12/30/2012

NICOLÁS CORREA DEL CASTILLO (Santander 1907-1980)
El Ciprés

Adarga sideral inofensiva
que prende a los luceros dormitando.

Nocturno fantasmón de un negro espíritu
que abandonó su cuerpo a los gusanos.

Índice de las manos vegetales
que nos muestra un camino ya olvidado.

Huso que hila los vientos más rebeldes
en la gigante rueca de los campos.

Escobillón de túneles nocturnos
que recoge el rocío congelado.

Antena de los muertos sumergidos
que toma tierra en todos los osarios.

Centinela que, rígido, vigila
eternamente firme el Camposanto.

Gótico caramelo de los aires.
Penitente andaluz encapuchado.

Pararrayos de tórtolas lejanas.
Penacho de un sepulcro aristocrático.

Eres, ciprés, mis pobres oraciones,
que al calor apretado de los pájaros
se arborizan ante la impotencia
de llegar por mis culpas a lo Alto.
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12/26/2012

COVADONGA VEJO (Cantabria 1926)
Lebeña sin su tejo
 

Relámpagos y truenos acompañan al tejo en su agonía.
¿Quién destrozo aquel árbol milenario en noche negra y fría?.
Luchó por defenderse, más no pudo, el vendaval furioso le azotaba,
su voz pidiendo ayuda ya hace tiempo
ni en esa triste noche fue escuchada.
¡cuántas veces sentada ante tu tronco comparé tu tristeza con la mía!.
Quiera Dios que al igual que el ave fénix
De tus cenizas resurjas algún día.
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Colaboradora de Liebanízate
En la poesía habla del milenario tejo que tiró el viento en el 2007

12/22/2012

EVARISTO CARRIEGO (Argentina 1883-1929)
Palmera Brasileña 

Palmera brasileña, que al caminante herido
ofrendaras tus dátiles de pasión y de olvido,
en el desierto único: tu eres la apoteosis
que, nimbando de incendios sus fecundas neurosis,
cruzas por los vaivenes de su hondos desvelos
como si fueras luna de sus noches de duelos.
Yo traigo a tu floresta la alondra moribunda
que, en el violín del bosque, preludió la errabunda
sinfonía terrena de aquel ardor eterno,
que ahuyenta suavemente las aves del invierno,
y en las horas tranquilas descubre su cabeza
como un símbolo vago de amor y de belleza.
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12/18/2012

Antonio Casares - El magnolio

ANTONIO CASARES (Liébana-Cantabria, 1946)
El magnolio

El magnolio no sabe que lo miro,
o acaso sabe que lo miro y calla,
sin inmutarse, erguido en la alameda,
indiferente a cualquier conjetura.
Me paso largo tiempo contemplándolo,
tratando de adivinar lo que piensa,
¿Alguien sabe lo que piensan los árboles?
¿Alguien puede negarlo o afirmarlo?
Hay seres que hablan sin palabras
y que no necesitan la escritura,
¿Alguien sabe si sienten o no sienten?
La respuesta, en verdad, no me importa.
Me basta con mirarlo y con dejarme
invadir por su indolente belleza.


 (Santander, 17 de septiembre de 2008)

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