2/10/2019

JOSÉ M. MARTÍN (Salamanca)
La paulownia, un árbol asiático para biomasa


     La paulownia es un árbol que puede crecer hasta seis metros al año. Esta especie, procedente del sudeste asiático, está catalogada como de crecimiento rápido, motivo principal por el que su uso en jardinería ha aumentado en toda Europa en los últimos años.
     Sin embargo, la paulownia continúa siendo un cultivo muy desconocido y apenas extendido en nuestro país. Sabedores de sus propiedades, investigadores extremeños decidieron iniciar un proyecto para estudiar la posibilidad de introducir este árbol en la región y valorar su productividad en el sector agrario. «Buscamos el aprovechamiento de terrenos de cultivo marginales para ofrecer a los agricultores alternativas con las que obtengan rentabilidad de algunos de los espacios en los que, por diferentes motivos, no se pueden sembrar productos tradicionales», explica José Berdón, trabajador de ICMC-Cicytex -antiguo Iprocor- e investigador principal del proyecto 'Estudio de clones de paulownia para la producción de biomasa y madera'.
      El nombre de la investigación indica los dos aprovechamientos que se plantean para esta especie en Extremadura. Para saber si su siembra puede ser rentable para los agricultores se deben analizar dos variables: la producción de madera por hectárea, para valorar su rentabilidad en los suelos extremeños, y las características de la biomasa que se obtiene de esa materia prima, para conocer propiedades que inciden en su calidad.

      La primera parte del estudio se desarrolla en los campos de ensayo que Cicytex tiene en Iprocor, en Mérida. Allí, se realizaron dos plantaciones de paulownia: una destinada a madera y otra a biomasa. Cada una de ellas tiene diferentes clones -«réplicas de un individuo seleccionado genéticamente», explica Berdón- de paulownia. De esta forma, se pretende conocer cuál de ellos se adapta mejor a las condiciones ecológicas de Extremadura. «Las Vegas del Guadiana son especialmente propicias para el desarrollo de esta especie arbórea, porque tiene suelos con un ph ligeramente ácido», añade el investigador.
     Ambas plantaciones tienen un ritmo de estudio diferente. Los árboles dedicados a la biomasa tienen un ciclo de corte de tres años. Esto quiere decir que pueden realizarse siete talas, ya que las paulownias tienen una vida productiva de 21 años. A partir de esa edad les cuesta más crecer y son menos rentables. En el caso del aprovechamiento para madera, al necesitarse una mayor formación del tronco, se realizan los cortes cada diez años.
     Por el contrario no hay diferencias en cuanto a los tratamientos y cuidados que reciben los árboles de las dos parcelas. Todos ellos son abonados y tienen riego por goteo. «La parcela de biomasa ha necesitado unos 200 litros de abono al año para sus 338 árboles y un máximo de 24 litros de agua diarios para cada ejemplar, lo que son datos muy inferiores a los de una producción de regadío típica», expone Berdón, recordando que son condiciones de ensayo por lo que a la hora de hablar de producción agraria esas cifras se podrían reducir bastante.
 (...)  Los primeros datos de producción en el terreno dedicado a la biomasa apuntan que con cada corte -que se produce cada tres años- se pueden lograr hasta 66 toneladas de madera en verde por hectárea. La materia prima obtenida debe someterse a un proceso de secado antes de destinarse a su uso definitivo, por lo que es muy importante conocer el peso de la madera ya seca y calcular el porcentaje que se pierde con la humedad. En Iprocor se toman muestras de los troncos y se meten en un horno. Con esta prueba se certifica que la materia prima pierde en torno a un 63,5 por ciento de su peso al secarse, con lo que la producción por hectárea sería de unas 24 toneladas.
     Durante los tres años de crecimiento de los árboles, los trabajos del equipo investigador consisten en controlar el aumento de tamaño y realizar las correspondientes mediciones. La paulownia tiene unas hojas muy grandes, sobre todo en sus primeras fases de crecimiento, que son muy apetecibles para el ganado, lo que puede servir para otro aprovechamiento agrario. Sin embargo, en los campos de estudio se han dejado en el suelo como materia orgánica. «El árbol tras la floración produce frutos con semillas aladas, pero éstas no son fértiles. Así no hay problema de que se convierta en una especie invasora», puntualiza el investigador principal.
     Una vez que se realiza la tala de los árboles, sus troncos y ramas se convierten en astillas que se envían al centro que Cicytex tiene en la finca La Orden. Allí, otra parte del equipo investigador analiza las propiedades que tiene la madera de paulownia a la hora de ser utilizada como biomasa.

Análisis
     En los laboratorios se recibieron las muestras astilladas la semana pasada, por lo que están en pleno proceso de análisis. Éste terminará con una perfecta caracterización de la biomasa, en base a la normativa Aenor de combustibles sólidos, lo que sirve para conocer su calidad. «Dependiendo de los parámetros que se obtengan ésta puede ser A1, A2, B1 ó B2», señala Luis Royano, investigador en biocombustibles de La Orden.
     Todas las pruebas se realizan en base seca, por lo que lo primero es eliminar la humedad de la materia prima e identificar su procedencia. A continuación se muelen las astillas para dotar a la muestra de una uniformidad total.
     Entre los parámetros que se analizan están la humedad, el contenido de cenizas o el poder calorífico. También se hace un análisis elemental en el que se determina el contenido en carbono, hidrógeno, nitrógeno y azufre. «Cuanto más carbono tenga, tendrá un poder calorífico superior», según Ana Parralejo, investigadora en biocombustibles, y «cuanto menos azufre tenga, será biomasa de mejor calidad», completa Royano. Además se realizan otros análisis, como el porcentaje de cloro, porque puede afectar negativamente a las calderas dado que es corrosivo.
     Las expectativas del equipo investigador son buenas y esperan obtener, mediante plantaciones realizadas en Extremadura, un biocombustible de calidad y que cumpla la normativa vigente. «Lo lógico es que esté entre A1 y A2», considera Royano. Para decirlo se apoya en los estudios que previamente se han realizado en Cicytex sobre paulownia y en la bibliografía existente. «El poder calorífico inferior (PCI) podría estar entre 4.200 y 4.500 kilocalorías por kilogramo (kcal/kg). Esto es comparable a cualquier cultivo leñoso, como el pino o el eucalipto que son los más utilizados en biomasa», remarca Parralejo.
     Por último, entre los aspectos positivos de la paulownia, el equipo investigador destaca que se trata de un cultivo cuyo proceso de transformación en biomasa y la utilización de este biocombustible como fuente de energía es medioambientalmente sostenible. «Se trata de cerrar el círculo del dióxido de carbono. Es decir, el CO2 emitido durante la quema de la biomasa de un ejemplar de paulownia es igual al que éste necesita a lo largo de su vida para crecer», concluye Royano.

Lo hemos leído aquí

PLANTACIÓN INCLUIDA EN LA PAC

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2/07/2019

En ABC.es, hemeroteca
El rayo dormido

(Yo no creo ciertas noticias pero no dejo de pensar en lo cierto que algunas pudieran tener. Os presento el mismo hecho en dos periódicos distintos, ABC y El País, aún sabiendo que quien escribe no siempre da datos fidedignos, juzgad vosotros.)

    Hay rayos que se quedan a dormir dentro de los árboles y que no se despiertan hasta que pasa la noche, sale el sol y el aire se seca y, entonces, inician el incendio. Algunos duermen dos días seguidos. Según Óscar Catalán, bombero, el árbol que tiene un rayo dormido suele presentar una cicatriz en forma de espiral sobre la corteza como si el rayo no quisiera tomar tierra en línea recta sino que va dando vueltas alrededor del tronco, enroscándose como un bailarín de la copa a las raíces, de donde a veces sale para seguir su camino bajo tierra y entrar a dormir en el árbol de al lado. En el valle de Ayora, en Valencia, el 99,9 por ciento de los incendios forestales se inician por rayo, según los estudios efectuados por la asociación de lucha contra incendios de Ayora y la Valle; de ahí la importancia de localizar los rayos que caen sobre las carrascas durante las tormentas de verano, como la que tuvo lugar en este valle el pasado viernes. Si se encuentran, se evita el incendio, y hasta sobrevive el árbol que tiene dentro, dormido, un rayo.
     En Galicia vive una secuoya gigante a la que le han caído dos rayos en lo que va de año, y ahí sigue, quemada hasta la médula, protegiendo la casa y dando, nadie sabe cómo, todavía rumor de pájaros y de ramas.
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JOVI ESTEVE, en el El País
¿Qué es un rayo latente?

Incendio en el municipio de Baltar, Ourense. 2011,
     Sabemos que una de las causas que puede originar un incendio forestal es la caída de un rayo en plena tormenta, pero no siempre el impacto del mismo sobre un árbol conlleva un fuego inminente. Hay ocasiones en que, hasta pasadas bastantes horas o días, el árbol no empieza a quemarse apareciendo lo que se llama el rayo latente. Cuando hay tormentas con aparato eléctrico sobre una masa forestal, puede ocurrir que la descarga de un rayo sobre un árbol no produzca llama en el mismo momento, puesto que hay lluvia y mucha humedad. Ahora bien, otra cosa es lo que en ocasiones puede ocurrir dentro del árbol. La elevadísima temperatura del rayo (puede ser de hasta 30.000 grados centígrados, seis veces la temperatura del Sol), y la falta de oxígeno en el interior del tronco, generan un proceso de lenta pero progresiva combustión.
      Estos rayos latentes, dormidos o silenciosos, pueden tardar hasta cuatro días en manifestarse. Lo harán cuando las condiciones atmosféricas hayan cambiado y el ambiente sea más seco y caluroso. Cualquier ranura podrá provocar que el oxígeno exterior empiece a alimentar las brasas internas y desencadene una combustión espontánea y violenta. Si encima hay viento, tenemos los ingredientes perfectos para la catástrofe. (...) Por último, estos rayos dormidos son difíciles de detectar, ya que si observamos un árbol afectado no da muestras del proceso de combustión interna que está generando.


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2/04/2019

METAMORFOSIS DE DAFNE 
La pervivencia de un mito en el arte 

     Esta es una serie de trabajos de diferentes artistas de diversos tiempos. El tema es el siempre inspirador de la arrogancia y el honor, o del deseo y el rechazo.
Apolo y Dafne (1460) de Epître d’Othéa.
Antonio del Pollaiuolo (1432-1498)
 Agostino Veneziano y Maestro del Dado (1532-1533)
Maestro del Dado - (1532-1533)

Christoph Murer - 1580

Goltzius, Hendric (Muhlbrecht 1558- Haarlem 1617)
  Paolo Veronese (1560 – 1565)
Escuela florentina

 Peter Paul Rubens (1577-1640)

 Giovanni Biliverti (1585-1644)
 Francesco Albani (1615–1620)

Gian Lorenzo Bernini (1622-1625)



Jean Baptiste Van Loo (1684-1745)  Museo de Arte de Budapest

Carlo Maratta, 1681

Giambattista (Giovanni Battista) Tiepolo 1745
Benedetto Luti, 1770
Palacio del Agua (Pałac Na Wyspie Varsovia)
Jean-Etienne Liotard (1702-1789)

Andrea Appiani - 1794

Robert Lefever (1755-1830)
Théodore Chassériau, 1845
Theodore Chassériau (1819-1856)
John William Waterhouse, 1908
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La terra è liberata (Apollo e Dafne) HWV 122 es una cantata secular compuesta por Georg Friedrich Händel entre 1709-10 basada en el mito de Apolo y Dafne. Händel comenzó la obra en Venecia en 1709, pero la terminó en Hanover después de llegar en 1710 para asumir el cargo de Kapellmeister del Elector, quien posteriormente sería rey Jorge I de Gran Bretaña. La obra es una de las cantatas más ambiciosas de Händel, y es un indicativo de la brillante carrera operística que desarrollaría en los siguientes 30 años de vida.
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2/01/2019

XAVIER LOMBARDER, en "La Voz de Galicia"
El zorro come 40 tipos de frutos y ayuda a expandir el bosque gallego

Es un gran dispersador de millones de semillas a larga distancia, pero los cazadores creen que existe sobrepoblación

     El perseguido raposo está prestando un importante servicio a la naturaleza auxiliando a la dispersión de semillas de hasta 40 especies arbóreas. Investigadores de la Universidade de Santiago de Compostela han demostrado la relación mutualista entre uno de los árboles, el serbal, y los carnívoros que consumen sus frutos carnosos. Ignacio Munilla, desde el departamento de Botánica, y José Guitián, del de Biología Celular y Ecología, comprobaron que durante 11 años los frutos de los serbales han estado ininterrumpidamente en la dieta de zorros y martas.
     De noche o por el día comen frutos caídos e incluso encaramándose al propio árbol, ayudando al avance del capudre (serbal - su nombre gallego) en Os Ancares, O Courel y la montaña leonesa. El zorro puede recorrer hasta siete kilómetros al día y el serbal llega por sus heces a matorrales o terrenos abandonados, donde prepara el camino para el bosque maduro. Además, se ha comprobado que en las montañas gallegas comen muchas moras, tejo, arándano, rosa silvestre, endrinos, peral silvestre e incluso especies cultivadas como los higos, uvas, cerezas, guindas, peras, manzanas, ciruelas...
      «Los zorros gallegos comen de todo, en especial ratones, insectos, carroña, desperdicios procedentes de basureros, muchos frutos en el otoño, aves y muy pocos conejos. Lo que parece es que busca específicamente los frutos. No son simplemente una dieta de repuesto sino que los busca aunque haya otros alimentos. Son fáciles de consumir frente a presas que exigen caza, pero podría ser que tuviera necesidades de ingerir determinados componentes de los frutos», explica Guitián. Los frutos del capudre -serbal)- son muy ricos en taninos y vitamina C.
     El zorro, como carnívoro más abundante, presta eficaz servicio al trasladar las semillas, y falta saber cómo le afecta la escasez de serbal algunos años. Son árboles sincrónicos: el año sin frutos, no los hay en ninguno. Se trata de un recurso habitual también para martas, garduñas, jinetas y tejones y que comen en grandes cantidades el jabalí, el oso (también come arándanos, castañas o bellotas) los ratones y aves, con las distintas especies de zorzal que hay en Galicia.
     El zorro forma parte de la cadena trófica del campo gallego y en este contexto, Guitián asegura que
«los campeonatos de caza del zorro me parecen patéticos. En cualquier caso, toda la caza de zorro debería de estar avalada por estudios bien hechos que demuestren claramente que hay una densidad muy elevada, o poca, o la que sea. Nadie ha demostrado en Galicia que haya sobreabundancia. Conejos o perdices no hay, pero por infinidad de razones que nada tienen que ver con el raposo».

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