12/29/2015

 FRANCISCO BRINES  (Valencia, 1932)
Oscureciendo el bosque
 

Toda esta hermosa tarde, de poca luz,
caída sobre los grises bosques de Inglaterra,
es tiempo.
                Tiempo que está muriendo
dentro de mis tranquilos ojos,
mezclándose en el tiempo que se extingue.
Es en la vida todo
transcurrir natural hacia la muerte,
y el gratuito don que es ser, y respirar,
respira y es hacia la nada angosta.
Con sosegados ojos miro el bosque,
con tal gracia latiendo
que me parece un soplo de su espíritu
esa dicha invisible que a mi pecho ha venido.
Cual se cumple en el hombre
también se ha de cumplir la vida de la tierra;
la débil vecindad que es realidad ahora,
distancia tenebrosa será luego,
toda será negrura.
Miro, con estos ojos vivos, la oscuridad del bosque.
y una dicha más honda llega al pecho
cuando, a la soledad que me enfriaba,
vienen borrados rostros, vacilantes
contornos de unos seres
que con amor me miran, compañía demandan,
me ofrecen, calurosos, su ceniza.
Cercado de tinieblas, yo he tocado mi cuerpo
y era apenas rescoldo de calor,
también casi ceniza.
y sentido después que mi figura se borraba.
Mirad con cuánto gozo os digo
que es hermoso vivir.

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12/26/2015


CAZORLA, LOS PELUSEROS
Líquenes para el perfume

Peluseros
     En algunas zonas de la serranía se recolectaban los líquenes -pelusa- que crecen sobre las ramas y los troncos de los pinos laricios (Pinus nigra, ssp salzmannii). Estos líquenes del género Cladonia se emplean como fijador en la industria química y cosmética.
     Fue una ocupación que se inició a partir de los años 50 del siglo pasado. Los líquenes se recolectaban en jarpiles, una especie de redes en los que se amontonaban, bultos enormes pero poco pesados. Este oficio era muy peligroso al tener que trepar a los árboles para realizar el ordeño a mano de los líquenes. Fue otro oficio relacionado con la deambulación por los montes, principalmente desarrollado por vecinos de Pozo Alcón (como Manuel “el Fiera” o “el Guerra”.)


De la revista "PH84", La memoria de los caminos en el parque natural Sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Patrimonio intangible e identidad territorial
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12/24/2015

Podado el tejo de Cipiello mientras su dueño insiste en que hay que protegerlo



Poda del tejo, de 700 años, realizado ayer.
Poda del tejo, de 700 años, realizado ayer. / E. C.
Hoy el propietario se reunirá con el equipo de gobierno de Cudillero para pedir que se inste al Principado a que se declare a este tejo Monumento Histórico Natural

Personal de mantenimiento de la línea eléctrica de E.ON podó ayer el tejo de Cipiello en Cudillero ya que según dicta en la autorización del Principado existían «efectos perjudiciales para la salud y la seguridad de las personas». Pero Marcos Varela, propietario del tejo, mantiene que «no había riesgo alguno». Varela asegura que tan solo podaron 60 centímetros. «Por una parte, me siento satisfecho porque evité que destrozaran el árbol». Hoy el propietario se reunirá con el equipo de gobierno de Cudillero para pedir que se inste al Principado a que se declare a este tejo Monumento Histórico Natural. Varela se siente agradecido por el apoyo recibido ya que considera que si no, «el resultado hubiese sido bien distinto».
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La poda del Texo de Cipiello ha concluido. Asistieron a ella el guardamontes, el concejal responsable del Ayuntamiento de Cudillero y Marcos Varela, el dueño del Texo.
     Antes de comenzar comprobaron que la pertiga usada para medir la distancia que debía separar las ramas del Texo y los cables tenía los dos metros requeridos. La poda consistió en cortar a tijera las ramas más cercanas y ninguna excedió los 60 cm de longitud.
     Según me ha comentado Marcos, el Ayuntamiento de Cudillero tiene intención, así se lo expresó el concejal, de pedir la consideración de Monumento Histórico Natural, por lo que mañana tiene cita en el consistorio para tratar el tema.
     La compañía debería entonces retirar el poste con el transformador al menos hasta los diez metros del árbol, para ello dispondría de un plazo de cinco años. Esperamos que los trámites se agilicen y el Texo de Cipiello esté pronto protegido para que nadie pueda tocar su copa.
    Todos los vecinos del pueblo han firmado la petición que mañana será entregada por Marcos.
Nos alegramos muchísimo, respiramos tranquilos viendo que todos los esfuerzos están dando su fruto. Sabemos que causas como ésta crean conciencia.
     Personalmente estoy feliz, para mi es una victoria, todavía estoy tocado por la tala caciquil del Carbayón de Rozadas, aquello supuso un durísimo golpe después de más de un mes de esfuerzos constantes. Cada árbol que se salve abrirá las puertas y facilitará que cada vez sean más.
El tejo antes de ser "podado"
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12/23/2015

TEJOS - Monasterio y Sierra de Leyre - Navarra
Cripta del Monasterio de Leire

Esta vez visitamos los tejos de la Sierra de Leyre pero no olvidamos esas grandes encinas y robles que encontramos en la subida. 
 
Una ruta muy gratificante. Antes o después debemos visitar el Monasterio de Leyre, la Cripta y la Iglesia...  Si planificamos el comer en la hospedería del monasterio debemos hacer la correspondiente reserva y contad con +/- 25 euros de media, pero también podemos prever el comer en Yesa, precios más asequibles.   
La subida a Arangoiti tiene muchas sendas, la más conocida y transitada es la Cañada de los Roncaleses, otras sólo las recorren los "seteros" y
cazadores.
Comenzamos la subida por la cañada. Esta va haciendo vueltas y revueltas pero tomamos la vía directa. En el tercer cruce de la vía principal tomaremos a la izquierda, señal roja,

abandonando la cañada. Continuamos y tendremos un desvío a la izda., junto a un árbol caído. Seguiremos y nos vamos al primer mirador. Continuando nos encontaremos con el Mirador de la Peña las Seis y seguiremos nuestra ruta hasta la cornisa. Allí nos desviaremos por la senda de la izquierda. A unos cinco minutos, en la cara norte, encontraremos un gran desprendimiento de rocas de gran tamaño, allí es donde se ubican siete tejos, dos de ellos de más de tres metros de perímetro.

Tejos 1 y 2.-  Posición:  N 42º 38' 46"  -  W 1º 10' 27,5"   Medidas: 1,5m  1,7m de circunferencia
Tejo 3.- Posición: N 42º 38' 46,6"  -  W 1º 10' 26,9 "        Medidas: Imposible de medir, está casi colgando de una gran roca, tiene más de 3 m de circunferencia.
Tejo 4.- Es un tejo con cuatro vástagos de 20 cm de diámetro.
Tejo 5.- Posición: N 42º 38' 46,1"  -  W 1º 10' 28,6"         Medidas: 2,67 m
Tejo 6.- Posición: N 42º 38' 45,8"  -  W 1º 10' 28,3"         Medidas: 3,27 m
Tejo 7.- Posición: N 42º 38' 44,5"  -  W 1º 10' 28,4"         Medidas: 3,35 m

Desandando la ruta continuamos por la senda de la cornisa hacia el este. Saltamos una alambrada y al cabo de diez minutos, en la rompiente, tendremos a la vista el octavo tejo.  


Tejo 8.- Posición: N 42º 38' 46,8"  -  W 1º 10' 13,9"        Medidas: 3,30 m de circunfrencia
Altura: 11 m

Mirador de la Cruz
Continuando la senda hay un desvío hasta la Cruz. Después hallaremos una gran campa, una gran hendidura en la cornisa, el punto por donde desciende la Cañada de los Roncaleses, allí tomaremos el descenso hasta el Monasterio.

Hay otro tejo muy pequeño en la cumbre del Arangoiti, a la derecha mirando hacia el sur, veremos una pequeña mancha verde oscura, es el tejo.

Otros dos árboles monumentales: En la carretera de subida a Leire hay una encina y un roble. La encina está a la derecha de la carretera, el km 3 (no exacto), poco antes de llegar al primer aparcamiento -hay tres aparcamientos- y el roble está junto al primer aparcamiento, en la esquina superior, junto a la carretera.
En la Ruta de Wikiloc están marcados varios árboles monumentales.


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La leyenda de San Virila

Según la leyenda el abad Virila era un hombre santo, dedicado por entero a la oración. Sin embargo le atormentaban sus dudas sobre el más allá y se preguntaba si una eternidad en el cielo no terminaría siendo tediosa y triste…
     Un día salió a rezar a los alrededores del monasterio de Leyre. Se internó en el bosque hasta sentarse junto a una fuente escondida entre los tilos y encinas. Extasiado escuchó el canto de un ruiseñor que, con sus trinos, distrajo su atención. Allí  se quedó prendado del canto del pájaro, hasta que entró en un profundo trance. Cuando volvió en sí descendió hacia el monasterio, pero apenas pudo reconocer los caminos y lugares familiares y, en vez del pequeño eremitorio del que había partido, encontró un gran edificio rodeado por altos muros y extensos huertos.
    Llamó a la puerta y le abrió un monje, desconocido para él, que le preguntó que quién era...  A lo que Virila respondió: “Soy el Abad Virila”. Algunos monjes se congregaron ante la puerta observando al extraño monje. Virila preguntó por sus monjes... sus compañeros... Sisebuto, Gundemaro, Ramiro...
     Ante la insistencia del anciano, un monje corrió a los archivos del monasterio y volvió con unos libros bajo el brazo. Según constaba en los registros de la abadía, efectivamente, había habido allí un abad llamado Virila que se había perdido en el bosque pero... trescientos años antes.
     Entonces en las alturas se oyó una voz diciendo: “Trescientos años has estado oyendo el canto de un ruiseñor y te han parecido un instante. Ahora puedes imaginar los instantes de la eternidad lo perfectos que te pueden parecer”. Un ruiseñor descendió sobre el grupo de monjes con el anillo monacal en el pico dándoselo a Virila, consagrándole así como abad hasta que Dios lo llamara a disfrutar de la gloria eterna.

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