LAURA PLITT, en BBC Mundo
El tejo de Fortingall, un cambio de sexo
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Tejo de Fortingall, Escocia |
En invierno es más fácil distinguir a los machos y a las hembras
por la presencia de frutos rojos. Podríamos pensar que después de 5.000 años de existencia, ya es
un poco tarde para hacer grandes cambios. Sin embargo, la longevidad no parece haber sido un impedimento
para
el Tejo de Fortingall –uno de los árboles más
antiguos de Europa, que crece en un rincón de Escocia–,
que hace pocos días sorprendió al público cambiando de sexo.
"En los registros históricos, este árbol ha sido descrito
como macho", le dice a BBC Mundo Max Coleman, del Jardín
Botánico Real de Edimburgo, quien notó por primera vez el cambio.
"Y es evidente que es macho porque por donde lo mires, verás
que tiene partes reproductivas de macho,
excepto en una
pequeña zona en la corona en la que encontramos frutos",
explicó el botánico.
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Estructuras esféricas masculinas |
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Muchas especies de árboles están compuestas por partes femeninas
y masculinas. Pero los tejos son o machos o hembras.
Los machos, como el de Fortingall, producen estructuras esféricas
de un color verde amarillento que liberan polen, mientras que las
hembras producen frutos rojos, como los que se observaron
recientemente en este espécimen.
Aunque el fenómeno se ha registrado en el pasado, Coleman explica
que sigue siendo
una ocurrencia muy rara. Por otra parte, los cambios suelen darse en una parte más amplia
del árbol mientras que en el ejemplar escocés sólo se manifestó
en una rama.
¿Estrés?
La transformación de macho a hembra se debe un cambio en
el balance hormonal de la planta, que controla la producción de los
órganos reproductivos.
¿Pero qué pudo haber impulsado este extraño comportamiento? Coleman señala que es
importante continuar observando al árbol."Esa es la gran pregunta que no aún no hemos podido
responder", dice Coleman.
Una posibilidad, sugiere el científico, es que el
disparador haya sido el estrés ambiental, "como en el
caso de que haya vivido una sequía o soportado temperaturas
extremas”.
"Pero aquí no tenemos conocimiento de ninguna situación de
estrés obvia", señala el botánico.
Descendientes milenarios
Otra hipótesis propone el cambio como un mecanismo de
supervivencia.
"Si el árbol estuviese aislado, sin otros tejos para
reproducirse, la única manera de hacerlo sería produciendo de tanto
en tanto partes del otro sexo para autopolinizarse y dar lugar a una
nueva generación". Sin embargo, aclara el científico, este no ocurre con el Tejo de
Fortingal, que está acompañado de otros tejos, uno de ellos hembra.
No se sabe si el ejemplar volverá a su sexo original en el futuro
ni tampoco es posible asegurar a ciencia cierta si no experimentó
esta misma transformación en el pasado.
"Pudo haber ocurrido, pero si se dio de una manera sutil como
ahora, es muy posible que este detalle se haya pasado por alto. Habrá que seguir observándolo.
Pero más allá de las razones del cambio y la sorpresa
inicial que produjo, lo más importante es que gracias a esta
transformación se pudieron obtener, por primera vez semillas de
este árbol único y longevo. Estamos plantando las semillas ahora",
asegura Coleman.
Si
germinan, el Tejo de Fortingall producirá sus primeros hijos
identificables en miles de años. Las semillas también pasarán a formar parte de un
ambicioso proyecto que busca conservar la diversidad genética de los
tejos en el mundo.
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Arilos, los frutos del tejo |