12/28/2018

Y. SÁNCHEZ
El hombre que se enfrentó a la Seca, 2010
Este artículo tiene unos años pero no han cambiado demasiado las circustancias de los problemas de la dehesa.
     Francisco Volante tiene sus fincas de El Alcornocal y Alcornosilla como un vergel. Son 50 hectáreas de encinas y alcornoques en el término municipal de El Cerro de Andévalo que parecen haber creado una burbuja que frena la voraz Seca, esta plaga lleva décadas asolando la dehesa onubense y la del resto de la península.
     Las dehesas del Andévalo están en uno de los focos más castigados por la Seca, que también ha causado estragos en la Sierra, el Condado y Doñana. Una plaga que ha afectado a 216.000 de las 240.000 hectáreas de la provincia y que viene destruyendo en la península una media de 1.500 hectáreas al año.
     Este hombre, de campo, confiesa que se le caían las lágrimas cuando veía las encinas ennegrecerse y caer al suelo de un año para otro o, incluso, en unos meses. Más que ponerse a buscar soluciones a lo que creía irremediable, se marcó el firme propósito de recuperar la vida que, desde niño, conoció en los campos familiares. Aves e insectos habían desaparecido o quedaban de forma testimonial, "en el campo había silencio y eso significa muerte", explica.
     Su propósito le ha llevado a encontrar una forma de ayudar a los árboles afectados por la Seca a recuperarse. El proceso comienza por colocar nidos de pájaros para atraer a las aves insectívoras que, normalmente, han poblado las dehesas de su pueblo. Empezó con dos cajas de nidos, que el primer año no tuvieron inquilinos. Lejos de desanimarse, insistió y el segundo año logró que anidaran dos parejas de herrerillos, con 7 crías entre ambas. Quince años después sigue colocando nidos fabricados por él mismo y ayuda a sus vecinos a hacer lo mismo, "sólo cobro lo que cuestan las pajareras", señala.
     Francisco Volante explica que la solución contra la Seca pasa por devolver al ecosistema del bosque mediterráneo su hábitat natural. Este se ha ido perdiendo con el paso de los años. A su juicio, una combinación adecuada de pájaros insectívoros, abejas, avispas y murciélagos ayuda a mantener el equilibrio natural que desde siempre ha existido en las dehesas de su pueblo.
     Este argumento, simple sobre el papel, no lo es tanto en la práctica. Volante ha pasado años observando y haciendo un seguimiento concienzudo de los nidos y colmenas de su fincas, hasta sacar conclusiones claras. En un cuaderno de media cuartilla anota cualquier incidencia, la especie que habita, las crías... "Tampoco hay que pasarse todos los días, pero un par de veces cada dos o tres meses, es conveniente", dice. Es por eso que Volante sale siempre con una vara de casi tres metros en la mano para bajar y subir los nidos de las encinas.
     Estima que para empezar a recuperar cualquier finca se tienen que colocar 1 o 2 nidos por hectárea. Esto es suficiente para empezar a facilitar el anidamiento de pájaros y murciélagos, además, hay que tener colmenas y favorecer la aparición de avispas y arañas. "Todo depende de la masa foliar de los árboles" porque la naturaleza no es matemática pura, apunta Volante.
     En su finca tiene claros ejemplos del trabajo que ha desarrollado durante los últimos 15 años. Muestra zonas donde apenas asoman media docena de tocones de árboles que se perdieron con la Seca, "los corté todo lo que pude porque me ponía malo al verlos. En esta zona los árboles estaban tan juntos que en verano todo era una sombra". No es la única zona donde se instaló la Seca, afectó a más partes de la finca. Volante quemó los troncos que quedaron devastados por los agentes que causan la enfermedad y conservó todo árbol que consideró que no estaba completamente perdido. En la finca quedan algunos troncos ennegrecidos con tallos verdes que empiezan a tener bellotas gordas y hermosas. Todavía se pueden ver los surcos que traza el gusano del cerambyx welensii, uno de los insectos que los científicos han identificado como causante de la Seca junto al hongo phytophthora cinnamomi.
     Francisco Volante conoce a estos dos protagonistas, "han estado aquí toda la vida". Incluso tiene disecado un ejemplar adulto de cerambyx, un escarabajo. "Creo que los árboles más débiles son víctimas fáciles de ambos, cuando el resto de las especies que los controlaban, sus depredadores naturales, han desaparecido. Yo, lo único que he hecho ha sido tratar de recuperar el equilibrio entre especies, la naturaleza por sí misma hace el resto", apunta. "La naturaleza está deseando que le echemos una mano", añade.
     Según su experiencia, el equilibrio está en contar con un 80% de distintas aves insectívoras como el herrerillo común, capuchino, el trepador azul, el carbonero común, el agateador común o el gorrión molinero; entre un 5 y un 10% de murciélagos, que son los depredadores nocturnos; y en una proporción similar las abejas y avispas. Estas especies junto a la localización diseminada de puntos limpios de agua y una gestión ganadera adecuada de las dehesas, hacen el resto.
     Sobre las podas, Francisco Volante señala que "muy pocas veces he visto a mis mayores podar las encinas, siempre se ha dicho que el árbol es capaz de hacer una poda natural". E insiste en que para estos bosques mediterráneos es importante contar con una buena masa foliar, "espesa y abundante, que caiga hacia el suelo para que sea el mismo árbol el que cree su propia protección para evitar el estrés hídrico durante las temporadas Secas".
     Francisco Volante, que forma parte de los productores ganaderos del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE), ha mantenido entrevistas con los científicos que estudian la Seca. Probablemente sus puntos de vista estén en la misma línea, aunque a Volante le apremia el tiempo. La Seca es una carrera de fondo y él no se quedará sentado a esperar una actuación reglada porque "éste es mi medio de vida", concluye.

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     Este modelo de respeto a la biodiversidad tuvo su respuesta por parte de las administraciones por medio del programa Life bioDEHESA que tuvo su dotación económica desde 2012 a 2017, creando una red de 40 dehesas piloto. Contaba con un presupuesto de 7,9 millones de euros, de los cuales la Unión Europea financiaba con 3,9 y el resto estaba a cargo del gobierno andaluz. Además de la Junta de Andalucía, la iniciativa contaba con otros socios colaboradores, entre los que se encuentra el Foro para la Defensa y Conservación de la Dehesa Encinal, la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja) y la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), entre otras.
     Paco Volante abandera un movimiento en favor de la biodiversidad pero lo que no han resuelto las administraciones es el tema de los intermediarios. La bajada de los precios de la carne al ganadero -no al consumidor- obliga a los ganaderos a incrementar el número de animales, lo que conlleva una mayor presión sobre la tierra y su desgaste.
     Paco, el inventor de estos nidos ha dado con una tecla, ahora debe ser Europa y entidades públicas y privadas las que se impliquen en el proceso de recuperación de los precios en la dehesa, pues es prioritario conservarlas y llevar a cabo prácticas que conduzcan a la conservación de este ecosistema.

FUENTE: HUELVA INFORMACIÓN
WEB INTERESANTE: http://www.biodehesa.es/
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12/24/2018

JUAN M. LÓPEZ RAMÍREZ y equipo
El drago de Gran Canaria y sus parientes
Exposición de carteles

      En 1998 un grupo de botánicos que dirigía Águedo Marrero descubrió para la ciencia, en la isla de Gran Canaria, una nueva especie de drago, el Dracaena tamaranae -Tamarán, el nombre guanche de dicha isla-.
      En el 2012 el equipo dirigido por Juan M. López realizó esta Exposición de Carteles para realzar y difundir el descubrimeinto de esta nueva especie de drago, una exposicion que nos lleva por el mundo de la botánica del drago y su conocimiento.


Para una mejor lectura... El drago de Gran Canaria, su descubrimiento

Para le lectura







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12/20/2018

SYLVIA ESCRIBANO
Los vecinos más altos y longevos de la ciudad de Alicante

     Los imponentes ficus de Canalejas, de la avenida de Salamanca, Benalúa, Portal de Elche o Gabriel Miró superan el siglo de vida –140 años en el caso del de Benalúa– y conviven con otros árboles centenarios o de gran envergadura como olmos, robles australianos, espigadas palmeras y araucarias que, en el caso de la plaza de Galicia, alcanza los 50 metros de altura. Estos ejemplares, incluidos en el «top ten» del patrimonio arbóreo de la ciudad, se encuentran protegidos o en proceso de catalogación después de haber sorteado enfermedades, como en el caso de los olmos de la plaza de Santa Teresa, y amenazas de tala, como el ficus de Benalúa.
     Una de las zonas con más valor ambiental dentro de la ciudad es Canalejas, donde los sinuosos ficus centenarios lo convierten en uno de los paseos más monumentales, acogedores y sombreados. La dimensión que han alcanzado los ficus desde que se plantaron hace más de un siglo es tal que las ramas de algunos ejemplares han tenido que apuntalarse con muletas, como explican desde el departamento de Parques y Jardines de Atención Urbana. Se encuentran incluidos en el catálogo municipal de especies arbóreas protegidas y están acompañados de un par de robles australianos en sus extremos, que también están catalogados. Estos últimos miden alrededor de 19 metros y también son ejemplares centenarios. Y es que el proyecto de jardinería de este paseo data de 1886 y fue ideado por el arquitecto municipal José González Altez.     Así se recoge en el itinerario promovido por el Ayuntamiento de Alicante para recorrer los árboles singulares de la ciudad y rentabilizar turísticamente este patrimonio municipal. Además de los ficus y robles de Canalejas, en el «top ten» de los árboles singulares se encuentran también el que, probablemente, sea el ejemplar de ficus macrophilla más notable del país por sus imponentes medidas y se ubica en la Plaza de Gabriel Miró, según Atención Urbana. Tiene más de 120 años de historia, como los otros tres ejemplares que lo acompañan y que llegan a alcanzar los 39 metros de diámetro y los 20 metros de altura.
      En la plaza también hay varios ejemplares de olmos centenarios que, al igual que los existentes en la plaza de Santa Teresa –Panteón de Quijano– datan del siglo XIX y son ejemplares típicos de los jardines románticos de la época, como recuerda Rubén Bodewig, de Alicante Vivo. Estos olmos centenarios de gran porte se sometieron hace dos décadas a una cirugía arbórea para sanear sus troncos. Al frente de la operación estuvo el perito agrícola Andrés Medrano, como profesor entonces de la escuela taller de jardinería municipal. Cuenta que fue en 1990 cuando los alumnos procedieron a sanear los ejemplares en ambos lugares. «Tenían el tronco podrido y teníamos que ir con mascarillas», recuerda. Más de veinte años después celebra que los olmos hayan sobrevivido y destaca que «hay pocos de esas características».
     Además de los olmos, en la plaza de Santa Teresa se puede contemplar una araucaria araucana o pino piñonero con una antigüedad de 95 años y de 30 metros de altura, según los datos del catálogo. Una altura superada por la araucaria de la plaza de Galicia, una especie originaria del Pacífico que hace varias décadas plantaron los jardineros municipales y que, según Atención Urbana, alcanza los 50 metros de altura. En esta plaza destacan también los tres olivos centenarios y un árbol candelabro originario de África, de la familia de los cactus, con 45 años de historia.
     Los ficus del entorno de la Estación se encuentran entre los más antiguos, al igual que el de la calle San Agatángelo en Benalúa cuya edad, según Bodewig, ronda los 140 años y podría ser el ejemplar más longevo de la ciudad. Los movimientos vecinales lograron salvarlo de la amenaza de tala por el proyecto para construir un centro de salud con aparcamiento subterráneo.
     Los ficus del Paseíto de Ramiro o los del Portal de Elche también están entre los ejemplares más monumentales. En el caso del Portal de Elche, entre las frondosas copas de los ficus, que fueron trasplantados allí, se abre paso una palmera washingtonia de más de 25 metros de altura que ha logrado desafiar a la sombra y que ha buscado un hueco para buscar la luz del sol.
     A estos árboles hay que sumar las palmerales de la Explanada y de San Gabriel, así como las pinadas que bordean las laderas de los castillos de San Fernando y Santa Bárbara.

Colectivos ciudadanos exigen que se amplíe el catálogo
     Colectivos ciudadanos, como Alicante Vivo, reclaman que el catálogo municipal de árboles monumentales de interés local se amplíe con la inclusión de otros ejemplares como, por ejemplo, algunos existentes en el entorno de la plaza de España y en Campoamor, así como en las partidas rurales. Además, reclaman la máxima protección del patrimonio arbóreo para evitar que sufran agresiones o puedan acabar desapareciendo como, por ejemplo, el conjunto de cipreses de la Ereta que, tal y como recuerda Rubén Bodewig, se taló en lugar de integrarse en el parque de la zona.
     Por su parte, desde el área de Parques y Jardines inciden en que están realizando una revisión del catálogo para actualizarlo con la inclusión de nuevos ejemplares. Entre ellos, algunos árboles ubicados en propiedades privadas, como es el caso de un ficus que se encuentra dentro de una urbanización de la Playa de San Juan. Se incluirá también la palmera de 25 metros del Portal de Elche y otra de Gabriel Miró, así como otras palmeras monumentales del parque de Cocheras del Tranvía y del Paseíto de Ramiro.

Ficus de Benalúa. Un superviviente de un siglo y medio. El movimiento vecinal, agrupado en una plataforma, logró salvar de la tala el que, según Alicante Vivo, es el ficus más antiguo de la ciudad –alrededor de 140 años–. El proyecto para construir en la parcela un centro comunitario y de salud con un aparcamiento subterráneo amenazaba a este árbol centenario que ha podido sortear la amenaza. El ejemplar fue plantado inicialmente en una parcela de Investigación Agraria del Jardín Botánico de Benalúa y posteriormente fue trasplantado al lugar actual.

Olmos centenarios de los jardines románticos del XIX. Los olmos de las plazas de Gabriel Miró y Santa Teresa tienen más de un siglo de vida y son ejemplares típicos de los jardines románticos de la época. Hace un par de décadas, en los años noventa, fueron sometidos a un proceso para sanear sus troncos por la podredumbre que presentaban en su interior. Más de veinte años después, los árboles centenarios de un porte mayor al habitual, han logrado sobrevivir y siguen formando parte de la arboleda de estos espacios emblemáticos de la ciudad.

Una araucaria de 50 metros de altura en la plaza de Galicia. Los jardineros municipales del Ayuntamiento de Alicante plantaron este pino originario del Pacífico hace 40 años, según fuentes del departamento de Atención Urbana, que indican que el ejemplar se adaptó fácilmente al terreno y ha ido creciendo año tras año hasta alcanzar los 50 metros de altura. Se trata, por tanto, del ejemplar de mayor altura incluido en la ruta de árboles singulares diseñada por el Ayuntamiento de Alicante y se ubica en la plaza de Galicia.

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12/16/2018

AARÓN RODRÍGUEZ, Tenerife
La "sangre" de pino tinerfeño que partió en busca del Pacífico
De "Microhistorias de Tenerife"
Pinar canario al sudeste de Tenerife
       Últimos días del mes de septiembre de 1519...
      En los altos de antiguo reino de Abona, un particular sonido se ha convertido en habitual: el de las hachas al impactar con los poderosos y corpulentos pinos canarios. Tras un rítmico "tac-tac" se escucha el crujido de los voluminosos troncos al quebrarse, y entonces sucede lo impensable: siglos de crecimiento paciente se desmoronan en unos instantes.

     Un pino de 50 metros de altura y 7 de circunferencia cae derribado y, a continuación, los hombres se precipitan sobre él para dividir el gigantesco tronco en fragmentos más pequeños. Necesitan reducirlo para que pueda entrar en el horno, una especie de boca del infierno que se encuentra a unos metros de donde el gigante ha caído.
     Dentro, y tras pasar el día y la noche abrasándose al calor de las llamas, el corazón de tea es reducido a la resina o alquitrán, casi incandescente, que los pegueros llaman "pez".
     Al enfriarse, la mezclan con aceites y esto da lugar a la brea, una de las fuentes de riqueza más importantes para Canarias. ¿Por qué razón? Porque, en un mundo que se expande gracias al avance de las naves de madera sobre las agua, la brea es la mejor sustancia que existe para impermeabilizarlas, y evitar así, que entre el agua en su interior. 
     La brea de nuestro pino de hoy tiene como destino la flota que se encuentra en la rada de Montaña Roja, en la costa. Deja constancia de ello Antonio Pigafetta, uno de sus tripulantes, quien detalla en su diario cuál es la razón de su escala en las costas de Abona: abastecerse de "poix" (pez), que es "algo necesario para nuestros navíos". No se trata de nada extraordinario: muchos navíos se abastecen de brea en el sur de Tenerife, en su camino hacia el Nuevo Mundo. Sin embargo pocos pueden preesumir, como la que nos ocupa, de haber juagado un papel estelar en la Historia de la Humanidad, porque la expedición que hoy descansa en la bahía partió de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre. La componen cinco naves: Trinidad, Victoria, Santiago, Concepción y San Antonio. La ha financiado la Corona Española. Su misión es encontar un paso hacia el Océano Pacífico por el extremo sur de América. Y la dirige un marino portugués llamado Fernando Magallanes.
     Tres años después, el 6 de septiembre de 1522, regresa por fin la Victoria, única nave superviviente. Y con ella, apenas 18 de los 265 hombres que iniciaron el viaje. Los capitanea Juan Sebastián Elcano. Son los héroes que han completado la Primera Vuelta al Mundo.

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