9/25/2013

DARK HEDGES - Irlanda del Norte

Este es uno de los más famosos túneles boscosos...
Dark Hedges (Setos oscuros de viejas hayas) es un tramo único de la carretera Bregagh cerca de Armoy en Irlanda del Norte. 
     Durante los últimos 300 años, las hayas que custodian ambos lados de la vía se han entrecruzado fuertemente para crear un túnel natural donde sombra y luz juegan a través de ramas entrelazadas.
     Esta hermosa avenida de hayas fue plantada por la familia Stuart en el siglo XVIII. La intención era impresionar a los visitantes mientras se acercaban a la entrada de su mansión georgiana, Gracehill House, que ahora es un club de golf. Dos siglos más tarde, los árboles siguen siendo un espectáculo magnífico y se han convertido en uno de los fenómenos naturales más fotografiados en Irlanda del Norte.
     Cuenta la leyenda que un ser sobrenatural, la "Dama Gris", ronda la delgada carretera que serpentea bajo las antiguas hayas. Silenciosamente se desliza a lo largo del borde de la carretera y se desvanece al pasar la última haya. Algunos dicen que el espectro es el fantasma de una sirvienta de la casa cercana que murió en circunstancias misteriosas hace siglos. Otros creen que es un espíritu perdido de un cementerio abandonado que se cree que está escondido en los campos cercanos. En la noche de Halloween, las tumbas olvidadas se abren y la Dama Gris es acompañada en su paseo por las almas atormentadas de los que fueron enterrados junto a ella.
     
     
                          
                         
      
       
       
       
       
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9/23/2013

PABLO NERUDA (Chile, 1904-1973)
Oda a la madera
Del libro: Odas elementales 

Hoy, día 23 de septiembre, se cumplen 40 años de su muerte 

Ay, de cuanto conozco
y reconozco
entre todas las cosas
es la madera
mi mejor amiga.
Yo llevo por el mundo
en mi cuerpo, en mi ropa,
aroma
de aserradero,
olor de tabla roja.
Mi pecho, mis sentidos
se impregnaron
en mi infancia
de árboles que caían
de grandes bosques llenos
de construcción futura.
Yo escuché cuando azotan
el gigantesco
alerce,
el laurel alto de cuarenta metros.
El hacha y la cintura
del hachero minúsculo
de pronto picotean
su columna arrogante,
el hombre vence y cae
la columna de aroma,
tiembla la tierra, un trueno
sordo, un sollozo negro
de raíces, y entonces
una ola
de olores forestales
inundó mis sentidos.
Fue en mi infancia, fue sobre
la húmeda tierra, lejos
en las selvas del Sur,
en los fragantes, verdes
archipiélagos,
conmigo
fueron naciendo vigas,
durmientes
espesos como el hierro,
tablas
delgadas y sonoras.
La sierra rechinaba
cantando
sus amores de acero,
aullaba el hilo agudo,
el lamento metálico
de la sierra cortando
el pan del bosque
como madre en el parto,
y daba a luz en medio
de la luz
y la selva
desgarrando la entraña
de la naturaleza,
pariendo
castillos de madera,
viviendas para el hombre,
escuelas, ataúdes,
mesas y mangos de hacha.
Todo
allí en el bosque
dormía bajo las hojas mojadas
cuando
un hombre
comienza
torciendo la cintura
y levantando el hacha
a picotear la pura
solemnidad del árbol
y éste
cae,
trueno y fragancia caen
para que nazca de ellos
la construcción, la forma,
el edificio,
de las manos del hombre.
Te conozco, te amo,
te vi nacer, madera.
Por eso
si te toco
me respondes
como un cuerpo querido,
me muestras
tus ojos y tus fibras,
tus nudos, tus lunares,
tus vetas
como inmóviles ríos.
Yo sé
lo que ellos
cantaron
con la voz del viento,
escucho
la noche respetuosa,
el galope
del caballo en la selva,
te toco y te abres
como una rosa seca
que sólo para mí resucitara
dándome
el aroma y el fuego
que parecían muertos.
Debajo
de la pintura sórdida
adivino tus poros,
ahogada me llamas
y te escucho,
siento
sacudirse
los árboles
que asombraron mi infancia,
veo
salir de ti,
como un vuelo de océano
y palomas,
las alas de los libros,
el papel de mañana
para el hombre,
el papel puro para el hombre puro
que existirá mañana
y que hoy está naciendo
con un ruido de sierra,
con un desgarramiento
de luz, sonido y sangre.
Es el aserradero
del tiempo,
cae
la selva oscura, oscuro
nace
el hombre,
caen las hojas negras
y nos oprime el trueno,
hablan al mismo tiempo
la muerte y la vida,
como un violín se eleva
el canto o el lamento
de la sierra en el bosque,
y así nace y comienza
a recorrer el mundo
la madera,
hasta ser constructora silenciosa
cortada y perforada por el hierro,
hasta sufrir y proteger
construyendo
la vivienda
en donde cada día
se encontrarán el hombre, la mujer
y la vida.
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Pablo Neruda a Matilde Urrutia

Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por aficción electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería o cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad, hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca substancia y así deben llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo duro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí, con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifique pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida.
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9/20/2013

CHRISTIAN JACK (París, 1947)
De “Ramsés, el hijo de la luz.” (fragmento)

... El príncipe optó por la segunda solución. 
Cuando divisó unos ibex, gacelas y orix y, a lo lejos, una cuasia de unos diez metros de alto, prometió obedecer siempre a su instinto. El árbol, con abundantes ramas y corteza gris, estaba engalanado con pequeñas flores perfumadas, de color amarillo verde, y proporcionaba un fruto comestible, de carne suave y azucarada, de forma ovoide, pudiendo alcanzar cuatro centímetros de largo, que los cazadores llamaban “el dátil del desierto”. Poseía armas temibles, largas espinas muy rectas, con la punta de color verde claro. El hermoso árbol dispensaba algo de sombra y custodiaba una de esas fuentes misteriosas surgidas de las entrañas del desierto con la bendición del dios Seth...

(Cuasia: planta de la familia de las simarubáceas, notable por el amargo sabor de su leño, que se emplea en medicina)
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9/17/2013

DIONISIA GARCÍA (Albacete, 1929)
El álamo


Rodeaba la miseria el tronco: niños descalzos,
hojalateros; el tonto del poblado.
El álamo, mi árbol solo con su ramaje viejo,
recuerdo natural de alzada pobre.
Lo derribaron con sus nidos,
y algún guiñapo entre las ramas.

Ya no existe la sombra; el escondite.
En el suelo los verdes mustios
y el ceniciento tronco.


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