11/13/2012

CAMILO JOSÉ CELA (La Coruña, 1916-2002)
Una olma vieja - Viaje a la Alcarria

La plaza es amplia y cuadrada, y en el centro tiene una fuente de varios caños, con un pilón alrededor, y olmo añoso –olma le llaman, porque es redondo-, copudo, matriarcal, un olmo tan viejo, quizás, como la piedra más vieja del pueblo.
Una fuente en la plaza una olma vieja.
Una cigüeña pasa sobre Pareja.
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Abraham Sanz, septiembre 2012
Abraham Sanz, en El Hexágono escribe...

... la de Pareja, cuya singularidad radicaba no en la anchura de su tronco, sino en la espectacularidad de su copa que llena con su sombra una más que deteriorada plaza que ha vivido, nunca mejor dicho, a la sombra de su olmo. No obstante, ahora su copa comienza a clarear. La grafiosis aprieta y, si hace ya más de 10 años le hizo perder una de sus poderosas ramas de la que se sacaron varios cientos de kilos de leña, ahora su estado comienza a ser más que preocupante.  Aunque se está tratando para tratar de evitar el peor de los males, que sería su tala y por tanto la desaparición de un símbolo para este pueblo alcarreño, lo cierto es que si en la próxima primavera –tras su poda- no rebrota, sería muestra de que ya las fuerzas le flaquean a esta vieja olma.














... pequeño homenaje a otro grande que se despide...
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11/09/2012

RENÉE VIVIEN (Londres, 1877 - 1909)
Les arbres
 
Dans l'azur de l'avril, dans le gris de l'automne,
Les arbres ont un charme inquiet et mouvant.
Le peuplier se ploie et se tord sous le vent,
Pareil aux corps de femme où le désir frissonne.

Sa grâce a des langueurs de chair qui s'abandonne,
Son feuillage murmure et frémit en rêvant,
Et s'incline, amoureux des roses du Levant.
Le tremble porte au front une pâle couronne.

Vêtu de clair de lune et de reflets d'argent,
S'effile le bouleau dont l'ivoire changeant
Projette des pâleurs aux ombres incertaines.

Les tilleuls ont l'odeur des âpres cheveux bruns,
Et des acacias aux verdures lointaines
Tombe divinement la neige des parfum
s


Los árboles

En el azul de abril, en el gris del otoño,
Los árboles poseen una gracia inquietante.
El álamo en el viento se retuerce y se pliega
Cual cuerpos de mujer trémulos de deseo.

Su gracia es un desmayo de carne abandonada
Y murmura su fronda, al soñar se estremece,
Se inclina, enamorada de las rosas del Este.
Lleva el olmo en su frente una corona pálida.

Revestido de claro de luna plateado,
El abedul deshila su cambiante marfil
Y plasma palideces en las sombras inciertas.

El tilo huele a ásperas y oscuras cabelleras.
Y desde las acacias de lejana verdura
Divinamente cae la nieve del perfume.

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11/05/2012

LA FLOR DEL CEIBO 
Cuento de Argentina

     Cuenta la leyenda que en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las largas tardes deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.
     Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar. Pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.
     El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros invasores, que salieron en una persecución que se convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera.
     La ataron a un poste e iniciaron el fuego. El fuego parecía no querer alargar sus llamas hacia la  indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con el poste en un asombroso milagro.
     Al siguiente amanecer, los soldados se encontraron ante el espectáculo de una hermosa ceiba de verdes hojas relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.

---Fin---

11/01/2012


CUANDO MUERA
Poema anónimo kuba, Congo Central

No hay aguja sin punta penetrante
No hay navaja sin hoja afilada
La muerte llega a nosotros de muchas formas.
Con nuestros pies andamos por la tierra del chivo
Con nuestras manos tocamos el cielo de Dios
Algún día futuro, en el calor del mediodía,
seré llevado en hombros
a través del pueblo de los muertos
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo a sus espinas.
Cuando muera, no me entierren bajo los árboles del bosque,
le temo al agua que gotea.
Entiérrenme bajo los grandes árboles umbrosos del mercado
Quiero escuchar los tambores tocando
Quiero sentir el ritmo de los pies bailando.

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