1/12/2019

EXPOSICIÓN ARBÓREO, Universidad de Zaragoza
(DEL 8 DE NOVIEMBRE DEL 2018 AL 2 DE FEBRERO
DEL 2019)

     El Museo de Naturales de la Universidad de Zaragoza presenta la exposición “Arbóreo, los árboles nos cuentan su vida”, que podrá visitarte desde el 8 de noviembre del 2018 al 2 de febrero del 2019. La muestra, comisariada por su autor Miguel Ortega  y por Jesús Julio Camarero del  Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC), está organizada por el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza, con la colaboración del Departamento de Ciudadanía y Derechos Sociales del Gobierno de Aragón, gracias al convenio firmado para el fomento de un consumo responsable y valores en ciudadanía.

     Arbóreo, los árboles nos cuentan su vida, es la continuación de la exposición “La memoria de los árboles”. Si en la primera exposición se accedía a la información sobre el territorio contenida en la madera, en esta segunda exposición se muestra el aspecto que tienen los árboles y la información que nos pueden proporcionar a través de las formas de sus copas y troncos.

     A diferencia de los animales, donde cada especie tiene un aspecto determinado (un tigre de una zona tropical tiene un aspecto semejante a uno de Siberia, y siempre los reconoceremos como tigres), los árboles se desarrollan de forma diferente. Como todas las plantas, carecen de una apariencia final fija porque tienen unas pautas de crecimiento que se van adaptando a las condiciones medioambientales del lugar donde viven, así arboles de la misma especie en ambientes distintos pueden tener formas muy diferentes. Al árbol lo tenemos que ver más que como un individuo, como una colonia donde cada parte es importante pero no imprescindible.

    En esta exposición se muestra, a través de troncos y dibujos de árboles, como estos se adaptan al entorno. Además, se interpreta el significado de algunas formas que antes considerábamos caprichos de la naturaleza. Asimismo, se ha editado una “Pequeña guía del lector de árboles” para acercarnos a ellos desde una percepción distinta (solo disponible en PDF).
DESCARGAR AQUÍ: PEQUEÑA GUÍA DEL LECTOR DE ÁRBOLES

     En la muestra y en la mencionada guía, comenzaremos recordando las partes y formas básicas del tronco para después observar como el aspecto del árbol cambia con la edad, revelando las características del entorno en que se ha desarrollado: si ha vivido aislado o en un bosque, si se ha visto afectado por la actividad de animales o humanos e, incluso, la presencia de fenómenos medioambientales como el viento, las riadas, los incendios o los aludes. Todo ello deja huellas en la fisonomía del árbol que son reflejo de su trayectoria vital. Asimismo, algunos casos, como las sabinas negras, presentan crecimientos y formas que aún no podemos explicar con seguridad por lo que la naturaleza nos sigue planteando enigmas que debemos descifrar.

     Esta exposición tiene por objeto no sólo la divulgación científica, sino que se ha realizado con la intención de que tanto la estética como la transmisión de conocimiento tengan similar importancia. De esta manera los visitantes no necesitan ser expertos en la materia para poder disfrutar del trabajo de Miguel Ortega, pues los troncos se han dispuesto a modo de esculturas de land art y las rodajas extraídas de ellos están trabajadas para que revelen todos sus detalles. Para la obtención de las piezas expuestas no se ha talado ningún árbol ni arbusto vivo. En su lugar, se han aprovechado ejemplares hallados muertos en la naturaleza, materiales resultantes de talas, limpiezas de caminos y desbroces.

     La exposición se complementa con la presencia de catorce paneles ilustrativos que representan el aspecto de los árboles de los que proceden las piezas expuestas, y un video que nos permite conocer el territorio de origen de estos ejemplares.
Más información en: www.arboreo.org

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1/09/2019

Montserrat Díaz Raviña y...
Departamento de Bioquímica del Suelo, Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia (IIAG-CSIC)
10 pasos para recuperar los ecosistemas forestales quemados (extracto)
Superficie de un suelo afectado por un incendio forestal de gran severidad: capa de cenizas


     La destrucción de la cubierta vegetal y la acumulación sobre la superficie del suelo de cenizas, que contienen una gran cantidad de nutrientes procedentes de la combustión de esta vegetación y también de la materia orgánica del suelo, constituye el efecto más visible de los incendios.
     Es muy importante proteger esta capa de cenizas cargada de nutrientes, porque estos van a ser la base de la fertilidad del suelo para la regeneración de las plantas. En el suelo, además de la pérdida de materia orgánica, se observan otros daños tales como la muerte de muchos microorganismos y animales (micro- y meso-fauna), que realizan procesos fundamentales relacionados con el crecimiento y el desarrollo de las plantas, y la pérdida de la estructura, relacionada con importantes propiedades físicas (porosidad, aireación, infiltración, etc.), que conlleva la dispersión de las partículas que forman las unidades estructurales (agregados), que pueden obturar los poros del suelo, impidiendo así la infiltración del agua en el suelo y obligándola a discurrir por la superficie del suelo (escorrentía).
      Por lo tanto, si el suelo está disgregado y desnudo, es decir, sin la cubierta vegetal, no está protegido frente al impacto de la lluvia y podrá sufrir procesos erosivos, con pérdida de nutrientes, y también de semillas, por arrastre de la capa de cenizas y de la capa superficial del suelo que contiene el banco de semillas del suelo. Los materiales arrastrados por escorrentía y el agua infiltrada o de escorrentía que fluye desde las zonas quemadas puede provocar desequilibrios en los ecosistemas terrestres y acuáticos que reciben los materiales (ríos, lagos, embalses, dunas, playas, rías, fondos marinos, etc.) y numerosos problemas: relleno de cunetas, lagos, embalses, etc., contaminación de las aguas superficiales y de las capas freáticas subterráneas, fuentes de agua potable, etc., la eutrofización o el aumento de la temperatura de las aguas fluviales provocando el crecimiento anormal de algas y otras plantas acuáticas y la muerte de peces y otros organismos por anoxia o alteración de su hábitat, dilución de la salinidad del agua del mar en la proximidad de la costa, lo que provoca la muerte de numerosos bivalvos que se desarrollan en las playas o en parques marisqueros, perturbación física y ecológica de zonas protegidas (dunas y demás zonas de la red natura), etc., como ocurrió en el año 2006. (...)      


      Contexto temporal de las actividades de mitigación de impactos del incendio y restauración posterior:
      La recuperación de la mayor parte de las propiedades de los suelos afectados por incendios puede tardar, en casos favorables, entre 1 y 5 años y, en las condiciones más desfavorables (suelos situados en zonas con mucha pendiente y/o con destrucción total de la materia orgánica), la restauración de la vegetación puede incluso no llegar a producirse nunca debido a la pérdida total del suelo y afloramiento de la roca. (...)


Primeras actuaciones

      Estas primeras medidas han de orientarse hacia la regeneración rápida de la cubierta vegetal, la fijación de la capa de cenizas y la retención de nutrientes, la mejora de la estructura del suelo y la regeneración de los microorganismos del suelo. Con este objetivo, pueden utilizarse las siguientes técnicas de recuperación de suelos quemados:
     1) implantación temporal de una cubierta vegetal herbácea, sembrando a voleo, sin ninguna preparación del terreno, una mezcla de leguminosas y gramíneas (en mayor proporción), acompañada o no de la adición de residuos orgánicos (gallinaza, purín, etc.), que desarrollan rápidamente su parte aérea y sus raíces, fijando así la capa de cenizas y los nutrientes en los órganos de las plantas, favoreciendo la formación de la estructura del suelo y la regeneración de los microorganismos y de su actividad biológica, y disminuyendo la acción erosiva del viento y, sobre todo, de la lluvia, cuyo impacto es frenado por la parte aérea de las plantas; además, esta vegetación herbácea, que no se corta, se desarrolla y, al secarse, sus restos se incorporan de nuevo al suelo, aumentando la reserva de nutrientes del mismo;
 

     2) la inoculación de microorganismos (cianobacterias, Rhizobium y micorrizas), que promueven el desarrollo de la vegetación al proporcionar nutrientes y protegen el suelo por formación de costras microbianas en su superficie;

    y 3) el acolchado de paja o de otros materiales
(corteza y astilla de eucalipto), la distribución de obstáculos tales como troncos de árboles, ramas y restos de poda en la superficie del suelo, que frenan la escorrentía y el arrastre de materiales en suelos muy susceptibles a la erosión (incendios de alta severidad, fuerte pendiente y abundantes precipitaciones). En todos estos casos se procurará evitar o reducir al mínimo toda perturbación del terreno afectado por los incendios (tránsito de maquinaria, remoción del suelo, etc.). Los resultados de experiencias en invernadero demostraron que las técnicas más adecuadas para su aplicación en el campo eran la siembra de herbáceas y el acolchado de paja. (...)

Actuaciones a medio y largo plazo

      Las acciones a medio plazo, que se conocen como tratamientos de rehabilitación, se desarrollan normalmente entre 1 y 3 años después del incendio, centrándose básicamente en mitigar los daños producidos en los sistemas afectados y acelerar su recuperación. Estas acciones incluyen básicamente actividades tales como ayudas a la regeneración natural post-incendio de las masas quemadas, por ejemplo tratamientos de clareo o eliminación de competencia del matorral, nuevas plantaciones, recuperación de bosques autóctonos y formaciones ripícolas, reparación de infraestructuras, etc.
      Por último, las acciones de restauración post-incendio se acometen en un plazo superior a 3 años, y tienen como objetivo una verdadera restauración ecológica (sistema suelo-planta), en el sentido de recuperar la integridad del ecosistema o, al menos, sus aspectos más relevantes en términos de composición, estructura y funcionamiento, teniendo en cuenta también su auto-regeneración y sostenibilidad, incluyendo en esta última la gestión forestal asociada.


Revegetación de áreas quemadas

      Respecto a la tercera fase, la revegetación de las áreas quemadas, tanto en el caso del matorral como de la vegetación arbórea, puede producirse de forma natural, debido a que las plantas tienen mecanismos y estrategias para regenerarse por sí mismas, aunque el proceso puede ser lento y dejar el suelo desnudo durante mucho tiempo. No obstante, en la mayoría de los casos de vegetación arbórea, habrá que recurrir a una reforestación o a una repoblación, es decir, efectuar nuevas plantaciones, dependiendo de las características de la zona, del tipo del ecosistema quemado y de los daños sufridos por el mismo.
      Dado que es imposible modificar las condiciones climáticas, para que la plantación tenga éxito es necesario actuar sobre las propiedades del suelo susceptibles de ser mejoradas, sobre las técnicas de manejo, utilizando técnicas de gestión conservadoras que perturben lo menos posible las capas orgánicas del suelo, y sobre la planta, eligiendo el genotipo o la especie que mejor se adapte a las condiciones del medio (suelo y clima), que sea competitiva y tenga buena productividad.
      En cuanto a las especies a plantar, no hay que olvidar que cada especie vegetal tiene su hábitat (condiciones climáticas, profundidad de suelo, etc.) y sus exigencias nutricionales (agua y nutrientes). Hay especies frugales y otras más exigentes, y hay especies plásticas que se adaptan a cualquier medio. Por consiguiente, para rentabilizar el monte y producir árboles de calidad, hay que garantizar a la especie que se plante que tendrá a su disposición las condiciones necesarias para su desarrollo y no es un tema menor el espesor o profundidad del suelo. Pero también es importante saber que cualquier especie vegetal autóctona, cualquier especie forestal, es preferible al suelo desnudo.
      Por ello el futuro del monte pasa por proteger el suelo contra la erosión y luego seleccionar la especie vegetal más adecuada para la reforestación en cada zona. En cualquier caso, siempre que sea posible, la restauración del monte afectado por incendios forestales debe tender a la regeneración del bosque, el sistema natural más evolucionado, con sus tres estratos, herbáceo, arbustivo y arbóreo, para garantizar su estabilidad
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Conclusiones: 10 pasos clave para recuperar suelos quemados

      En resumen, para realizar la restauración de los ecosistemas forestales afectados por incendios hay que tener en cuenta los siguientes principios:
 
1) el futuro del monte depende de que se proteja el suelo contra la erosión;
 
2) si no hay suelo no puede regenerarse la vegetación: sobre las rocas no crece la vegetación;
 
3) la conservación del suelo afectado por los incendios y la recuperación de las propiedades de éste, dependen estrechamente del proceso de revegetación, es decir, de la regeneración de la cubierta vegetal, y para ello es necesario evitar primero las pérdidas de suelo y nutrientes;
 
4) como primeras medidas para evitar la erosión post-incendio, en áreas susceptibles a la misma, se recomienda el acolchado de paja;
 
5) el proceso de restauración ha de iniciarse inmediatamente o poco tiempo después del incendio para evitar que con las primeras lluvias después de la quema se inicien el lavado de nutrientes de la capa de cenizas y/o los procesos de erosión;
 
6) es importante y urgente retener en los órganos de las plantas, mediante la implantación rápida de una vegetación, que lógicamente ha de ser herbácea, los nutrientes acumulados en la capa de cenizas para evitar la pérdida de los mismos;
 
7) siempre que sea posible, la restauración del monte afectado por incendios forestales debe tender a la regeneración del bosque, el sistema natural más evolucionado, con sus tres estratos, herbáceo, arbustivo y arbóreo, para garantizar su estabilidad, utilizando especies preferentemente autóctonas que se adapten a las características del medio físico;
 
8) para tener árboles de calidad hay que garantizar a la especie que se plante los recursos y condiciones que necesitan para su desarrollo (tipo de suelo y profundidad del mismo y clima);
 
9) se necesitan protocolos de actuación para la restauración de los sistemas forestales quemados (sistema suelo-planta), que son específicos para cada zona climática y que deben ser ejecutados por los gestores forestales;
 
10) si no se protege el suelo, si no se conserva, si se pierde, la desertización en zonas de Galicia no será una probabilidad sino una dramática realidad.

La importancia del suelo forestal

      Los montes están constituidos por el suelo, la vegetación (arbórea, arbustiva y herbácea) y la fauna, cuyo conjunto se denomina ecosistema forestal. Galicia tiene vocación forestal porque aproximadamente el 66 % de su superficie está cubierta por estos ecosistemas, de la cual un 60 % está ocupada por bosques y un 40 % por matorrales.
      Los montes son fuente de riqueza, porque proporcionan bienes indispensables para nuestra supervivencia y nuestra economía (oxígeno, energía, madera, fibras, resinas, alimentos, plantas medicinales, caza y cría de ganado mostrenco, turismo basado en el maravilloso paisaje de nuestros montes, etc.), cumplen importantes funciones ecológicas entre ellas el mantenimiento de la biodiversidad (ofrecen multitud de hábitats distintos en los que se encuentran una gran variedad de especies vegetales y animales), la regulación del clima, de las aguas superficiales y profundas y la conservación del suelo y de la atmósfera; por otra parte, son lugares de esparcimiento y contribuyen a crear la belleza del paisaje gallego.
      Por todas estas razones es necesario protegerlos, conservarlos y revalorizarlos y para ello es necesario mejorar su productividad, no sólo en cantidad sino sobre todo en la calidad de nuestra madera, fibras y subproductos. Y para mejorar la productividad del monte hay que conservar y mejorar la calidad del suelo.
El suelo y la vegetación son dos recursos naturales interdependientes. El suelo no es un sistema inerte sino que es una formación viva y dinámica constituida por compuestos minerales (arena, limo y arcilla) y orgánicos (materia orgánica, que es una mezcla de restos vegetales y animales y los productos de su descomposición, sustancias húmicas y organismos vivos, meso- y micro-fauna y microorganismos, que, junto con las enzimas, son los responsables de los innumerables procesos biológicos que se están produciendo continuamente en el suelo y, por lo tanto, son responsables de su funcionamiento). El suelo no es solo el soporte físico de la vegetación sino también el almacén de los nutrientes y del agua que necesitan las plantas para crecer y desarrollarse.
      Pero a su vez, el suelo depende de los restos vegetales que caen al suelo porque son la materia prima de la materia orgánica, componente fundamental del suelo, especialmente en Galicia; además, la vegetación forma una cubierta que protege el suelo del impacto directo de la lluvia y con su entramado de raíces fija el suelo, impidiendo que la lluvia o el viento arrastren las partículas de la superficie del suelo y lo deterioren (proceso de erosión).


      Los incendios son uno de los principales factores responsables de la degradación y pérdida de suelo
     
Por otra parte, es necesario subrayar que la vegetación es un recurso renovable, siempre que exista suelo, mientras que el suelo es un recurso no renovable a escala temporal humana porque si se pierde el suelo y queda la roca al descubierto, un suelo tardaría miles de años en formarse o nunca se formaría y se produciría la desertización. Por lo tanto es necesario protegerlo e impedir que se deteriore.
      Uno de los principales factores responsables de la degradación y pérdida de suelo desde hace muchos años son los incendios forestales ya que producen daños directos o indirectos, que afectan a todos los componentes del medio ambiente: atmósfera, vegetación, suelos, fauna y aguas, destruyen grandes superficies de bosque y matorral, afectando negativamente a nuestra riqueza ecológica y económica y a nuestro paisaje, lo que tiene repercusiones graves que afectan a toda la sociedad gallega.
      Cuando se produce un incendio tanto el suelo como la vegetación resultan afectados y es necesario restaurarlos con el fin de preservar la biodiversidad, proteger el medio ambiente (suelo, agua y atmósfera) y garantizar las necesidades actuales y futuras en materias primas, agua, energía y alimentos.
      En los últimos 42 años se registraron en Galicia 250,000 incendios forestales, que afectaron a 1.711.000 ha (86% de su superficie forestal). En el año 2006, en una oleada de incendios ocurrida en el mes de agosto, ardieron en Pontevedra, en 12 días, alrededor de 40.000 ha, unas 18.500 ha en montes vecinales, de las cuales el 67% eran arboladas, ocasionando enormes daños ecológicos y económicos (asimismo, en una pequeña cuenca de Pontevedra se recogieron 34.000 t de sedimentos de los cuales un 10% llegó al mar). En el año 2017 la ola de incendios desencadenada el pasado mes de octubre en Galicia y Portugal por las condiciones asociadas al paso del huracán Ophelia supuso un gran coste en vidas humanas además de enormes daños materiales, creando una situación de gran alarma social en todos los sectores de la sociedad gallega (en un día se quemaron en Galicia más de 1.300 ha de bosque).


Lo hemos leído aquí

Otros autores: Ángela Martín Jiménez, Serafín J. González Prieto y Tarsy Carballas Fernández
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1/04/2019

NICHINAN - Miyazaki, Japón
Misteriosa plantación en círculos
Idea de Krapo arboricole

     Dos misteriosos círculos forestales se han dado a conocer recientemente en la prefectura de Miyazaki en Japón. Visibles únicamente desde el aire, están compuestos exclusivamente de cedros japoneses, Sugi.
     Los teóricos de la conspiración se sentirán decepcionados al saber que existe una explicación práctica para la aparición de estas formas en lugares salvajes: es el resultado de un experimento científico realizado durante casi 50 años.

     Según la documentación (Pdf) del Ministerio de Agricultura, Silvicultura y Pesca de Japón, en 1973, un área cerca de la ciudad de Nichinan fue designada "silvicultura experimental" y uno de los experimentos tenía como objetivo tratar de medir el efecto del espaciamiento de los árboles en su crecimiento. El experimento se llevó a cabo plantando árboles en incrementos radiales de 10 grados, formando 10 círculos concéntricos de diferentes diámetros.
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      La forma cóncava sugiere que los círculos externos de menor densidad favorecen un crecimiento más rápido, a medida que el tamaño del árbol se vuelve más y más pequeño a medida que aumenta la densidad. Menos espacio para los árboles del interior significa mayor competencia por los recursos como el agua y el sol. Es más fácil que los árboles del exterior crezcan más grandes y más fuertes. La diferencia de altura entre los árboles más pequeños en el centro y los árboles más grandes en el anillo exterior excedió de los 5 metros.


      Los árboles deberían ser cosechados en, aproximadamente, 5 años, pero las autoridades se plantean preservar los círculos del bosque que podrían convertirse en una atracción turística en el futuro.

Fuentes y fotos adicionales:

Google Maps (la foto es oscura pero interesante)

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1/01/2019

MAR VERDEJO
El plantador de bosque de bosques

 
(...) Naturalista y campesino, tiene un currículum de vértigo, pero imagino que si tuviera que elegir una cosa, elegiría ser árbol. Escribe Joaquín: 
“Y elijo la condición del árbol
Porque come luz.
¡Qué delicia desayunar transparencia,
almorzar lucidez,
cenar ocasos anaranjados!
y con ellos construir el verdor
y la sombra
y la rara nube que es toda copa
donde se esconde el canto de
los pájaros.
Ahora no puedo,
pero cuando lo deje
seré lo que he elegido.”

     
El hombre árbol y emboscado fertiliza la tierra con sus palabras, garabatos y haikus,  y por supuesto con sus propias manos; lo mismo planta árboles que hace grafías de lugares lejanos. Su voz familiar y reconocida adquirió para mí forma humana en el XXXVII Congreso de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos,  en Mayo de 2010, en Alcorcón. Nos sumergió en los parques como espacios para la sociabilización. Los parques como punto para el encuentro y el compartir, donde estrechar lazos y crecer, donde transitar y contemplar, donde crecer y respirar, entre sus auténticos protagonistas: los árboles.
Árbol - Ki
     Dijo en el Auditorio Municipal: “cada árbol en pie es un bastón para la sociedad lisiada”, y al final de la ponencia, se levantó, cogió un rotulador y con elegancia trazó tres líneas, y dijo que en japonés significaba árbol (Ki).
     A esa misma grafía le hizo un pequeño punto y dijo que significaba amor. No lo pude contener: lloré conmovida porque me hizo sentir, con este gesto poético, la importancia de los árboles y su inmenso amor por ellos; e iluminó todos bosques que llevamos dentro. “No hay que plantar un árbol. Hay que plantar un bosque y plantar luego un bosque de bosques”, insiste Joaquín. El hombre que planta árboles nos hace partícipes con su arte de contar historias de la emoción del paisaje, del esplendor de la austeridad, del aire dibujado, de la danza del universo, de la sonata del bosque, de las mañanas de estío, de las aguas cantarinas y las noches de luna mora. Y si tuviera que elegir lo tiene claro: elige la condición del árbol y un bosque de bosques, porque es la única forma de lograr una “Humanidad más humana”.
     En el 25 Aniversario de la Universidad de Almería, “este conmovido con mayúsculas”, como dice María José Parejo Blanco, directora del programa de RNE “El Bosque Habitado” de Radio 3, vino a cultivar lo verde de nuestro conocimiento como cultiva su huerto o trabaja meticulosamente en su fascinante estudio sobre su mesa de madera- que respira- y su ventana luminosa, orientada a un inabarcable horizonte de bosque. Vino a atalantarnos a la comunidad universitaria almeriense como lo hace un bosque o un mar, mostrándonos el placer de contemplar la Naturaleza, con el compromiso moral de defenderla, porque nos estamos jugando la vida en la Tierra. ¡Felicidades Universidad de Almería! “Que la vida os atalante” dice siempre Joaquín Araújo.


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