, P7,48m h20m 1071m 500-700años30t 0446268 / 4558803, Juniperus thurifera

Seg, Valleruela de Sepúlveda, "La Enebra", Sabina albar,   P5,25m,    h7m
Juniperus thurifera

Seg, Villacastín, "del Río Tuerto", Majuelo, P1,9m
Crataegnus monogyna

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3/03/2009


EL ÁRBOL DEL DINERO 
Cuento de China

La aldea estaba cerca de las montañas. Eran altísimas y llenas de barrancos y despeñaderos. Algunos decían que las habitaban extraños monstruos que devoraban a la gente. Los jóvenes her­manos Hwang no lo creían, pero nunca se acercaban a las cum­bres. Un día, mientras araban sus campos, un caminante les pidió agua.
—Pareces muy cansado —le dijo Hwang-Si, el hermano más pequeño—. Quédate en nuestra casa y recupera las fuerzas.
—No puedo —respondió el caminante—. Si no continúo mi camino, es posible que florezca el árbol del dinero y yo haya hecho en balde este viaje,
— ¿El árbol del dinero? —preguntó Hwang-Dung, el hermano mayor.
Entonces el caminante les contó que en aquellas montañas detrás de la aldea existía, en efecto, un árbol del dinero. Si se le movía una vez, dejaba caer monedas de bronce, si dos, de plata, y si tres, de oro. Florecía una vez cada diez mil años y sus poderes sólo duraban tres días,
— ¿Y cómo sabes tú que ahora está a punto de florecer? —preguntó Hwang-Si.
—Lo dicen las estrellas —respondió el caminante—. Ahora brillan con más fulgor.
Hwang-Dung le suplicó que le llevara consigo, pero el cami­nante le rechazó, diciendo:
—Eres demasiado joven y todavía no conoces el valor del dinero. No sabrías qué hacer con él.
Desde aquel día Hwang-Dung soñó con el árbol del dinero. Hablaba de él a todo el mundo y se pasaba las horas muertas mirando a las montañas.
— ¿Por qué no me ayudas? Los campos están en sazón y yo necesito tus manos. No puedo recoger la cosecha yo solo —le dijo un día su hermano.
— ¡Trabajar! ¡Sólo piensas en trabajar! —refunfuñó él—. ¿Para qué sudar en los campos, si uno puede hacerse rico con el árbol del dinero?
—Eso son sueños..., sueños de pobre —replicó Hwang-Si, y le alargó una hoz.
Sin embargo, una mañana el pico más alto comenzó a emitir unos reflejos extraños. Tan pronto parecían de cobre como de plata u oro.
— ¡Es el árbol del dinero, que ha florecido! —se dijeron los aldeanos y partieron hacia la cumbre.
Hwang-Dung quiso seguirlos, pero le retuvo su hermano, diciendo:
—Mientras no terminemos la cosecha no te moverás de casa. Me lo prometiste por nuestros antepasados. No puedes volverte atrás.
—Está bien —respondió Hwang-Dung malhumorado. Y trabajó tan duro que aquella misma noche estaba recogido todo el grano. Entonces partió hacia la montaña.
— Espérame —le dijo su hermano—. Iré contigo.
—Así que a ti también te gusta el dinero, ¿eh? —preguntó, satisfecho. Hwang-Dung—. Ya sabía yo que en el fondo tú eras como los demás.
Pero la verdad era que Hwang-Si no quería dejar solo a su hermano.
«Si muere en esas cumbres —se dijo— no podría soportarlo. Me moriría de pena.»
No había supuesto mal. El camino era muy peligroso. En los barrancos se veían cuerpos de aldeanos que no habían sabido es­calar las empinadas laderas. A veces se oían gritos horribles y no se veía ningún pájaro.
— ¡Vaya! Parece que tenían razón los que afirmaban que aquí había monstruos. ¡Y nosotros nunca quisimos creerlo! —decía, arrepentido, Hwang-Si.
—No hables tanto y sigue caminando —le regañó Hwang-Dung—. El árbol del dinero sólo está al alcance de los fuertes. Los monstruos son un obstáculo más.
Pero tuvieron suerte. Durante dos días anduvieron por laderas escarpadas y no se toparon con ninguna fiera. No obstante. Hwang-Si estaba inquieto.
—Vámonos a casa. Si en verdad existe ese árbol, habrá perdi­do ya sus poderes. Llevamos dos días en estas montañas y él sólo florece tres.
Hwang-Dung le miró enfadado.
— ¡Si no hubiéramos perdido tanto tiempo en los campos, nuestras posibilidades de dar con él hubieran sido mayores!
Estaban rendidos y decidieron pasar la noche debajo de un ár­bol de ramas tan débiles como el bambú.
Hwang-Du refunfuñó:
— ¿Estás loco? ¡Este árbol está raquítico! ¿Por qué no buscamos otro mejor?
Hwang-Si, calmado, respondió:
—Si hacemos eso seremos pasto de las fieras. Aquí no nos buscarán.
—Tienes razón— volvió a decir Hwang-Dung y se arrepintió de haber sido tan rudo con su hermano.
A la mañana siguiente estaban recogiendo todas sus cosas, cuando una moneda de oro le dio a uno en la nariz.
— ¿Qué es esto? Preguntó, malhumorado— ¿Todavía tienes ganas de gastarme bromas?
Pero Hwang-Si no sabía explicarse de dónde había salido aquella moneda. Entonces levantaron la vista y descubrieron que, sin saberlo, habían pasado toda la noche bajo el árbol del dinero.
— ¡Es asombroso! — dijo Hwang-Dung y comenzó a sacudir el árbol.
Las monedas de cobre eran tan abundantes que podría hacerse una campana con ellas.
—Es suficiente. No muevas más el árbol— le aconsejó Hwang-Si—. Con este dinero podremos vivir holgadamente todo lo que nos queda de vida.
—No seas tonto —replicó Hwang-Dung, entusiasmado—. Esto es sólo cobre— y sacudió el árbol dos veces con todas sus fuerzas.
Tal y como les había dicho el caminante, al punto comenzaron a caer monedas de plata. Eran grandes como guijarros y cada una debía de pesar diez kilos. Los dos hermanos estaban maravillados.
—Déjalo ya —volvió a decir Hwang-Si—. Con esta plata harás ricas a cinco aldeas como la nuestra. ¿Para qué quieres más dinero?
Pero Hwang-Dung se había dejado llevar por la avaricia, y respondió:
— ¿Quién puede conformarse con la plata, teniendo el oro al alcance de los dedos?
Entonces sacudió el árbol con tal fuerza que a punto estuvo de arrancarlo de cuajo. Inmediatamente comenzaron a caer cantidades enormes de oro. Esta vez no eran monedas, sino pesadas rocas.
Como Hwang-Dung estaba debajo del árbol, le sepultaron y murió allí mismo.
—Te lo advertí. ¿Por qué no me hiciste caso? —dijo Hwang-Si, llorando. Pero no pudo recuperar su cuerpo. Tuvo que echar a correr, porque las rocas de oro empezaron a rodar por la pendiente. Parecía como si le persiguieran. Cuando, a propósito, cambiaba de dirección, el oro le seguía como si fuera un perrillo.
— ¡Yo no quiero riquezas! —iba gritando Hwang-Si—. ¡Sólo quiero recuperar el cuerpo de mi hermano!
Así llegaron a la aldea. Las rocas de oro saltaron por encima de las casas y fueron a caer en el campo de Hwang-Si.
— ¡Qué suerte! —decían los aldeanos—. Hemos perdido a muchos de nuestra familia, pero este joven nos ha traído la riqueza a todos.
Cogieron picos y se dirigieron en seguida al campo sobre el que se había detenido el oro. Pero, al llegar, no encontraron ni una sola pepita.
— ¿Qué has hecho con todo el oro que había en este campo? —preguntaron a Hwang-Si—. Desde luego es tuyo, pero esperábamos que te apiadaras de nuestra pobreza y nos dieras un poco.
—Os lo regalo todo —dijo el muchacho, llorando—. Por su culpa perdió mi hermano la vida en las montañas y ahora no puedo recuperar su cuerpo.
— Dejémosle tranquilo —se dijeron los aldeanos—. Lo más seguro es que haya enterrado todo el oro en el campo.
Los más avariciosos tomaron, pues, los picos y empezaron a cavar. Entonces encontraron unos granos dorados que no habían visto nunca.
— Es el oro, que se ha transformado en pepitas pequeñas —dijeron algunos.
Pero los granos se transformaban en harina blanca al molerlos con dos piedras, y los llamaron maíz.
A partir de aquel día toda la aldea los cultivó con esmero. Como la tierra era fértil, obtuvieron tres cosechas al año y se las vendieron a los pueblos vecinos.
La aldea prosperó tanto que se convirtió en una gran ciudad. En ella no había pobres ni mendigos, porque todos habían descubierto el valor del trabajo.
— ¿Para qué soñar con oro, cuando el cuerpo humano tiene dos brazos, que son las ramas del árbol del dinero?
Y recordaban al joven Hwang-Dung, que había muerto, vícti­ma de su avaricia, en las montañas.

---Fin---