10/18/2009

MICHEL MANOLL - Bouquet d'arbres

MICHEL MANOLL (France, 1911-1984) 
Bouquet d'arbres


Il faut parler des ifs comme on parle des morts
Du pelage d'automne enrobant l'eau qui dort

Le lilas oiseau-lyre ouvrant ses ailes blanches
C'est un flocon de neige qui plane sur les branches

Et le doux peuplier les calèches du vent
L'entraînent au galop de leurs chevaux piaffant

Ambre liquide ourlant la rive des forêts
L'écorce du bouleau tisse sa voie lactée

Le sapin familier de ses aiguilles brunes
Faufile la voilure attachée à sa hune

Et la pluie dans les mains frêles des marronniers
Glisse et s'effrite comme la vie du prisonnier

Mais le chêne fixé sur un socle de marbre
Semble un berger figé parmi son troupeau d'arbres

Si je nomme le charme une allée se dénoue
Une source enchâssée à son collier de houx

Et je ne sais que dire à ces obscurs témoins:
Tilleuls rompant le soir leur graine de parfums

Pommiers de gloire au flanc des collines couchés
Saules tremblants comme une fille effarouchée

A tous ceux qui s'en vont cherchant dans la nuit noire
La charnelle vêture et l'humaine mémoire

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10/15/2009

WILLIAN BLAKE - A pioson tree

WILLIAM BLAKE (England, 1757-1827) 
A poison tree


I was angry with my friend;
I told my wrath, my wrath did end.
I was angry with my foe:
I told it not, my wrath did grow.

And I watered it in fears,
Night & morning with my tears:
And I sunned it with smiles,
And with soft deceitful wiles.

And it grew both day and night,
Till it bore an apple bright.
And my foe beheld it shine,
And he knew that it was mine.

And into my garden stole.
When the night had veiled the pole;
In the morning glad I see,
My foe outstretched beneath the tree.
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10/12/2009

AL CIPRÉS DE SILOS
Alfonso Prieto



Corto césped se crece con tu lanza
en triunfo vegetal sobre lo inerte:
un símbolo cabal de la esperanza
que horada, hacia la luz, sombras de muerte.

Si viera mi esperanza cómo verte
consigo en esta tarde: sin tardanza
subiendo hacia la luz; esbelto y fuerte;
vibrando, del cielo, en añoranza,

tendría dura trama con sus hilos
donde tejer mi vida cotidiana
sin temor del aquende cuyos filos

destruyen la esperanza meridiana.
Aguza mi canción, ciprés de Silos,
y en Cristo clávala que es el mañana.

10-10-1977

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10/08/2009

RICARDO CODORNÍU Y STÁRICO (Cartagena, 1846-1923)
El árbol aislado
"el apóstol del árbol"

A Juan de la Cierva Codorniu

     Un fruto, provisto de esas delgadas membranas que, poéticamente, llaman alas los botánicos, aunque sólo sirven para retrasar la caída de la semilla y para que el viento la pueda arrastrar lejos de la planta que le dio origen, se desprendió de un árbol. Adviértase que el hecho de ser ligero y alado un fruto, indica que la planta futura no ha de necesitar en sus primeros años que la copa del árbol padre la proteja contra el sol.
     Cayó en lugar despejado, un caballo lo pisó sin aplastarlo y, como el suelo estaba mullido se halló en el fondo del hoyito hecho por la pezuña. Después, una lluvia otoñal lo llenó de agua y lo cubrió con tierra y así, la semilla halló humedad suficiente para que se despertase su, hasta entonces, latente vida.
     Primero se desarrolló el piquito de la semilla, formando el principio de la raíz central con la materia de los dos gajos, que eran la despensa de que había provisto la naturaleza para que pudiese vivir en la primera época, y que al quedar vacíos y adelgazados, se mostraron al exterior constituyendo el primer par de hojas y sirvieron para que la plantita pudiera empezar a vivir por sí misma, fabricando la sustancia necesaria para su desarrollo; mas al llegar el invierno se detuvo su labor. Fijaos bien en que los arbolitos y las plantas en general, a la inversa que los estudiantes y los diputados, disfrutan en invierno un periodo de vacaciones, mas no imitan a los que viven en perpetua holganza.
     En la siguiente primavera reanudó el arbolillo su trabajo y continuó su dicha; las raíces se extendían por doquier, ya que era único en disfrutar de tanto terreno que estaba a su alcance, como del aire para su ramaje, cual si fuera el verdadero rey del lugar, pero rey sin parlamento ni limitaciones constitucionales. Se debió, sin duda, al goce de vida tan próspera, que se hiciese algo caprichoso.
      Por ello no creció mucho, temiendo que la altura le obligase a gastar gran energía en la labor penosa de elevar no pocos metros los jugos que absorbían las raíces. En tanto el tronco se encorvaba engrosando, como se encorva y hace voluminoso el vientre de las personas que comen demasiado y trabajan poco corporalmente.
     Sin embargo, aunque viviendo el árbol con cierta esplendidez, no se mantenía ocioso. Resultaba interesante apreciar el afán con que trabajaban a la luz del sol los microscópicos granos de clorofila, a quienes deben las hojas su verde color, pues descomponían sin cesar el ácido carbónico del aire y con el carbono así obtenido y otras materias de la savia ascendente, fabricaban la dulce glucosa, empleada en su propio crecimiento. Mas cuando alguna parte de ella resultaba sobrante, era transformada en granitos de almidón, que guardaba cuidadosamente en las celdillas, ejercitando así una prudente economía.
     Luego, al aproximarse el invierno y estimar llegada le época de desprenderse de sus hojas, antes que las desgarraran los fríos, empezaban por retirar el almidón almacenado en ellas, conduciéndolo a los depósitos de reserva del tallo y luego, al pie del peciolo de la hoja, formando una capa de corcho para cicatrizar de antemano la herida que al desprenderse se hubiera podido producir. Al caer la hoja estaba bien guardado lo que merecía guardarse, que los árboles sólo derrochan belleza, salud y vida.
     Mucho disfrutaba el árbol durante el verano, cuando hacia el mediodía, los ganados acudían a buscar su fresca sombra para sestear, y le pagaban el beneficio recibido haciendo más fructífera la tierra. Pero se estremecía si dos amantes se sentaban bajo sus ramas, para formar planes relativos a un porvenir encantador, porque en ocasiones sacaban una navajita y grababan sus nombres en el tronco, probablemente con objeto de que, si ellos llegaban a olvidar sus promesas, las cicatrices del árbol las recordasen... al árbol mismo, que de tal modo recibía ¡una vacuna de amor!
     Todo acaba en el mundo, y también terminó la vida del árbol, en ocasión en que una terrible tormenta recorrió el paraje, y probablemente, por ser el único de los alrededores, recibió un rayo, que le dio la muerte.
     Como su tronco no era recto ni alto, se le carboneó juntamente con las ramas no muy delgadas; el carbón fue empleado ya en preparar manjares, ya en las estufas para suavizar los fríos del invierno y luego se enterró la ceniza con objeto de que fecundase la tierra de un bello jardín.

---Fin---