4/08/2017

AHUEHUETE DE CHALMA
Ocuilán de Arteaga, Estado de México, México

Los romeros dejan ofrendas el altos y colinas
     La conducta humana es, a veces, inexplicable. Cuando llegué a visitar el ahuehuete de Chalma no contaba con el espectáculo de los "retales" de las peregrinaciones. El día de mi visita no había aglomeración de gentes, la mayoría de los puestos callejeros estaban cerrrados y las pensiones estaban vacías. Aún sin ser testigo de las peregrinaciones que aquí se realizan puedes darte cuenta de la veneración que tienen los fieles por este lugar.
      El trabajo de Carlos Martínez Marín (1972), "Los santuarios y peregrinaciones en el México Prehispánico", hace mención especial a la cueva de Chalma y a la deidad que ahí se adoraba. El rito prehispánico dio origen a las actuales peregrinaciones y fueron el origen del santuario que hoy visitamos, y cuya géneis conocemos por la obra del agustino Joaquín Sardo (1810), considerada como la fuente fundamental para entender la historia del santuario y el mito del Señor de Chalma. Este santuario es el segundo más visitado de México, después de la Basílica de Guadalupe.
     La historia cuenta que Sebastián de Tolentino y Nicolás de Perea, frailes de la Orden de San Agustín, llegaron en 1539 para realizar un proceso de evangelización en Malinalco y Chalma y escucharon que en una de las cuevas cercanas se veneraba, con sacrificios humanos, a Oxtotéotl -Dios de la Cueva-. Al dirigirse a la cueva con el propósito de destruir el ídolo y promover la veneración de Jesucristo, los frailes se encontraron con la estatua de un Cristo crucificado y con el ídolo prehispánico hecho pedazos a sus pies. Los frailes comenzaron el ritual de bañarse al llegar al Ahuehuete, lavar su ropa, descansar y, al día siguiente, continuar su camino con una corona de huizache -acacia- en la cabeza y, sobre a su espalda, una cruz de madera para venerar a su dios.
     Las peregrinaciones tienen lugar principalmente en trece fiestas a lo largo del año, las más importantes son el 6 de enero, el Miércoles de Ceniza, el primer viernes de Cuaresma, la Semana Santa, Pentecostés, el 1 de julio día del Señor de Chalma, el 28 de agosto día de San Agustín, el 29 de septiembre día de San Miguel Arcángel y la Navidad. Las principales actividades religiosas que se llevan a cabo son la peregrinación a pie, posteriormente una serie de danzas tradicionales ofrecidas al Señor de Chalma, siendo estas últimas lo más conocido por la población y acudir a la misa en el santuario.
Santuario
     El ahuehuete, al que la tradición popular ha atribuido propiedades milagrosas, es un testigo mudo de creencias, ritos de purificación y bailes de coronación que se suceden cada día a sus pies. Se asienta sobre un manantial, parece, él mismo, fruto del agua, agua que a pocos metros se une al caudal que proviene del cerro de las Lagunas de Zempoala. Todo este caudal va cayendo de pileta en pileta en forma de escalera a los pies del corpulento árbol. Por ello también es conocido como el “Árbol Sagrado” y cada año acuden miles de peregrinos provenientes de toda la República Mexicana. El Ahuehuete es un paso obligado para los fieles, sobre todo para quienes visitan por primera vez este lugar. Realizan un ritual de iniciación antes de llegar al Santuario del Señor de Chalma.
     Hay un dicho popular que nace en este entorno.... “ni yendo a bailar a Chalma”, al afirmar que algo no tiene solución o por más que uno intente su propósito, ya sea mediante rituales, promesas o mandas, no podrá conseguirlo.
     Según el Registro Nacional de Árboles Majestuosos de México, realizado por la asociación civil Reforestamos México, el Ahuehuete de Chalma es uno de los 33 árboles más representativos del Estado de México y está en riesgo por la presión urbana.
Localización: Kilómetro 40 de la Carretera Santiago Tianguistengo-Chalma.
Municipio: Ocuilan de Arteaga.
Perímetro del tronco: 12,5 m
Altura: 37 metros.
Edad atribuida: 227 años


Puestos en Chalma

Es triste pero aquí terminan las coronas ofrendadas
Exvotos en el ahuehuete
o colgados de las ramas de los árboles del camino
     Bueno, la belleza está ahí, un poco oculta entre los restos de botellas y prendas. Si un día quieren pueden recuperarla, el marco no se mueve.

Información:
https://arkeopatias.wordpress.com/2012/02/20/imagenes-peregrinas-que-se-negaron-a-llegar/
http://ntrzacatecas.com/2016/05/29/ahuehuete-de-chalma-arbol-lleno-de-misticismo/

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4/05/2017

TSUKAMOTO KONAMI, doctora de árboles, parques y almas
por Julian Ryall

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Una de las glicinas gigantes, ahora de 150 años, trasplantadas al Parque Floral de Ashikaga.
      Tsukamoto Konami, es la primera médico de árboles certificada de Japón, ha tratado y trasplantado cientos de árboles gigantes, incluidas varias glicinas de 130 años y es experta ingenierA paisajística.  Nació en 1949 en Iwata, prefectura de Shizuoka. Se dio a conocer en 1996 al trasplantar cuatro glicinas de 130 años al Parque Floral de Ashikaga. Presidenta del Parque Floral de Hamamatsu desde abril de 2013 y de la Asociación para la Promoción de las Flores y la Vegetación de Hamamatsu, cuida árboles por todo el país.
     “El período de la segunda quincena de abril a principios de mayo es mi época del año favorita: los nuevos brotes despuntan después del invierno y las glicinas están en plena floración”, afirma Tsukamoto. El resto del jardín se encuentra espolvoreado por los tonos rojos, amarillos y rosas de los tulipanes. Las hojas rojo óxido de los arces japoneses y el verde oscuro de los pinos forman el telón para los blancos, violetas y azules de las incontables flores de la temporada: un paisaje que atestigua el duro trabajo que Tsukamoto ha dedicado al Parque Floral de Hamamatsu, situado cerca de los pies del monte Fuji, en pleno centro de Japón.
      Para Tsukamoto, su profesión está enraizada en su infancia: “De pequeña era una saltimbanqui; me pasaba el día haciendo gimnasia y subiendo a los árboles en mi pueblo de Shizuoka, cerca de Hamamatsu. Era buenísima trepando a los árboles. A mi padre le encantaban los árboles y mi marido, con quien me casé a los 22 años, es especialista en jardines japoneses, así que en muchos sentidos era prácticamente lógico que yo acabara dedicándome a este campo”.


La primera doctora de árboles de Japón
     La Agencia Forestal de Japón introdujo un sistema de acreditación para doctores de árboles en 1991, y al año siguiente Tsukamoto se convirtió en la primera mujer en obtener el título tras superar el dificilísimo examen oficial.
     Para presentarse al examen de acreditación se requiere un mínimo de siete años de experiencia en diagnóstico, tratamiento, conservación y gestión de árboles. Para la primera prueba hay que entregar un artículo académico, en la segunda superar un cursillo teórico-práctico de 14 días, y en la tercera aprobar un examen escrito y oral. Tras hacerse con el título, Tsukamoto se ha seguido dedicando al cuidado de los árboles por todo Japón.
     “Mi tarea empieza cuando recibo un SOS sobre un árbol debilitado o moribundo y me desplazo hasta el lugar donde se encuentra para identificar el motivo de su estado y ponerle solución”, explica. “Puede que el árbol haya sido alcanzado por un rayo o por un tifón, o que esté afectado por alguna plaga o enfermedad. Primero realizo un examen para diagnosticar el problema y decidir el tratamiento”.
     Tsukamoto está especialmente interesada en los árboles clasificados como “gigantes”, es decir aquellos cuyo tronco mide al menos tres metros de circunferencia, que suelen tener entre quinientos y mil años. El árbol más grande que ha tratado hasta la fecha pesaba 35 toneladas. ”Antes de conseguir la certificación de doctora de árboles ya había trasplantado con éxito más de cien árboles gigantes. La experiencia me ayudó a aprobar el examen”. 

Atajar el problema de raíz
     Tsukamoto rechaza el uso de productos químicos en los árboles porque cree firmemente en el poder autocurativo de la naturaleza, ayudado por la discreta intervención de la mano humana.
     “Los médicos de árboles decimos que los síntomas de las hojas y las ramas proceden de las raíces. Así que un árbol crecerá sano mientras sus raíces estén sanas”, explica Tsukamoto. “Por desgracia, como las raíces están escondidas bajo tierra, no siempre resulta sencillo encontrar el problema. Cada especie tiene sus propias características; los cerezos, los pinos y las glicinas, por ejemplo, son muy distintos entre sí. No es fácil comprender la idiosincrasia de cada árbol y facilitarles el entorno idóneo para sus raíces. Es importante ponerse en el lugar del árbol y captar qué es lo que el árbol desea que se le haga”.
     A veces Tsukamoto recibe encargos para trasplantar árboles viejos. El trabajo puede suponer un montaje titánico, con años de preparación para lograr extraer el árbol del suelo y trasladarlo a su destino. El más exigente entre este tipo de proyectos fue el trasplante de cuatro glicinas de 130 años cuyas raíces y ramas se habían extendido en un área de 600 metros cuadrados. En 1994 las glicinas, con su tronco de un metro de diámetro y 3,6 de circunferencia, se encontraban en una granja cercana de la ciudad de Ashikaga, de la prefectura de Tochigi, al norte de Tokio, y había que trasladarlas unos 20 kilómetros hasta el Parque Floral de Ashikaga.
     Tsukamoto relata cómo llegó a ser la responsable del trasplante: “Consultaron a expertos universitarios de todo Japón, pero todos lo rechazaron por ser un proyecto de una envergadura sin precedentes que consideraban imposible. Al final acudieron a mí e insistieron mucho para que aceptara. Así que me planté delante de uno de los árboles un buen rato, cerré los ojos y sentí que iba a poder trasplantarlos”.

Un equipo de jardineros envuelve una glicina de 130 años con vendas y yeso antes de trasplantarla.
Un trasplante histórico
    “Lo más importante para las glicinas es proteger el tronco. Es su punto más débil, y si la corteza se daña puede darse paso a la invasión de infecciones y enfermedades”
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     Se tardaron dos años en completar todo el proyecto, ya que hubo que empezar por desenterrar las raíces, cortarlas, introducirlas de nuevo en el suelo y esperar a que crecieran. Tsukamoto reconoce que el proceso le provocó pesadillas.
     Para evitar dañar la delicada corteza de las glicinas, a Tsukamoto se le ocurrió aplicarles vendajes de yeso —como los que inmovilizan los miembros fracturados de las personas— en puntos clave donde se anudarían las cuerdas para elevar los árboles.
     Afortunadamente el trasplante se ejecutó sin percances, y las glicinas se adaptaron bien al nuevo entorno, donde ahora crecen sanas y han ocupado ya un área de mil metros cuadrados cada una.


Levantando una de las glicinas gigantes durante el trasplante desde la granja de Hayakawa hasta el Parque Floral de Ashikaga.
El poder curativo de la naturaleza
     Después de casi veinte años dirigiendo el lejano Parque Floral de Ashikaga, en abril de 2013 Tsukamoto pasó a dirigir el Parque Floral de Hamamatsu, situado en su ciudad. En aquel tiempo el parque experimentaba dificultades financieras y corría el riesgo de acabar cerrando, pero desde entonces el número de visitantes anuales ha pasado de 250.000 a 500.000 gracias a iniciativas como la diversificación de las especies de árboles y flores y la modificación del diseño del parque añadiendo ascensores.
     ”Desde que llegué quise dejar bien claro el tema del parque”, apunta Tsukamoto. “Nos centramos en las flores de cerezo y los tulipanes, y tenemos el objetivo de convertirnos en el mejor jardín del mundo de estas dos flores”. Y sus glicinas tampoco desmerecen, por supuesto.
Tsukamoto tiene la profunda convicción de que los árboles, las flores y los entornos naturales son importantes para la salud y el bienestar de las personas. Teme que las generaciones jóvenes estén perdiendo el contacto con el mundo natural por pasar cada vez más tiempo viviendo en el mundo virtual de los ordenadores y los teléfonos móviles.
     Tsukamoto aconseja a todo el mundo lo siguiente: “Aunque no tengas ningún gran parque cerca, busca un riachuelo, un bosquecillo o lo que sea —no hace falta que sea extenso— y encuentra un árbol especial. Luego háblale —del tiempo, de cómo te fue el día, de lo que quieras— y el árbol te escuchará”.
    Tsukamoto ha puesto en práctica su creencia en el valor terapéutico de árboles y plantas mediante un programa para jóvenes socialmente aislados, como los traumatizados por el acoso escolar o los que sufren depresión. La iniciativa de formación y contratación laboral que introdujo en Ashikaga se ha instituido ahora también en Hamamatsu.
     “Un buen día un chico en la veintena me dijo que creía que no tenía futuro a menos que pudiera trabajar en el Parque Floral de Ashikaga”, cuenta Tsukamoto. “Me confesó que no sabía tratar con las personas pero que era feliz trabajando con las flores”. La presidenta le tomó la palabra y meses después lo invitó a participar en el proyecto del cuidado de las glicinas gigantes. Contemplar los árboles floreciendo en su nuevo hábitat por primera vez y oír a los visitantes expresar su admiración le fortaleció la autoestima.
     El chico trabajó en el parque ocho años, pasados los cuales nadie hubiera imaginado que un día estuvo tan deprimido. Hoy en día gestiona su propio negocio de jardinería. Tsukamoto considera su historia un testimonio innegable del inigualable poder curativo de la naturaleza.

Durante la entrevista no paraban de acudir visitantes para hacerse fotos con Tsukamoto
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4/03/2017

RICHARD LLERINS i BONET

Ha recopilado los 160 árboles más sorprendentes de Barcelona
Por Ferrán Sendra

Hay más de 150.000 árboles en las calles, pero los más destacados suelen estar en parques y jardines
      En Barcelona viven 39 árboles cuyo tronco mide más de tres metros de diámetro, el grosor a partir del cual se considera un ejemplar monumental, y otros muchos que destacan por su descomunal altura, las formas retorcidas, la edad, el exotismo, la silueta fotogénica e, incluso, por su historia. Ricard Llerins los conoce todos: "Me he recorrido toda la ciudad y la única posibilidad es que se me haya escapado algún árbol reseñable en algún jardín interior privado".
      Llerins, aficionado a la botánica -llegué a empezar Biología pero lo dejé"-, ha elevado su amor por los árboles a la categoría de pasión. La afición le viene de niño, pero hace unos dos años, siempre con una cinta métrica a mano y una máquina de fotos, empezó la minuciosa misión de recorrer todas las calles, los parques y los cementerios de Barcelona con el objetivo de crear un catálogo exhaustivo de los árboles monumentales de la ciudad, base de un libro que ahora busca editor. "A veces la gente me ve midiendo un árbol y me pregunta si trabajo en el ayuntamiento, pero lo hago simplemente porque me gusta -dice-. Como otra gente colecciona cromos, yo colecciono árboles monumentales".



BUSCAR EN PARQUES Y JARDINES

     Barcelona no es una ciudad con muchos árboles de tamaño gigantesco porque las lluvias modestas no lo permiten, pero sí atesora una variedad muy destacada con especies llegadas de los cinco continentes, algunas bastante raras como una albicia o siris blanco que mora en la plaza de Molina, un alcanforero en Montjuïc, una criptomeria japónica en los Jardines del Palacio de Pedralbes o tres pacanas en el parque del Turó de la Peira, cita como ejemplos. La ciudad, de hecho, se ha convertido en un inmejorable hogar para especies tropicales o subtropicales, como las ceibas o palos borrachos, las eritrinas, las jacarandás y las ubicuas tipuanas, que en primavera exhiben sus hermosas flores.
      El resultado del paciente trabajo es una selección de 160 árboles de 103 especies. "Si sólo empleara como criterio el grosor, el libro se llenaría de plátanos, ecualiptos o bellasombras -explica Llerins-, por lo que he decidido diversificar e incluir árboles singulares de otras especies". El autor lo hace con espíritu didáctico. "Me gusta que la gente descubra este patrimonio tan enorme que tenemos". Así, su recopilación incluye fotos de los detalles del árbol (fruto, flor y tronco, entre otros) y consigna la edad posible en aquellos casos que se conoce la fecha aproximada de plantación. En la ciudad hay unos 150.000 árboles de alineación en las calles, pero la gran mayoría son ejemplares jóvenes de tronco estrecho y a lo sumo 30-40 años. Para buscar hay que ir normalmente a parques y jardines.
      En la ciudad también hay árboles un marcado carácter simbólico, prosigue Llerins, como el retorcido algarrobo del parque Güell, que figura incluso en postales, o el azufaifo de la calle Arimon, en Sarrià-Sant Gervasi, que se salvó de la tala gracias a una intensa campaña de oposición vecinal (algo parecido sucedió con un gran pino de Travessera de les Corts). "El algarrobo del parque Güell es uno de mis preferidos. Me gustaría que fuera la portada del libro", dice. "¡Ah!, y se me olvidaba, en el mismo parque hay un acebuche u olivo silvestre plantado en 1777".
    El ayuntamiento ya dispone de un catálogo de árboles de interés local, pero, a juicio de Llerins, hay ausencias flagrantes y, en cambio, "figuran árboles que no merecerían estar allí". El aficionado cita como ejemplos que en la lista no figuran ni el árbol más alto de Barcelona, un nogal híbrido del Jardín Botánico Histórico, una rareza botánica, ni el más grueso, una bellasombra del parque de la Ciutadella que tiene un perímetro de tronco de 5,40 metros a 1,30 metros de altura, que es como se suelen medir los árboles. Llerins no duda cuando se le pregunta por el mayor ejemplar de cada una de las especies en Barcelona, como la tipuanas de la calle de la Guàrdia Urbana (Montjuïc) o del Institut Cartogràfic de Catalunya. O los plátanos de los Hogares Mundet (Horta) y de la calle de Pere IV (Poblenou), que tienen un perímetro superior a los 3,50 metros.

Botanic

CRITERIO DE LA ALTURA
     Incluir como criterio de la altura, ha abierto el catálogo a palmeras, con una destacada representación en Barcelona, y araucarias, especies endémicas de Oceanía y América del Sur. "Una muy destacada, ya inventariada por el ayuntamiento, es la araucaria australiana que se encuentra en los jardines del Teatre Grec -relata el erudito de los árboles-. Y tenemos también una secuoya de 28 metros de altura en el parque del Laberinto de Horta".
     "Hemos perdido valiosos representantes en los últimos años", lamenta Ricard Llerins
En el catálogo municipal, prosigue Llerins, tampoco están el cedro del Himalaya de la residencia de Martí Codolar, en Vall d'Hebron, o el ciprés de Monterrey que luce en la puerta del cementerio de Montjuïc, que son los mayores ejemplares de ambas especies. Finalmente, Llerins destaca la ausencia de los retorcidos olivos situados en el centro del Jardín Botánico, que son posiblemente los árboles más viejos de la ciudad. "Los donó el Gobierno balear en 1992 porque estorbaban para ejecutar un plan urbanístico -explica Llerins-. El mayor de todos se partió en dos durante el traslado en barco, pero eso no fue problema para que sobreviviera en Barcelona".
     "Aunque no soy un especialista en botánica, siempre había pensado en hacer un libro para popularizar el tema de los árboles -concluye Llerins-. Qué pena no se me ocurriera antes porque hemos perdido grandes ejemplares en los últimos años".

Roble blanco mexicano de la explanada Quercus polymorpha

AUSENCIA DE CULTURA BOTÁNICA
Ricard Llerins, erudito aficionado y coleccionista de objetos insólitos, lamenta el escasa cultura botánica. “Hay que saber apreciar los árboles y las plantas como la base de la vida y acercarse a ellos con el máximo respeto, sin subirse ni abrazarse, ni pisar en las zonas próximas al tronco para no compactar la tierra por donde les entra el agua”, relata. Por eso propone que, al menos en las ciudades, donde las aglomeraciones son inevitables, los árboles más conspicuos dispongan de algún tipo de protección física.
     Llerins ha atesorado a lo largo de los últimos 20 años lo que define como una de las mejores bibliotecas, “quizá la mejor”, sobre árboles monumentales de España. “Incluso hubo un tiempo en que me dediqué a llamar a todas las administraciones, desde diputaciones a ayuntamientos, para pedirles si tenían libros o catálogos de sus árboles monumentales”. Eso no sucede en Barcelona, insiste, “y lo único que hay es un librito ya antiguo sobre árboles en general”.
     “En España tenemos atrofiada la cultura sobre plantas y naturaleza en general. Eso no sucede en Europa. Fui recientemente al Wakehurst, la prolongación de los Kew Gardens de Londres [uno de los mejores jardines botánicos del mundo], y allí la gente no solo pagaba la entrada, sino que pasaba todo el día y se quedaba a comer. Estaba el restaurante lleno. No hay ningún jardín botánico en España ni público ni privado con restaurante”.

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4/01/2017

MÉXICO: Recuperar el bosque, exigencia rarámuri, en Zócalo
Buscan evitar la tala en la Sierra Tarahumara


Chihuahua, Chihuahua.- Tras casi dos semanas en plantón permanente contra la tala inmoderada, la comunidad de Bosques de San Elías Repechique, del municipio serrano de Bocoyna, espera una respuesta de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, que se comprometió a informarles sobre las condiciones en las que se otorgaron permisos para la poda de árboles de ese territorio.

Alrededor de 200 rarámuris mantienen guardias para impedir el paso de camionetas y camiones que llegan a sus tierras para llevarse los árboles, y exigen que las autoridades les proporcionen los documentos necesarios para hacer válido el reconocimiento del territorio, resuelto ya por un juez federal en un juicio de amparo.

Las familias que se encuentran en el plantón han soportado nevadas, frío y aire, pero están decididas a continuar hasta obtener una respuesta positiva. Luis Javier Pérez Enríquez, segundo gobernador de la comunidad indígena, dio a conocer que en una asamblea realizada el pasado 26 de febrero los pobladores decidieron manifestarse para impedir que los particulares continúen talando los árboles que se encuentran en su territorio.

La tala –dijo– había cesado desde hace 2 años debido a que estaba en proceso un amparo contra la ausencia de consulta para la construcción del aeropuerto regional Creel-Barrancas, y otro contra el paso del gasoducto.

Repechique ganó los dos litigios, pero en el caso de la tala de árboles, los particulares se inconformaron ante un tribunal colegiado que se declaró incompetente para atender el caso y retomaron la poda, a pesar de que el juez octavo de Distrito reconoció a la comunidad como dueña del territorio.

“Estuvimos la semana pasada en Chihuahua, con Semarnat, y nos dijeron que iban a la Ciudad de México para ver la situación y que iban a hablar con la autoridad federal para ver la vigencia de las guías forestales, pero hasta ahora no nos han dado respuesta”, señaló Luis Pérez.

Precisó que sólo dejan entrar automóviles pequeños, y hasta ahora sólo han tenido problemas con el conductor de un camión que les advirtió que pasaría a pesar de que se lo impidieran, y no lo logró.

“Todos los años hemos protestado, sólo que tenía dos años frenado por el gasoducto y el aeropuerto (…) Creemos que tenemos derecho a decidir libremente que no haya tala. Todos los años hemos cuidado el bosque, lo hemos cuidado de incendios, ¿por qué quieren talar sin consultar? Además son gente de fuera que no pertenece aquí. Si siguen talando, ya no va a llover, todo se desequilibra, el hábitat se afecta. Los venados, por ejemplo, ya se fueron a otra parte. Hemos visto muchos cambios desde que tumbaron los árboles para hacer el aeropuerto”, agregó el segundo gobernador, de 30 años.

SOPORTAN FRÍO Y NEVADAS

Teresa Enríquez Díaz, integrante de la comunidad, sostuvo que la semana pasada la tuvieron difícil porque pasaron mucho frío. “Nos nevó, hizo mucho frío, pero tenemos que aguantarnos porque estamos aquí plantados, porque han tumbado muchos pinos y se están llevando mucha madera, leña verde, y no nos están dejando nada. Estamos aquí y queremos que nos arreglen esto”.

Durante dos noches en las que hubo heladas, los manifestantes sólo se cubrieron con cobijas dentro de las pequeñas carpas que les proporcionaron personas que apoyan la protesta.

“Aquí estamos todo el día y toda la noche, unos se van y nos turnamos. Vienen muchos en la tarde porque tienen animales y tienen que cuidarlos en el día. Aquí a la gente le decimos (a los taladores) que no hay pasada, y uno nos dijo que iba a pasar a fuerzas, pero no pasó. Uno dijo que vivía en un rancho, pero no era cierto, luego vinieron unos que iban a cargar madera y nos dijeron que no valíamos nada, que por qué estábamos aquí. Les dijimos que somos indígenas, nacimos aquí, aquí nació toda esta gente, por eso estamos pidiendo al Gobierno que resuelva, que nos dé un papel que valga, porque ya está reconocido como nuestro territorio. Necesitamos papeles porque necesitamos defender nuestros derechos. Muchos andan preguntando por los papeles, queremos que venga la autoridad”, insistió Teresa Enríquez.

Previo a la manifestación, los talabosques alcanzaron a cortar decenas de árboles que se encuentran alrededor del plantón, les corre la trementina y las copas están en el suelo.

“Sentimos tristeza porque los animales ya no tienen dónde esconderse, dónde tener crías. Ellos crían en los árboles. En muchos bosques hacen sus nidos los conejitos y los venados no tienen dónde esconderse, los matan muy fácil. Pedimos al Gobierno que ya nos den papeles. Son tantos años y no nos dan nada, esto se descompone. Aquí vamos a estar hasta que venga la Semarnat”, advirtió la mujer.

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