4/30/2009

JULES SUPERVIELLE - Le premier arbre

JULES SUPERVIELLE (Uruguay, 1884-1960)
Le premier arbre

C'était lors de mon premier arbre,
J'avais beau le sentir en moi
Il me surprit par tant de branches,
Il était arbre mille fois.
Moi qui suis tout ce que je forme
Je ne me savais pas feuillu,
Voilà que je donnais de l'ombre
Et j'avais des oiseaux dessus.
Je cachais ma sève divine
Dans ce fût qui montant au ciel
Mais j'étais pris par la racine
Comme à un piège naturel.
C'était lors de mon premier arbre,
L'homme s'assit sous le feuillage
Si tendre d'être si nouveau.
Etait-ce un chêne ou bien un orme
C'est loin et je ne sais pas trop
Mais je sais bien qu'il plut à l'homme
Qui s'endormit les yeux en joie
Pour y rêver d'un petit bois.
Alors au sortir de son somme
D'un coup je fis une forêt
De grands arbres nés centenaires
Et trois cents cerfs la parcouraient
Avec leurs biches déjà mères.
Ils croyaient depuis très longtemps
L'habiter et la reconnaître
Les six-cors et leurs bramements
Non loin de faons encore à naître.
Ils avaient, à peine jaillis,
Plus qu'il ne fallait d'espérance
Ils étaient lourds de souvenirs
Qui dans les miens prenaient naissance.
D'un coup je fis chênes, sapins,
Beaucoup d'écureuils pour les cimes,
L'enfant qui cherche son chemin
Et le bûcheron qui l'indique,
Je cachai de mon mieux le ciel
Pour ses distances malaisées
Mais je le redonnai pour tel
Dans les oiseaux et la rosée.
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4/29/2009

LUIS CERNUDA - El árbol

LUIS CERNUDA (Sevilla, 1902-1963)
El árbol

Al lado de la aguas está, como leyenda,
en su jardín murado y silencioso,
el árbol bello dos veces centenario,
las poderosas ramas extendidas,
cerco de tanta hierba, entrelazando hojas,
dosel donde una sombra edénica subsiste.

Bajo este cielo nórdico nacido,
cuya luz es tan breve, e incierta aún siendo breve,
apenas embeleso estival lo traspasa y exalta
como a su hermano el plátano del mediodía
sonoro de cigarras, junto del cual es grato
dejar dormir el tiempo divinamente inútil.

Tras el invierno horrible, cuando sólo la llama
conforta aquella espera del revivir futuro,
al pie del árbol brotan lágrimas de la nieve,
corolas de azafrán, jacintos, asfodelos,
con pujanza vernal de la tierra, y fielmente
de nueva juventud el árbol se corona.

Son entonces los días, algunos despejados,
algunos nebulosos, más tibios de este clima,
sueño septentrional que el sol casi no rompe,
y hacia el estanque vienen rondas de mozos rubios:
temblando, tantos cuerpos ligeros, queda el agua;
vibrando, tantas voces timbradas, queda el aire.

Entres sus mocedades, vida prometedora,
aunque pronto marchita en usos tristes,
raro es aquel que siente, a solas algún día
en hora apasionada, la mano sobre el tronco,
la secreta premura de la savia, ascendiendo
tal si fuera el latido de su propio destino. (…)

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4/28/2009

J.F. DUCIS - A mon petit bois

JEAN-FRANÇOIS DUCIS (Francia, 1733-1816)
A mon pettit bois


 ...Bois pur, où rien ne m'importune,
Où des cours et de la fortune
J'ignore et la pompe et les fers,
Où je me plais, où je m'égare,
Où d'abord ma muse s'empare
De la liberté des déserts;
Où je vis avec l'innocence,
Le sommeil et la douce aisance,
Et l'oubli de cet univers,
Loin de moi jetant dans les airs
Tous les orgueils de l'importance,
Tous les songes de l'espérance
Et l'ennui de tous les travers;
Où pour moi, ma seule opulence,
Ce que je sens, ce que je pense,
Devient du plaisir et des vers.
O le plus charmant bois de France!
Que de douceurs dans tes concerts!
Quel entretien dans ton silence!
Quel secret dans ta confidence!
Que de fraîcheur sous tes couverts!

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4/27/2009

LA BÚSQUEDA DEL ÁRBOL CUYO FRUTO HACE INMORTAL
Cuento sufí


Un día un hombre instruido, por gusto de relatar una historia, hablaba de un árbol situado en la India. Nadie que come de sus frutos, decía, envejece ni muere jamás.
Un rey oyó referir este relato a una persona fidedigna, y se puso ansioso por descubrir aquel árbol. Por eso envió en su busca un mensajero inteligente. Éste recorrió el país, visitando todas las ciudades, llanuras y montañas.
Todos aquellos a quienes preguntaba se burlaban de él, lo trataban de loco, o le mostraban un respeto irónico más penoso que el insulto. O, también, lo enviaban a lugares en los que supuestamente estaba el árbol en cuestión. Cada uno le daba informaciones diferentes, hasta que al final, tras varios años transcurridos en vanas investigaciones, el mensajero resolvió renunciar a su búsqueda, y totalmente desconsolado, tomó el camino de vuelta.
Ahora bien, en un lugar donde hizo un alto, vivía un Sabio. El mensajero se dijo: “Ya que no tengo más esperanza, lo visitaré antes de irme, para que me acompañe su bendición”. Y llorando, se fue a ver al Sabio y le puso de manifiesto su desespero.
El Sabio le preguntó cuál era el motivo. El respondió:
“El emperador me envió a buscar un árbol que es único en el mundo; su fruto es de la substancia del Agua de la vida. Hace años que lo estoy buscando y sólo he recibido rechiflas”.
El Sabio se echó a reír y dijo. “¡Ingenuo!, este árbol es el del conocimiento; altísimo, enorme y que se extiende hasta muy lejos: es el Agua de la vida que proviene del océano infinito de Dios.
Partiste en busca de la forma y te perdiste; no puedes hallarlo, pues has abandonado la realidad.
A veces lo llaman árbol, a veces sol, ora mar, ora nube.
Es ese algo único de donde provienen cien mil efectos: el menor de ellos es la vida eterna.
Aunque su esencia es una, tiene mil efectos y se le puede aplicar innumerables nombres.
Una persona puede ser tu padre; con respecto a otro individuo puede ser su hijo. Respecto a otro puede ser su enemigo, y para otro más, mostrarse amigo.
Posee cientos de miles de nombres, pero es un solo ente; ninguna de sus características puede dar de él una verdadera descripción.
Quienquiera que busque el nombre sólo, estará extraviado y perdido, como tú lo estás. ¿Por qué atenerte a la palabra “árbol” de tal modo que quedes amargamente defraudado?
Renuncia a los nombres y considera los atributos, para que los atributos puedan guiarte a la esencia.
Las disputas de los hombres las causan los nombres: la paz llega cuando se dirigen a la realidad indicada por el nombre".

(Rûmî, Mathnawî, II, 3641 ss.)