12/11/2022

LA VOZ DE GALICIA - Redacción
Confirmado: plantar árboles salva vidas


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Los investigadores también estiman que los beneficios económicos anuales de plantar árboles superan ampliamente el coste de su mantenimiento. El estudio, codirigido por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación "la Caixa", y el Servicio Forestal del USDA, se ha publicado en Environment International.
     Cada vez hay más evidencia que apunta a una asociación entre la exposición a la naturaleza y una menor mortalidad. «Sin embargo, la mayoría de los estudios utilizan imágenes de satélite para estimar el índice de vegetación, que no distingue los diferentes tipos de vegetación y no puede traducirse directamente en intervenciones tangibles», señala Payam Dadvand, investigador de ISGlobal y autor principal del estudio.
      Así, los autores aprovecharon un experimento natural que tuvo lugar en la ciudad de Portland: entre 1990 y 2019, Friends of Trees plantó 49.246 árboles en las calles y mantuvo registros de dónde se plantaron los árboles y cuándo. El equipo de investigación analizó el número de árboles plantados en una zona determinada, concretamente, un área censal, donde viven aproximadamente 4.000 personas, en los 5, 10 o 15 años precedentes. Asociaron esa información con la mortalidad por causas cardiovasculares, respiratorias o no accidentales en esa misma zona, utilizando datos de la Autoridad Sanitaria de Oregón.
     Los resultados muestran que en los barrios en los que se habían plantado más árboles, las tasas de mortalidad (muertes por cada 100.000 personas) eran menores. Esta asociación negativa era significativa para la mortalidad cardiovascular y la no accidental (es decir, todas las causas excluyendo los accidentes), sobre todo para los hombres y las personas mayores de 65 años.
      Además, la asociación era más fuerte a medida que los árboles envejecían y crecían: la reducción en la tasa de mortalidad asociada a árboles plantados entre 11 y 15 años antes (30 %) era el doble de la observada con árboles plantados entre uno y cinco años antes (15 %). Esto significa que los árboles más viejos están asociados a una mayor disminución de la mortalidad, y que conservar los árboles maduros puede ser especialmente importante para la salud pública.
     Este estudio no aporta evidencia directa sobre los mecanismos por los cuales los árboles mejoran la salud. Sin embargo, el hecho de que los árboles grandes tengan un mayor impacto en la salud que los pequeños es revelador, porque los árboles más grandes son mejores para absorber la contaminación del aire, moderar las temperaturas y reducir el ruido (tres factores relacionados con un aumento de la mortalidad).
      «Observamos el efecto tanto en los barrios verdes como en los menos verdes, lo que sugiere que plantar árboles en las calles beneficia a ambos», afirma Geoffrey H. Donovan, del Servicio Forestal del USDA y primer autor del estudio. El análisis tuvo en cuenta otros factores que pueden influir en la mortalidad, como los ingresos, la educación y la composición racial de los barrios.
     Finalmente, según las estimaciones de los autores, los beneficios de plantar árboles superan con creces el coste: el coste anual de plantar y mantener un árbol urbano en cada una de las 140 zonas censales de Portland oscilaría entre 3.000 y 13.000 dólares, mientras que generaría unos 14,2 millones de dólares anuales en vidas salvadas.
      «Nuestros resultados proporcionan una sólida base científica para guiar intervenciones tangibles, por ejemplo, la plantación de árboles, destinadas a aumentar la longevidad de los residentes urbanos», concluye Dadvand.

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12/08/2022

¿Los árboles lloran?

MARÍA CRISTINA SULE
El llanto de las tipas (tipuanas)

Hace pocos años, la BBC de Londres envió un periodista a Argentina para investigar un fenómeno único, que se daba en unos extraños árboles que había en ese país.
     Los lugares recomendados para la investigación eran dos: las calle Pedro Goyena de Buenos Aires, en donde la más larga galería de esos árboles tiene cinco cuadras de longitud, además de las Avenidas Costanera Sur, Figueroa Alcorta y Melián.

Calle Melia de Buenos Aires

     La otra estaba en el interior y era cinco o más veces más grande, en la ciudad de Córdoba. Se trata de un paseo en donde la galería continua de estos ejemplares es, probablemente, dueña de un Récord Mundial que algún día se confirmará: el de ser la arboleda de tipas más larga del mundo. Tiene 3 kilómetros de largo. Es que La Cañada, así es como se la llama, corta como un tajo de verde, agua, piedra y nostalgia, toda la ciudad de Córdoba. Este paseo se construyó porque cuando el arroyo que recorre su canal se desbordó, arrasó con edificios enteros, como el de la Cárcel, en el siglo XVII, en 1890 llegó a inundar el Centro, ahogando a 200 personas y, ya en 1939, arrasó la mitad de los puentes. En su construcción participaron los mejores picapedreros del mundo: los croatas. Pero el toque de magia se lo puso el Arquitecto Thays, ese paisajista que cambió el país con su locura por el verde. Fue él quien descubrió que las tipas, ese árbol del norte argentino, de la zona de las llamadas Yungas, que también crece en Brasil, Bolivia y Uruguay, podía ser trasplantado con facilidad, y darse en Córdoba y en Buenos Aires.
     Se plantaron 375 ejemplares. Todos crecieron con sus copas hacia el interior del canal, para buscar el sol que le tapaban los edificios cercanos, a cuyos sextos pisos llegan a sobrepasar con facilidad.
     A su sombra, personajes como La Pelada de La Cañada y otros fantasmas legendarios asustaron a muchas generaciones. Pero algo que sorprende aunque tanto no asusta, es el fenómeno único del Llanto de las Tipas: En los meses de Octubre a Diciembre, quien pasea por estas calles tan únicas, sentirá la caída de una especie de lágrimas sobre su cara y su cuerpo, produciendo cierta frescura. Es que hasta en eso es generosa esta especie vegetal. Esa frescura está dada por la caída de una sustancia similar a la espuma, producida por la Chicharrita de la Espuma
(Cephisus siccifolius), un insecto que, en el estado de ninfa, se alimenta de la savia y produce esa sustancia que se parece a copos de nieve. El Llanto de las Tipas: una maravilla más, que a veces pasa desapercibida. Tan desapercibida como el hecho de tener un probable Récord Mundial, en ese largo paraíso verde, lleno de nostalgia de amigos y de amores perdidos pero nunca olvidados. 

Arroyo La Cañada, Ciudad de Córdoba, Argentina  
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12/05/2022

Rosalía siempre, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El árbol de Rosalía

     En el Jardín Botánico-Histórico de Padrón (reconocido como jardín histórico desde 1946), hay numerosos árboles reseñables, pero esta enorme secuoya roya ha recibido el nombre de "Secuoya de Rosalía". El antiguo jefe de jardineros del parque, recordaba que su padre le contaba que, siendo él niño, una mujer se sentaba a escribir en un banco azul que había bajo ella. Una mujer que escribía sola, en un parque público, a mediados del siglo XIX, recibió de ellos el epíteto de "tola" (loca). Sólo transcurrido el tiempo se darían cuenta de la importancia de la gran poetisa y alguien daría tan insigne nombre a la secuoya que la cobijó mientras escribía alguno de sus versos.
 
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12/02/2022

RAFAEL ALBERTI (Cádiz, 1902-1999)
Vaivén

Por la tarde, ya al subir;
por la noche, ya al bajar;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.

¿Es azul, tarde delante?
¿Es lila, noche detrás?
Yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.

Si el pájaro serio canta
que es azul su azulear;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.

Si el mirlo liliburlero,
que es lila su lilear;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.

Ya nieve azul a la ida,
nieve lila al retornar;
yo quiero pisar la nieve
azul del jacarandá.

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