10/08/2020

El árbol de membrillo

LOUISE GLÜCK (Nueva York, 1947) Premio Nobel de literatura 2020
El árbol de membrillo

El tiempo era, al final, nuestro único tema.
Por suerte, vivíamos en un mundo con estaciones:
sentíamos que teníamos acceso a cierta variedad:
oscuridad, euforia, varios tipos de espera.

Supongo que, en rigor de verdad, nuestros intercambios
no se podían llamar conversaciones, porque se imponía
el acuerdo, la repetición. 

Y aún así, sería un error pensar que no teníamos
idea de lo que le pasaba al otro y que no respondíamos
en profundidad al mundo, como sería un error pensar
que vivíamos vidas limitadas o vacías.

>Teníamos gran riqueza.
Teníamos, de hecho, todo lo que veíamos
y si bien es verdad que no veíamos
ni demasiado lejos ni con mucho detalle,
lo que podíamos discernir lo absorbíamos
con un hambre que apenas se imaginan los jóvenes,
como si toda la experiencia se hubiese canalizado
en estas pocas percepciones.

Canalizado sin dejar recuerdo.
Porque para nosotros, el pasado era un referente perdido,
una imagen perdida, un relato perdido. ¿Qué contenía?
¿Había amor ahí? ¿Alguna vez
habrá habido un esfuerzo sostenido? ¿Y fama?
¿Habrá habido algo así alguna vez?

Al final, no hizo falta preguntar. Porque sentíamos
el pasado; estaba, de algún modo,
en esas cosas, el jardín de adelante y el de atrás
las impregnaba, dándole al arbolito de membrillo
un peso y un sentido casi insoportables.

Perdida por completo y a la vez extrañamente viva, la totalidad de nuestra existencia humana:
Sería un error pensar
que porque nunca salíamos del jardín
lo que sentíamos era reducido o parcial.
En su grandeza y su esplendor, el mundo
estaba al fin presente.

Y de eso conversábamos o hacíamos alusión
cuando se nos daba por hablar.
El tiempo. El árbol de membrillo.
Y vos, en tu inocencia, ¿qué sabés de este mundo?

Traducción de Ezequiel Zaidenberg

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Almeces en la ciudad

JOSÉ MARÍA RIBA
¿Qué les está pasando a los almeces de las ciudades?           (Artículos del autor)

Introducción

     El almez mediterráneo, Celtis australis, es una especie muy utilizada en jardinería, como árbol ornamental de alineación (en viario y generalmente en alcorque) o en parques y jardines. En los últimos años, muchas ciudades están apostando para rebajar el porcentaje muy elevado que había llegado a tener el plátano de sombra (Platanus x acerifolia, un híbrido de jardinería surgido en el siglo XVII) dentro del arbolado municipal, en favor de otras especies, donde destaca de manera muy importante el almez. Así, por ejemplo, el patrimonio arbóreo municipal de Barcelona en el 2017 era de unos 240.000 árboles, donde el 9% correspondían al plátano de sombra y el 6% al almez; en el 2011 y para los árboles de alineación, estas proporciones eran del 30% en el caso del plátano y del 12% en el almez; o más escandalosas fueron las cifras en el 1992, cuando el plátano había llegado al 53%. 
     La substitución del plátano de sombra por otras especies (con el almez, ciprés de Lambert, troana, sófora y tipuana, entre la más utilizadas) se hace atendiendo a razones diversas, destacando: a) aumentar la diversidad de especies arbóreas, b) buscar árboles con menos fenómenos de alergias o molestias, c) menos delicados, menos sensibles (o más tolerantes, según se mire) a plagas, enfermedades y/o fisiopatías, d) que tengan menos requisitos de poda, e) que sean de dimensiones más pequeñas, entre otras.
El género Celtis cuenta con unas 70 especies de árboles de hoja caduca, de regiones templadas a nivel mundial, tanto del hemisferio Norte, como del Sur. La especie ornamental más utilizada en el litoral mediterráneo corresponde a Celtis australis, pero también se utilizan C.occidentalis (almez norteamericano) y C.sinensis (almez chino).
      C.australis es originario del sur de Europa, oeste de Asia y norte de África; crece habitualmente entre los 50 y los 1.300 m de altitud, y prefiere exposiciones soleadas en bosques caducifolios mixtos termófilos (templados), bien adaptado a suelos pobres, secos y pedregosos que carecen de humus; no forma nunca bosques, apareciendo aislado en barrancos, laderas y terrenos alejados de riberas; en condiciones óptimas, puede superar los 600 años de edad.
      Además de los factores indicados anteriormente, en las últimas décadas se ha favorecido la plantación del almez como árbol municipal y de alineación, por el hecho de ser tolerante a la contaminación urbana, por presentar muy pocas plagas/enfermedades agresivas y por ser bastante tolerante a la sequía.
Los daños más frecuentes, aunque de poca importancia y agresividad, que presentan los almeces se encuentran asociados generalmente a ataques de insectos minadores (Agromyza, Caloptilia, Phyllonorycter), ácaros eriófidos (Aceria, Reckella), pulgones (Aphididae), cochinillas (Diaspididae) y de hongos foliares (Erysiphe, Taphrina).
      Pero esta situación de “normalidad” parece estar cambiando. En Europa, los primeros casos de “decaimiento anormal” aparecieron en la década de los 70s; es a partir de la década de los 90s cuando estos daños se hacen más evidentes y frecuentes, hasta llegar a la situación preocupante de los últimos años (2016-2019). Cada vez es más fácil encontrar ejemplares de almeces ornamentales que muestran un decaimiento anormal y muy generalizado en la copa, con síntomas y daños más evidentes en años de sequía e inviernos fríos. Una de las causas a las que se atribuyen estos daños parece ser la presencia, cada vez más diagnosticada por los laboratorios, de fitoplasmas (pertenecientes a los grupos “Apple Proliferation”, “Aster Yellow” y “Elm Yellows”).

Daños que se observan
      En los almeces más afectados, destacan los daños que se hacen muy evidentes en la copa, especialmente en la más apical; generalmente son ramas aisladas, mientras que el resto de la copa, así como las ramas inferiores, muestran un aspecto completamente normal. En las zonas de copa afectadas, y a golpe de vista, se puede apreciar una densidad foliar más pobre del normal, e incluso procesos de seca de brotes y de ramillos; ya en más detalle, y en el ramaje afectado, es fácil observar hojas más pequeñas de lo normal (microfilias), con deformaciones foliares (de todo el limbo, en lugar de tener la hoja típica de planifolio) y/o con un patrón de coloraciones verde-amarillo alternado, con mosaicos amarillos muy definidos, o con un amarilleo difuso (clorosis); pueden darse fenómenos de esterilidad de flores y una menor fructificación; en algunas ocasiones, pueden observarse también brotes y ramillos con entrenudos más cortos (enanismos).
      Estos daños se observan tanto en árboles jóvenes (plantados hace 10-15 años), como en árboles maduros-viejos (con más de 100-150 años), tanto en zonas urbanas (arbolado viario o en parques), como en zonas rurales (en jardines). Este debilitamiento y decaimiento generales son daños progresivos, pero muy lentos en el tiempo; con los años (y para los ejemplares en seguimiento), estos daños pueden evolucionar y agravarse durante 20-30 años, hasta la muerte del ramaje principal o de la copa; finalmente, podría conllevar la muerte del árbol. Destacan los daños observados en Mallorca (Palma [I.Gascón comunicación personal], Calvià), Barcelona (Badalona, Barcelona, Manresa, Prat del Llobregat, Rajadell, Sabadell, Sant Cugat, Vallirana), Girona (Mont-ras, Viladesens), Tarragona (Reus).

¿Qué son los fitoplasmas?
      Los fitoplasmas (a diferencia de los eucariotas, que forman los 4 Reinos [animales, plantas, hongos y protistas]) son organismos procariotas sin pared celular, polimorfos (pero “no espiral”), “gram positivo” y con un tamaño medio de 200-800 nm, muy relacionados con las bacterias, dentro de la Clase de los Mollicutes; descubiertos por primera vez en 1967. Provocan enfermedades en cientos de especies vegetales de regiones tropicales y templadas, actuando como parásitos obligados del hábitat intracelular de las plantas huésped, localizándose en el tejido del floema (principalmente en las células cribosas que conducen la sabia). En las plantas leñosas de hoja caduca, la distribución espacial de los fitoplasmas no es regular y parece estar influenciada por factores externos.
      Los fitoplasmas necesitan de organismos vectores para la transmisión de la enfermedad, generalmente durante la fase de alimentación de insectos del tipo picador-chupador, del grupo de los Hemiptera-Homoptera. (...)
      Hay muy poca información y estudios sobre estos daños por fitoplasmas y observados en el almez, pero las analíticas de laboratorio realizadas sobre muestras de plantas afectadas (en España, Francia e Italia) han dado positivo a estos fitoplasmas.

Medidas correctoras y actuaciones de control
      En agricultura, el control de los fitoplasmas se basa en la prevención, destacando: a) usar material vegetal sano, b) plantar especies/variedades resistentes a estos fitoplasmas, c) evitar plantar en áreas donde existe el fitoplasma y sus vectores potenciales y d) controlar las poblaciones de insectos vectores (mediante aplicaciones periódicas con insecticidas). En los últimos años han aparecido nuevas alternativas, como son e) aplicaciones de antibióticos (oxitetraciclina) mediante la técnica de la inyección a tronco por endoterapia, f) utilizar híbridos de variedades resistentes o bien clonar material vegetal sano (modificado, obtenido por técnicas in-vitro) y g) utilizar ejemplares obtenidos de plantas madre infectadas con cepas hipo-virulentas de estos mismos fitoplasmas.
      Pero estas actuaciones indicadas anteriormente no tienen aplicación posible en el arbolado ornamental y mucho menos con el almez. Hay muy poca información sobre esta enfermedad de los almeces (cómo se introduce, desarrolla y evoluciona) y tampoco se conocen a los insectos vectores. También es sabido que las podas sanitarias (con la eliminación del ramaje afectado) no son la solución: se reduce o elimina el daño visible en la copa, pero no se elimina el fitoplasma, ya que éste se mueve por el interior del sistema vascular de la planta y puede encontrarse en reservorios radiculares y en el tronco, por lo que al formarse los nuevos brotes, se moverán nuevamente los fitoplasmas.
      Pero debido a que el progreso de los daños asociados a estos fitoplasmas en el almez tiene un ritmo muy lento (superior a 20 años), ciertas actuaciones dirigidas a la reducción de situaciones de estrés pueden favorecer al árbol. Destacan por ejemplo: a) riegos puntuales y de soporte en períodos de estrés hídrico, b) aplicaciones con abonos del tipo radicular/foliar específicos, c) mejoras en la calidad del suelo.

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10/05/2020

Chanson pour un arbre

DOMINIQUE DIMEY (Francia, 1957)
Chanson pour un arbre


Il a plus de deux cents ans
C’est l’ancêtre, dit le vent
Dit le vent
Les hommes ont bien essayé
Maintes fois de le couper
Le couper
Mais il a levé les bras
En criant : non pas le droit !
Pas le droit !
Je suis vivant comme vous
Je ne peux vivre à genoux
À genoux !

Racines aux pieds
Les pieds dans la terre
Un arbre debout
Face à l’univers
Racines aux pieds
Entre ciel et terre
Un arbre de vie
Attend et espère!

Il respire et il murmure
Il se couvre de verdure
De verdure
Il s’étire et il grandit
Donne des fleurs et des fruits
Et des fruits
Il est l’ombre en plein soleil
La fraîcheur dans le désert
Le désert
Il a un collier d’écorce
Nourri de sève et de force
Et de force

Les enfants lui font la cour
Font la ronde tout autour
Tout autour
Les oiseaux cachent leurs nids
Pour protéger leurs petits
Leurs petits
La pluie sème quelques grains
Les caresses du matin
Du matin
Et la nuit bleue s’y repose
Avec la lune toute rose
Toute rose!

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10/02/2020

El origen de las espinas de las plantas

HÉCTOR RODRÍGUEZ
El origen de las espinas de las plantas

¿Por qué las plantas tienen espinas? La respuesta es fácil: para protegerse de los animales hambrientos a los que les gusta masticarlas. Pero, ¿de dónde vienen las espinas? La respuesta es un poco más complicada.
     Antes un pequeño apunte botánico: en las plantas, pese a cumplir la misma función, no todos esos apéndices puntiagudos, que en más de una ocasión nos han hecho pasar un mal rato, tienen la misma naturaleza. Por ejemplo, "las espinas de las rosas, que también podemos encontrarlas en arbustos como las zarzamoras o las frambuesas, son como los pelos de nuestros brazos, es decir, crecen a partir de la epidermis del vegetal", explica Vivian Irish, bióloga evolutiva de la Universidad de Yale y autora un artículo que se publica esta semana en la revista Current Biology.
      Otras plantas, entre las que se incluyen los cactus, tienen pinchos, otro tipo de armamento afilado y puntiagudo pero que en esta ocasión se forman en lugar de las hojas. O mejor dicho, los pinchos de los cactus son hojas que se han especializado en la función defensiva de la planta. Por último, los espinos de plantas como las buganvillas y otras especies entre las que se incluyen los cítricos surgen de los brotes, es decir, en el lugar donde debería surgir una nueva rama.
      Irish explica que desde hacia mucho tiempo se hallaba fascinada por las espinas de las acacias negras -Gleditsia triacanthos- que son habituales en algunas áreas urbanas de Estados Unidos. Si bien la mayoría de estos árboles habían sido seleccionados para no tener espinas, la doctora, apasionada por las plantas, se había percatado de que algunos especímenes más viejos aún hacían gala de peligrosas espinas que en ocasiones podían alcanzar los 30 centímetros. Irish estaba intrigada por cómo surgieron estas estructuras pero, según cuenta, han tenido que pasar 4 décadas para dar con la respuesta, y que precisamente han llegado desde la disciplina en que la científica es experta, la biología molecular; y concretamente de su campo de estudio: las células madre.

Gleditsia triacanthos

      La investigación de Irish y su equipo se centró en los cítricos, demostrando por primera vez que en estos, en un fenómeno nunca observado hasta ahora, las espinas surgen de las poblaciones de células madre de sus brotes . Al contrario que sucede con las células madre típicas de animales o plantas, que continúan dividiéndose hasta especializarse en otro tipo de célula, las células madre de las espinas sufren un paro programado. Así, los científicos descubrieron que dos reguladores de la producción de células madre denominados TI1 y TI2 son los responsables de este parón. Dichos reguladores cortan gradualmente la actividad de las células madre en la espina en desarrollo, de modo que esta se reduce gradualmente hasta que no queda más que un extremo puntiagudo.
      Cuando los investigadores eliminaron genéticamente los dos reguladores, la actividad de las células madre continuó, y en lugar de espinas, las plantas de cítricos produjeron nuevas ramas. La información podría conducir a huertos de naranjos u otros frutales con más ramas y por tanto más frutas.
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