9/12/2017

LUC JACQUET Y FRACIS HALLÉ
Il était une fôret / Érase un bosque


https://www.youtube.com/watch?v=-nBt2k0T0kY&t=111s

Sinopsis

     Es la primera vez que una selva tropical nace ante nuestros ojos. Del primer impulso al florecimiento de los árboles gigantes, de la cubierta a través del desarrollo de los vínculos ocultos entre las plantas y los animales, no son menos de siete siglos los que pasarán ante nuestros ojos. Durante años, Luc Jacquet filmó la naturaleza, para excitar y sorprender a la audiencia a través de historias únicas y emocionantes. Su encuentro con el botánico Francis Halle dio a luz esta película histórica acerca de los últimos grandes bosques primarios de los trópicos, con mensaje, poesía y magia visual. "Fue un bosque" bucea excepcionalmente en este mundo salvaje que permaneció en su estado original, en perfecto equilibrio, en el que cada organismo -desde el más pequeño hasta el más grande- conecta a todos los demás, desempeña un papel fundamental.
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9/09/2017

Angel oak tree

ANGEL OAK TREE, (Quercus virginiana)
John's Island, Carolina del Sur - EE.UU.

La ciudad de Charleston protegió en un parque público de la isla de John, al gran roble "Ángel", que es, definitivamente, un especimen impresionante. Según los visitantes se experimenta una gran calma bajo la sombra de este majestuoso coloso. El pasado se vuelve presente siguiendo la tortuosa dirección de las ramas que llegan a apoyarse en el suelo para después levantarse como nuevos árboles. Una pregunta que la gente siempre se hace… ¿qué edad tiene? No se puede saber con seguridad, quizás esté por su segundo milenio. El tronco mide 8,5 m de cuerda, tiene 20 m de altura y cubre una superficie de 1600 m2. Algunos cimales se han sujetado con cables y apoyos para preservar su estructura. El nombre le viene dado porque la finca perteneció a Martha y Justus Angel, antiguo esclavista. Ha sobrevivido a huracanes -Hugo, 1989- y a madereros. Esperemos que viva muchos siglos para que mucha más gente lo contemple y disfrute bajo su sombra.
 
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9/06/2017

PEDRO TRAPIELLO, en el Diario de León
Míralo bien

     El pasmo vegetal de estos montes y de la Europa toda se llama tejo, el abuelísimo de todos los árboles. Hasta cuatro mil años llega a vivir esa catedral enramada si se lo permite el hacha o el fuego; de todo lo demás ya se defiende él a las mil maravillas: al sol le reta, del hielo se mofa, el tiempo ignora y no quiere ver demasiado cerca a sus hijos, así que le pone trampa a su semilla, que sólo puede germinar si ácidos gástricos le corroen el blindaje, es decir, que necesariamente ha de comérserla algún bicho o pájaro para perder la camisa en sus tripas y así cagarla bien lejos, que no siempre, pues también hace bosquete, tejedo, teixido, teijeira; si dejara que las semillas le nacieran justo al lado, los hijos le comerían por las patas, como les comen los ojos a los que crían cuervos. Sólo el tejo solitario aspira a cumplir milenios. Listo el tío. Y se tira al monte y a lo abrupto o le ponen de plantón a velar atrios y cementerios donde, por estar a sus anchas, también suele medrar arbolando el moño, pinando la figura o, a falta de laurel, perdiendo cuerpo en los ramoneos benditos del día de Ramos.
Foto de Teresa López, Braña de los Tejos
     Lo que más me fascina del tejo es que, al cumplir algunos siglos, amorcilla y retuerce los pliegues de su tronco hasta parecer una gavilla de boas. Qué dibujos. Qué arbol. Y qué madera veteada (cocida en cal, pasa por ébano).
     Debería estar muy penado que los talen, los quemen o los pisoteen porque el puto tendido tenía que pasar por allí. Los poquísimos que quedan son los últimos de estas filipinas perdidas. Ahora les urbanizan poniéndoles a desfilar como setos pirulones o les dan rincón en un chalet, como al mastín, que es gente tan de montaña como ese tejo original que sólo resiste encastillado en puertos, brañas o peñas calvas donde sólo el rayo pueda alcanzarle, pues de lo demás poco se fía (como para fiarse; todos los tejos que hubo a mano en las montañas leonesas se fueron talando desde hace siglos para quemarlos en fraguas y cocinas porque su brasa era antracita… o para agenciarse vigas, mangos, cruces o chavetas… pobre tejo). Y ahora que ya te presenté a mi amigo, mañana te presento aquí a otro que nos llevará a verlos de verdad.

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9/03/2017

CSIC
¿Qué es el decaimiento forestal?

      El aumento en la intensidad de las sequías durante las últimas décadas debido al cambio climático está sometiendo a muchas especies a una enorme presión adaptativa que está repercutiendo negativamente en la salud de los bosques y se ha manifestado en eventos masivos de pérdida de vigor de árboles, defoliación y muerte en todo el mundo (Allen et al., 2010). 
     En el caso concreto del Mediterráneo, sus condiciones de sequía estival se han visto acentuadas por el cambio climático en las últimas décadas, y especies tan adaptadas y resilientes a las condiciones de sequía como es el caso de la encina (Quercus ilex L.) están experimentando un aumento en la tasa de defoliación y mortalidad no registrado anteriormente (Lloret et al., 2004; Carnicer et al., 2011).
      Aún tenemos muy pocos datos sobre la magnitud de este decaimiento de encinar en la península ibérica. Es necesario y urgente el desarrollo de un diagnóstico sólido sobre el estado de salud tanto fisiológico como ecológico de los encinares peninsulares que nos permita entender los mecanismos de vulnerabilidad temprana ante eventos de sequía extremos en todo su gradiente de distribución peninsular.
      Algunos ejemplos de encinares que muestren signos de decaimiento se pueden observar en las siguientes imágenes.

Efectos del decaimiento de encinar

      Debido a la relevancia de los encinares en la península ibérica, donde ocupan una extensión de aproximadamente 5 millones de hectáreas (Rodá et al., 2009; Campos et al., 2013) y son una fuente de recursos importante por su aprovechamiento agrosilvopastoral intensivo ya desde la época de dominación romana (López-Sáez et al., 2008; Campos et al., 2013), la pérdida de vigor y desaparición de estos bosques podría tener, desde el punto de vista cultural y económico, un enorme impacto. Este decaimiento, además, está produciendo cambios visibles en nuestro paisaje, comprometiendo la capacidad de nuestros bosques de conservar su diversidad y en concreto la riqueza de la fauna que lo habita.
      La disminución de la salud y el aumento de la incidencia del decaimiento en encinas pueden, además, ejercer un daño irreversible sobre la capacidad de estos sistemas de proveer otros servicios ecosistémicos clave, como la capacidad de mitigación del cambio climático (mediante su capacidad de sumidero de carbono a largo plazo) o la capacidad de retención de nutrientes clave para la vida, como el Nitrógeno (N), que de otra manera pueden ser emitidos a la atmósfera en forma de potentes gases de efecto invernadero (por ejemplo N2O) o lixiviados, con efectos negativos sobre los suelos y/o el equilibrio de los ecosistemas acuáticos en las cuencas hidrográficas.
      En este contexto, algunos trabajos pioneros han mostrado cómo el decaimiento puede afectar substancialmente tanto a la estructura y diversidad de las comunidades microbianas del suelo (Curiel Yuste et al., 2012; Lloret et al., 2015), responsables de una gran parte de las emisiones totales de CO2 de los ecosistemas terrestres, como a las emisiones totales de CO2 del suelo (Barba et al., 2013). Ya que la respiración del suelo es el segundo mayor flujo de CO2 terrestre (75 a 100 Pg de emisiones de C cada año) y supone una contribución de un orden de magnitud más grande que el total de emisiones de CO2 fruto de la quema de combustibles fósiles (IPCC, 2007), pequeños cambios en la respiración del suelo inducidos por decaimiento pueden traducirse en aumentos substanciales de las emisiones de gas invernadero a la atmósfera, lo que a su vez, se puede traducir en un aumento del efecto invernadero causado por la acumulación de CO2 en la atmósfera.

Causas del decaimiento del encinar en la Península Ibérica

      El decaimiento de las encinas no tiene una única causa sino que existen diferentes agentes que interactuan. Sin embargo, desconocemos el modo en que los múltiples agentes implicados en el decaimiento interactúan, determinando los patrones de asignación de recursos y salud, y cómo estas relaciones se ven afectadas por las tendencias climáticas, la posición geográfica o el tipo de manejo.
      Por ejemplo, si bien existen teorías sólidas que describen las posibles causas fisiológicas implicadas en la pérdida de salud de la vegetación ante el incremento de las sequías (privación de carbono y/o insuficiencia hidraulica; ver por ejemplo Mc Dowell et al., 2011) nuestra comprensión de los mecanismos que conectan las interacciones bióticas entre las encinas y otros organismos del ecosistema, como los micoorganismos con el funcionamiento del ecosistema, son todavía muy limitados.
      En este contexto, en encinares del Sur (Andalucía; Consejería de Medioamniente de la Junta de Andalucía) y Suroeste (Extremadura; Corcobado et al., 2013) de la península ibérica se está observando que una causa importante del decaimiento responde a que los efectos de la sequía sobre la fisiología y salud de las encinas está predisponiendo a esta especie al ataque de patógenos como Phytophtora cinnamoni o Pythium spiculum. Sin embargo, en algunas zonas en el Noreste de la península parece que la causa directa del decaimiento de las encinas es el efecto de la sequía sobre su fisiología, lo que lleva a la pérdida de vigor y su eventual muerte (Camarero et al., 2014). En este contexto, también parece que el grado de manejo al que los encinares han sido históricamente sometidos pueden afectar enormemente a la salud y nivel de vulnerabilidad de los encinares ante el aumento de las sequía al cambio climático. Todos estos estudios señalan la necesidad de tener en cuenta el manejo histórico para entender el comportamiento actual de los encinares.

Bibliografía
    •    Allen CD, et al. (2010) Forest Ecology and Management 259(4):660-684.

    •    Barba, J., et al. (2013) Forest Ecology and Management 306, 79-87.

    •    Camarero, J.J., et al. (2014) Ecosistemas 23(2): 73-81.

    •    Campos, P., Huntsinger, L., Oviedo, J.L., Díaz, M., Starrs, P., Standiford, R.B. y Montero, G. (eds.). (2013). Mediterranean Oak Woodland Working Landscapes: Dehesas of Spain and Ranchlans of California. Springer, New York.

    •    Carnicer J, et al. (2011) PNAS 108: 1474-1478.

    •    Consejería de Medioambiente, Junta de Andalucía. (2007). Procesos de Decaimiento Forestal (la Seca) – Situación del Conocimiento 2000 – 2007: Conclusiones Ias Jornadas sobre Decaimiento 2007

    •    Curiel Yuste, J.,et al. (2012) Ecology and Evolution 2, 3016-3031.

    •    Curiel Yuste J, et al. (2014)  Soil Biology and Biochemistry 69: 223-233.

    •    IPCC 2007. Climate Change (2007): The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Fourth Assessment Reportof the Intergovernmental Panel on Climate Change, edited by S. Solomon et al., Cambridge Univ. Press, Cambridge, U. K.

    •    Lloret, F., Siscart, D., Dalmases, C., (2004) Global Change Biology 10, 2092-2099.

    •    Lloret F, Mattana S & Curiel Yuste J (2015). FEMS Microbiology Ecology DOI: http://dx.doi.org/10.1093/femsec/fiu014

    •    López-Saéz, López, P., López, L., Cerrillo, E., González, A. y Prada, A. (2008). Revista de Estudios Extremeños 40: 493-509.


    •    McDowell, N.G. (2011). Plant Physiology 155, 1051-1059.

    •    Rodá, F., Vayreda, J. & Ninyerola, M. (2009). Encinares de Quercus ilex y Quercus rotundifolia. En Bases ecológicas preliminares para la conservación de los tipos de hábitat de interés comunitario en España. Dirección General de Medio Natural y Política Forestal, Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino, Madrid.

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