6/14/2010

AL CIPRÉS
Fernando Jiménez


En el cuadrante limpio del claustro solitario
eres tú la varilla que marcas el horario
del tiempo desgranado a ritmo de rosario
con música de fondo de viejo antifonario.

Aunque eres menos viejo de lo que cree la gente
de pensar tantas horas se marcan en tu frente
las arrugas del monje cantor y penitente
con los pies en el suelo, pero del suelo ausente.

Yo no creo que crezcas para mirar afuera
la baraúnda loca de ciega tolvanera.
Tú te vas alargando en tu vigilia austera
en busca de ese cielo que tu cabeza espera.

Hoy –sólo de momento– con verso berceano
me despido de ti con añorar de hermano
abrazando tu tronco y ofreciendo mi mano.
Tú mi mejor recuerdo de mi andar de un verano.

31-8-1959

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6/10/2010

AMY LEVY (G. Bretaña, 1861-1889) 
In the black forest


I lay beneath the pine trees,
And looked aloft, where, through
The dusky, clustered tree-tops,
Gleamed rent, gay rifts of blue.

I shut my eyes, and a fancy
Fluttered my sense around:
"I lie here dead and buried,
And this is churchyard ground.

"I am at rest for ever;
Ended the stress and strife."
Straight I fell to and sorrowed
For the pitiful past life.

Right wronged, and knowledge wasted;
Wise labour spurned for ease;
The sloth and the sin and the failure;
Did I grow sad for these?

They had made me sad so often;
Not now they made me sad;
My heart was full of sorrow
For joy it never had
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EN EL BOSQUE NEGRO
Amy Levi (1861-1889)

Me acosté debajo de los pinos,
Miré hacia arriba, hacia el verde
Oscuro, en la copa de los árboles,
Brillo sombrío que marca el paso del azul.

Cerré los ojos, y un increíble
Sentido fluyó sin criterio:
Aquí yazgo muerta y enterrada,
Y este es un cementerio.

Estoy en un reposo eterno,
Han terminado todos los conflictos.

Caí recta y sentí los lamentos
Por mi pequeña vida pasada.

Derecho injusto y labor perdida,
Sabio conocimiento despreciado;
La pereza y el fracaso y el pecado,
¿Yo fui triste por esto?

Me han puesto triste a menudo;
Ya nunca más asaltan mi pudor,
Mi corazón estaba lleno de dolor
Por la alegría que nunca tuvo.
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6/07/2010

FRASES Y ÁRBOLES (9)
 
"Comido el tejo, engendra grandísima frialdad en el cuerpo, causa grande angustia de anhélito y es veneno para hacernos una idea que pronto despacha"  Laguna


"El tejo conserva aún, inconscientemente, aquel sentido protector o de refugio de los lares de la familia". 
Enciclopedia Asturiana


"Quizás ha llegado el momento de hablar de los escudos. Su impronta significaba: "¡detente marqués!", "¡alto abad!, esta casa es hidalga", "no pecha", "no sirve a nadie", (...) . Un escudo se aumenta o se reconstruye, pero el solar, no. Por eso la antigüedad de una hidalguía se medía por la vejez de los árboles del solar y el mayor castigo a un hidalgo era cortarle los árboles solariegos. 
Manuel Gutiérrez Aragón, "Cantabria, El laberinto de los montes" Viajar nº 22


Las casas señoriales solían tener a su lado un tejo, cipreses o una palmera, como puede verse en Mondoñedo o en zonas rurales. Era la bandera o distintivo de los señores. 
Párroco de San Justo de Cabarcos, Lugo



El tejo crece donde se le deja, y evidentemente su principal enemigo son los enredos humanos. 
Ignacio Abella

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6/03/2010

AMÉLIE NOTHOMB (Bélgica, 1966)
Ni de Eva, ni de Adán

(…) Abandoné el pueblo en dirección al vacío. El sendero ascendía afablemente por la nieve, y enseguida constaté, con una estúpida alegría de sultán, que estaba virgen. Aquel sábado por la mañana, nadie me había precedido en aquel repecho. Hasta los dos mil metros de altura, el paseo fue una delicia.
      El bosque de coníferas y árboles frondosos se detuvo bruscamente para señalarme la presencia de un cielo cargado de advertencias a las que yo no atendí. Ante mí se desplegaba uno de los paisajes más hermosos del mundo: sobre una larga ladera en forma de falda acampanada, un bosque de bambú bajo la nieve. El silencio me devolvió, intacto, mi grito de éxtasis.
Siempre he sentido un desaforado amor por el bambú, esa criatura híbrida que los japoneses no clasifican ni como árbol ni como planta y que combina una delicada flexibilidad con la elegancia de su abundancia. En mis recuerdos, sin embargo, el bambú jamás había alcanzado el singular esplendor de aquel bosque nevado. Pese a su finura, cada silueta presentaba su propia carga de nieve y su cabellera almidonada de blancura, a la manera de jovencitas convocadas prematuramente para realizar alguna misión sagrada.
      Crucé el bosque como quien recorre otro mundo. La exaltación había sustituido el sentimiento de duración, ignoro durante cuánto tiempo me vi absorbida por el ascenso de aquella ladera.
      Al llegar, divisé, trescientos metros más arriba, la cima del Kumotori Yama. (...)

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