11/14/2018

Dr. THEODOR SEUSS GEISEL, USA (1904-1991) 

"Soy el Lorax. Hablo por los árboles. Hablo por los árboles porque ellos no tienen lengua."

          El Lorax es un libro infantil escrito por Dr. Seuss, publicado por primera vez en 1971. Es una crónica de la difícil situación del medio ambiente y es el Lorax, quien habla en nombre de los árboles debido a la codiciosa intervención de "El-Una-Vez" (Once-Ler). Al igual que en la mayoría de los trabajos de Dr. Seuss, las criaturas mencionadas son originales del libro.
     El libro es comúnmente reconocido como un fábula debido a que muestra cómo la avaricia corporativa representa un peligro para la naturaleza, utilizando el elemento literario de personificación para dar vida a la industria como el El-Una-Vez (cuyo rostro nunca se muestra en ninguna de las ilustraciones de la historia y en el especial de televisión, pero sí en la película del 2012) y al medio ambiente como El Lorax o "Majo Barrios".

Ver la película on line AQUÍ
     Sinopsis: Un muchacho, que vive en una ciudad contaminada, visita a un extraño hombre solitario llamado El-Una-Vez. El muchacho le paga a El-Una-Vez quince centavos, un clavo y una concha de mar que pertenecía a su tatarabuelo para que le explique por qué el área está en un estado ruinoso. El-Una-Vez le explica al niño (mediante el uso de un Flashback) que tiempo atrás llegó a un valle hermoso, que contenía animales felices y juguetones que pasaban el día entre los árboles de Truffula. El-Una-Vez comenzó a cortar los árboles de Truffula para recoger la materia prima para tejer Thneeds, una invención cómica y versátil "que todo el mundo necesita"; se puede utilizar como una camisa, un calcetín, un guante, un sombrero, una alfombra, una almohada, una hoja, o una cortina. Sin embargo, al cortar el primer árbol, invocó al Lorax titular, que era "bajito, algo viejo y de color anaranjado... con una voz fuerte y mandona", que aparece en el tronco cortado del árbol de Truffula. Él "habla en nombre de los árboles, los árboles no tienen lengua" y advirtió a El-Una-Vez de las consecuencias de la tala de los árboles de Truffula, pero El-Una-Vez no le hizo caso y llamó a sus familiares para que fuesen a trabajar en su fábrica.
     Pronto el área que había sido una vez hermosa se convirtió en un lugar contaminado. El Lorax envió lejos a la fauna para que pudiesen encontrar hábitats más hospitalarios. Frente a el Lorax, El-Una-Vez declaró su intención de continuar ampliando sus operaciones, pero en ese mismo momento "oyeron la caída de un árbol -el último árbol de Truffula-". Sin materia prima, la fábrica cerró y sin la fábrica, los familiares de El-Una-Vez se fueron. A continuación, el Lorax, en silencio, con una "muy triste, triste mirada hacia atrás", se fue volando entre las nubes. El-Una-Vez persistió en su residencia en ruinas, viviendo en soledad y remordimiento, mientras meditaba sobre el mensaje que el Lorax había dejado atrás: una piedra, una laja, grabada con la palabra "A menos" (Unless). En la actualidad, El-Una-Vez dice que ahora se da cuenta de que el Lorax quiso decir que, "a menos" que alguien se preocupara, la situación no iba a mejorar. El-Una-Vez le da al niño última semilla de Truffula y le dice que la plante, diciendo que "Los árboles de Truffula son lo que todo el mundo necesita", y esperando que, si el niño logra hacer un bosque de árboles de Truffula, "el Lorax y todos sus amigos puedan regresar."

Fuente: Wikipedia


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11/10/2018

LEONCIO RODRÍGUEZ, Tenerife (1881-1955)
Los árboles históricos y tradicionales de Canarias
Del Tercer Inventario Forestal Nacional (1997-2007), pág. 71

      El autor describe la importancia que tuvo el pinar en un momento en que el bosque ya ha sufrido una importante regresión:

     ¡Pinos canarios!... Árbol isleño por excelencia, único de su especie en el mundo; el más útil, el más sobrio y resistente de nuestra flor. Árbol de los mitos indígenas, de las tradiciones religiosas, de las ofrendas votivas. Árbol con justos títulos llamado «canariensis», de nombre tan socorrido entre las mujeres isleñas, tan bello y sonoro: ¡Pino!... Su historia está llena de vicisitudes y heroísmos. Por que ninguno de nuestros árboles fue tan codiciado y perseguido, ni supieron resistir como ellos, tan obstinadamente, la saña enemiga.
     Todavía en los albores de la Conquista, apenas profanada la virginidad de nuestras selvas, ya comenzaban su acoso y su exterminio. Una guerra implacable, sin tregua ni cuartel, que les obligó a buscar cobijo en las quebradas y las cimas de las montañas, en las márgenes de los barrancos, o entre las escorias volcánicas, procurándose un asidero y un refugio contra la cruzada tenaz de sus insaciables enemigos.
     De poco sirvieron aquellas enérgicas medidas y prevenciones del primer Cabildo de la Isla, convertidas en ley y mandato para todos los pueblos. Que en las licencias que se dieren para cortar pinos se exprese siempre que sea obligado el que lleve la tal licencia, a mondar diez pinos pequeños por cada un pino. Que no se corten de menos frente de grueso de dos palmos, so la pena en que caen los que corten madera de pino sin tener licencia para ello. Y que ninguna persona sea osada de cortar pinos para hacer pez, pena de mil maravedís por cada un pino, y de perdimiento de la pez»
     Las dilatadas áreas que abarcaban los pinares de la Isla, y que en algunas zonas extendíanse hasta las costas, quedaran bien pronto reducidas a núcleos aislados en los filos y vertientes de las cordilleras centrales. Y aun en ellas sufrieron el asedio de los que se disputaban el botín ubérrimo de sus resinas y maderas. Maderas veneradas, «del árbol inmortal» para a los indígenas, «que no se pudrían jamás ni encima ni de bajo de la tierra ni dentro del agua». Maderas sagradas, que sirvieron de sarcófagos para sus reyes y de escudos y lanzas para sus guerreros. Maderas que fueron después techo, lumbre y ornato de los hogares canarios; balcón, postigo y celosía de nuestras mujeres; vigas para nuestros lagares y molinos; aperos para nuestra labranza; canalones para nuestras albercas y antorchas para nuestros pescadores... ¡Maderas privilegiadas, de acres aromas, nudosas y fuertes, resistentes y duras como las rocas isleñas.

Cubiertas de las primeras ediciones de "Los árboles históricos y tradicionales de Canarias", en la colección Biblioteca Canaria.
A la Izquierda, la primera parte publicada hacia 1940.
A la derecha, la segunda parte publicada en 1946.

Información sobre Leoncio Rodríguez
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11/06/2018

FRANCIS HALLÉ,  Francia, 1938
"De la buena gestion de los árboles"

     Entre las numerosas obras del gran botánico francés Francis Hallé, se encuentra “De la buena gestión de los árboles”, un librito, traducido por Ignacio Abella, especialmente dirigido a los “elegidos”, los políticos y administradores, que tienen la responsabilidad de cuidar el patrimonio de árboles, sobre todo, en el medio urbano.
     Francis Hallé dice así:

     "Yo os ruego, señoras y señores electos, que no toméis a vuestros electores por idiotas o ignorantes. Individualmente, saben muy bien cómo se debe administrar su entorno cotidiano.
     Y, colectivamente, están muy al corriente de las cuestiones de ecología, incluso las más arduas. Vuestros electores están masivamente a favor de los árboles, sobre todo, de los grandes y bellos árboles, ni podados ni peligrosos…
     Y lo están por razones ligadas al ejercicio de sus derechos como seres humanos: derecho a la diversidad natural, a la estética, a la reflexión espiritual, filosófica, poética, y puede ser también, simplemente… derecho al sonido del viento en las ramas, al canto de las palomas al amanecer, a la sombra del mediodía y al ruiseñor de la tarde.
     Si la duración de un mandato electoral, es demasiado breve para permitir a los electos ocuparse de los árboles con la exquisita paciencia que hace falta, ¿sería necesario crear una estructura competente y estable, consagrada a los árboles en la ciudad?"

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11/03/2018

JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO, Tenerife (1731-1813)
"Todo nos lo franquean y facilitan los pinos..."

Viera y Clavijo (1772-1778) describió los diversos usos de los bosques en la sociedad canaria del siglo XVIII, cuando decía que...

"El pinar aporta todo el maderaje de nuestros edificios,
de la construcción de nuestros barcos;
las diformes vigas de los lagares,
los chaplones de muchos albercones,
los pimpollos altísimos para andamios;
canales para conducción de aguas,
hachos para alumbrarse los paisanos,
pescadores y mariscadores de noche;
el carbón, la brea, y la resina.
 

[...] Su corteza rugosa, hendida, rojiza, de consistencia ligera, es lo que llamamos corcha, y sirve para hacer boyantes las redes de la pesca, y para otros usos”.

De la laurisilva se extraían...
las maderas para la fabrica de casas, Molinos, todos los instrumentos de la Agricultura, e industrias de artesanos, Leña, tan necesaria para el consumo [...] en cosinas, hornos de pan, cal, y texa; para destila de aguardientes, [...]: la fábrica de barcos para la pesca; Ygualmente no la de menos consequencia en los efectos que se experimentan con la atracción de nubes, que influyen humedades a los terrenos, parte muy esencial para la producción de frutos.

Respecto a la pez cuenta que...
"Se extrae de los pinos, quemados en hogueras sobre hoyos dispuestos a propósito. Este ramo de industria, todavía mal perfeccionado, es común en Canaria, Tenerife, Palma y Hierro, donde la que no se consume en la carena de los barcos de la pesca y el tráfico, se exporta en considerables partidas para España y otros países, como las Indias y Costa de Guinea (Arco etal., 1992) aunque no se saca de dicha resina todo el partido que se pudiera, a imitación de otros países en donde hay pinares; pues no los sangran en el pie durante el verano para extraerla y después cocerla, contentándose solamente con quemar la tea, sin método ni economías. La destrucción causada por la producción de pez mediante este procedimiento debió ser enorme, pues existe constancia de que para obtener entre 200 y 240 kilos de pez se quemaban unos 1.600 kilos de madera de pino (Arco etal.,1992).

Información: Tercer Inventario Forestal Nacional 1 9 9 7 - 2 0 0 7
LA TRANSFORMACIÓN HISTÓRICA DEL PAISAJE FORESTAL EN CANARIAS

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