lunes, 18 de marzo de 2024

La vuelta del pistacho a la península

JAVIER JIMÉNEZ,  en Xataka, oct23
El cultivo del pistacho

Durante más de mil años España fue una potencia mundial en la producción de pistacho. Luego desapareció completamente.
Castilla-La Mancha y otras comunidades están volviendo a cultivar pistachos
Lejos de un exotismo, el árbol cuenta con una larga tradición olvidada en la península


En 1986, José Francisco Couceiro llegó al Centro de Investigación Agroambiental "El Chaparrillo" con un encargo sui géneris: buscar alternativas a los cultivos tradicionales de Castilla-La Mancha. En un año, se convenció de que la clave era el pistacho; en diez, consiguió dominar su cultivo; en 35, es una leyenda. Hoy, el pistacho de Couceiro ha conquistado España: "Las hectáreas se han multiplicado casi por 16 en la última década" y ahora "uno de cada 700 kilómetros cuadrados ya está cubierto por pistacheros".
      Pero lo que mucha gente no sabe es que no es la primera vez que el pistacho conquista el país. Indagar por qué desapareció completamente de los suelos peninsulares puede ser clave para el futuro de uno de los cultivos más prometedores del momento.
     Según cuenta la tradición (y las crónicas más antiguas), el pistacho fue incorporado a la gastronomía del Imperio Romanoe en época de Tiberio, cuando Lucio Vitelio (padre del futuro emperador Aulo Vitelio) empezó a extenderlo desde Siria. Poco después, el cultivo del pistachero se introdujo en Italia; especialmente en Sicilia y algunas partes del sur, donde, con el tiempo, se han desarrollado sus propias variedades: napolitana, bronte o trabunella.
      En aquella época imperial, los árboles del pistacho se empezaron a plantar también en España. Y el cultivo prosperó, podemos leer sobre ello en los textos de San Isidoro de Sevilla. En ellos, sin ir más, se puede encontrar una discusión sobre una falsa etimología del término latino "pistacium", relacionada con el olor de su corteza. Algo que invita a pensar que tenía a mano esas cortezas. Sin embargo, no parece ser hasta el 711 cuando la industria española del pistacho se convirtió realmente en algo importante.
     Esa importancia es la que explica, por ejemplo, que las lenguas peninsulares tengan palabras propias para hablar de los pistachos. Tanto el "festuc" catalán como el término "alfóncigo" que se usaba en castellano antiguo (y que aún persiste en el diccionario) provienen de la palabra árabe para denominar a los pistachos. No es de extrañar, por eso mismo, que los últimos reductos pistacheros de los que tenemos consciencia fueran los recetarios nazaríes y las huertas del Generalife, en las lomas de la Sabika, el cerro donde se alza la Alhambra.


Auge y ocaso del pistacho

     Luego, sencillamente, desapareció. Desapareció literalmente. A lo largo de la edad moderna y contemporánea, los restos que pudieran quedar del pistacho español fueron triturados y desechados sin más. Lo que ha tenido intrigados a los especialistas durante décadas es el porqué. ¿Cómo pasamos de ser una potencia mundial del pistacho a considerarlo una especie exótica, ajena y desconocida?
     Lo cierto es que hay muchas teorías. Desde una supuesta prohibición de la Iglesia Católica (que los habría rechazado por su parecido con el sexo femenino) hasta su pérdida de importancia paulatina frente a otros cultivos de secano con un rendimiento mayor (como los olivos o almendros). Lo primero es difícil de aceptar: no solo no hay ninguna prohibición escrita, sino que en otras partes del mundo católico, como Italia, el pistacho siguió siendo cultivado sin problema.
     La segunda, en cambio, sí podría ser más razonable. Sin embargo, si examinamos los cultivos que han llegado a las postrimerías del siglo XX, parece raro esta súbita desaparición de un cultivo tan favorable. La opción más razonable, parece otra.
     Como explicaba hace unos años María Isabel Morales Cebrían, responsable técnica de las huertas del Generalife, lo más probable es que, tras la reconquista y la expulsión de los moriscos (con la debacle demográfica, industrial y agraria que supuso), los cristianos del norte que repoblaron los terrenos de secano del sur "no tuvieran en cuenta que al ser dioica [el árbol del pistacho] necesita una planta hembra, la que da los frutos, y otra macho para reproducirse".
      Es decir, no se dieron cuenta de que "no podían eliminar las plantas que no daban frutos" y "al hacerlo dejaron a las hembras sin posibilidad de reproducirse provocando que la especie desapareciera por completo". No es una explicación que me convenza del todo, he de decirlo: al fin y al cabo, tanto las moreras como las palmeras datileras son dioicas y su cultivo superó (con muchas dificultades, pero superó) la expulsión de los moriscos.
      Probablemente, la causa real fuera una mezcla de todo esto: la falta de conocimiento de los repobladores, los prejuicios religiosos hacia un producto que consumían preferentemente los moriscos, la mejora de la productividad de otros tipos de cultivo... Sea como sea, la vuelta de los pistacheros al campo español demuestra que, a menudo, hay que salir fuera para encontrar cosas que, durante más de mil años, formaron parte del ADN de esta Tierra.

Lo hemos leído aquí

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sábado, 16 de marzo de 2024

CHRISTOPHE DRENOU
“Los árboles en la ciudad"- Ciclo El Salón del Prado

Nueva charla en el ciclo de conferencias y cursos formativos ‘Salón del Prado’. La actividad que organiza el Real Jardín Botánico (RJB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través de su Unidad de Jardinería y Arbolado, ofrece la conferencia “Los árboles en la ciudad” ofrecida por el botánico, profesor e investigador francés Christophe Drenou, el 14 de marzo de 2024. 

Christophe Drenou. Botánico especializado en el árbol, diplomado en el Instituto Nacional de Horticultura y Paisaje (INH, Angers) y doctor en Ciencias por la Universidad de Montpellier (Laboratorio de Francis Hallé). Ingeniero de investigación y desarrollo en el Instituto para el Desarrollo Forestal de Toulouse (IDF), lleva a cabo numerosos trabajos de investigación referentes a la relación entre fisiología y desarrollo vegetal en especies arbóreas. Es autor de varios libros, siendo su última publicación “Arbres, un botaniste au musée” (Fage, 2018). 

Información práctica

Actividad: Ciclo ‘Salón del Prado’.
Conferencia “Los árboles en la ciudad” de Christophe Drenou
Lugar: Real Jardín Botánico. Salón de Actos. Acceso por calle Claudio Moyano, 1
Fecha: jueves 14 de marzo de 2024. Horario: 18 horas.
Duración aproximada de la actividad: 60 minutos
Precio: Actividad gratuita. Entrada libre hasta completar aforo
Dirigida a: público adulto

En Getafe ya se plantó un bosque con el Método Miyawaki en marzo 2022
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miércoles, 13 de marzo de 2024

Baobabs en Madagascar (2)

Visita a los Adansonia suarezensis de Cap Diego-Antsiranana, Madagascar

Baobabs en la Montaña de los Franceses,  cerca de Antsiranana

Estaba en Antsiranana-Diego Suárez, en el norte de Madagascar y quería visitar, ver... casi tocar, los baobabs de la zona de Cap Diego. La información que tenía era casi nula y las diferentes lenguas tampoco facilitaban las cosas. Si a eso añadimos el tiempo que tiene el turista para conocer un país... casi entra uno en desánimo. 

Había estado visitando la Montaña de los Franceses y la península de Oronjia. La guía que me acompañó era verdaderamente conocedora del entorno. Ella misma me presentó a un compañero-guía que decía conocer bien la zona de Cap Diego donde prosperaban abundantes Adansonia suarezensis. Mirando los mapas por tierra era imposible llegar por la distancia y que todo son caminos. Por mar no dependes de ti mismo, has de ir acompañado de otras personas. Todo se ve con más claridad una vez que has tenido la experiencia. Pues bien, si alguien que me lea quiere ver la zona con sus innumerables baobabs que siga mi consejo. Contrata un guía porque facilita la comunicación y después eliges una de las opciones.

1.- En transporte público: Te levantas temprano, vas puerto antes de las siete y  esperas al bote que atraviesa la bahía. Irás con un montón de gente pero no hay problema. Una vez en el otro lado, tomas rumbo suroeste siguiendo la costa e irás viendo los espléndidos baobabs. Lleva agua y víveres. Por la tarde algún bote saldrá del poblado y podrás regresar a Diego Suárez. Distancia a pie: 3km + 3km

 2.- Transporte privado: Ir al puerto el día anterior y contratas un bote para que te dejen en la zona del gran baobab. Quedas a una hora determinada en el poblado y que vayan a recogerte. Esta es la opción que yo tomaría (ahora). Distancia a pie: 3km

 3.- Pagas a un guía: El se encargará de alquilar un bote y te pasas unas horas recorriendo la costa viendo los baobabs, alguna escala se puede hacer pero, para mi, es incómodo llevar a tres personas dependiendo de ti. Esta ruta es la que yo hice por desconocimiento, no me gustó y prefiero la libertad que ofrecen las opciones 1ª y 2ª.

Este tipo de baobab está en peligro de extinción. Solamente crece al norte, en los alrededores de Antsiranana (Diego Suárez), de Madagascar. En este enlace podéis localizarlo, aunque la precisión del mapa no es buena. Hay seis subpoblaciones conocidas de esta especie. La catalogación más reciente se realizó en 2007 en Andavakoera, en la provincia de Antsiranana (Catálogo Madagascar 2016), comprobándose la disminución de ejemplares maduros y en extensión de su distribución. Las causas de su retroceso son variadas: Construcciones nuevas en esos hábitats, invasión de especies foráneas, el fuego, la ganadería, etc.

He aquí alguna de las maravillas que se pueden ver

Información de los Adansonia suarezensis

Distribución y hábitat
Crece en el oeste y al sur de Madagascar, en terrenos arenosos o arcillosos. Es el más pequeño de los baobabs de Madagascar, alcanza de 4 a 5 m de altura, aunque pueden encontrarse ejemplares de hasta 20 metros de altura. Son gruesos y se estrechan antes de las ramas, dándoles una forma de botella muy especial. La corteza es marrón rojiza. Las hojas son serradas. Es una importante fuente de alimentación para los lémures.

Taxonomía
Adansonia suarezensis fue descrita por Joseph Marie Henry Alfred Perrier de la Bâthie y publicado en Notulae Systematicae. Herbier du Museum de Paris 14: 302–303. 1952.​

Etimología
Adansonia: nombre científico que honra al sabio francés de origen escocés que describió por primera vez a éste árbol, Michel Adanson (1737-1806), y deriva directamente de su apellido.
suarezensis: epíteto geográfico que alude a su localización en Diego Suárez.
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domingo, 10 de marzo de 2024

Árboles singulares de Sevilla

ÁRBOLES SINGULARES DE LA CIUDAD DE SEVILLA

El día 26 de febrero, el Alcalde de Sevilla presentó en la Glorieta de Bécquer el libro Árboles singulares de Sevilla. Se trata de una nueva versión, más reducida y a modo de guía de campo, del catálogo que se publicó en 2022 sobre los ejemplares más sobresalientes del rico patrimonio arbóreo de nuestra ciudad. Nosotros colaboramos activamente en esta relación de árboles singulares a través de nuestro blog y de un dosier sobre la ubicación y características de estos árboles que fue entregado a los funcionarios de Parques y Jardines. (...)

La versión degital de la guía de campo "Árboles singulares de Sevilla" se puede consultar aquí
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jueves, 7 de marzo de 2024

Takahashi en Akita, el cronista de Japón (091)

TAKIHASHI HIROSHI (1960, Japón)
El Katsura de los Mil Troncos de Chōkai (prefectura de Akita)


Los fríos se van alejando
Cuando en el calendario inicia la primavera, en las regiones septentrionales de Japón impera todavía el frío. Pero los árboles trabajan en secreto, preparándose para el esperado acontecimiento. Si se los observa de cerca podrá verse que, incluso los que han perdido todo su follaje y se muestran desnudos, ya han coronado los extremos de sus ramas con las yemas de invierno.
     Pasado lo más álgido del invierno, los árboles comienzan a prepararse para echar brotes y florecer. Ya no falta mucho para ese momento, y entonces será como si la energía que han venido almacenando durante el invierno se desbordase.
     Los árboles, que se habían desprendido previamente de sus hojas para superar el crudo invierno, habían entrado en fase de letargo, no sin antes desarrollar sus yemas de invierno. Y son estas las que ahora, llegada la primavera, crecen y echan hojas y flores.
     Entre las especies caducifolias que llegan a convertirse en árboles gigantes están el olmo keyaki y el ginkgo. Junto a ellos, tenemos también el katsura. Los brotes de invierno del katsura dan flores de un rojo intenso antes de que hayan salido las hojas y es envueltos ya en ese color como estos árboles esperan la llegada de la primavera. Imaginemos las bellas hojas que caracterizan el katsura, en forma de corazón, durmiendo todavía en lo más profundo de esas yemas invernales. ¿No es como si de un momento a otro ese sentimiento de impaciencia ante la llegada de la primavera fuera a desbordarse?
     Es una época en que el sol comienza a calentar, pero el frío se hace sentir todavía en las horas crepusculares. Ver cómo los brotes van cobrando volumen reporta a los humanos la certeza de que la esperada primavera está ya a la vuelta de la esquina.


Especie: Katsura (Cercidiphyllum japonicum), familia Cercidiphyllaceae, género Cercidiphyllum
Dirección: Kurisawa, Chōkai-machi, Yurihonjō-shi, Akita-ken 015-0503
Perímetro del tronco: 17,6 m.       Altura: 40 m.          Edad: 800 años
Designado Monumento Natural Prefectural.
Tamaño ★★★★★        Vigor ★★★★★       Porte ★★★★
Calidad del ramaje ★★★★          Majestuosidad ★★★★

     Estamos en Yashima, uno de los distritos de la ciudad de Yurihonjō, en la zona meridional de la prefectura de Akita (Norte). Es una de esas áreas montañosas tan recónditas que se hacen acreedoras a la tradición de haber servido de refugio a los samuráis que se dispersaron por el país tras la derrota del clan de Taira frente al de Minamoto. En una ladera próxima al núcleo de población de Kurisawa, situado en medio de la naturaleza, se yergue el llamado Katsura de los Mil Troncos.
     Debido a que los katsura tienden a nacer formando agregados de un gran número de pequeños troncos, en todo el país hay ejemplares gigantes de esta especie que reciben este nombre. Pero este es uno de los mayores entre todos ellos. El que alguna vez fue su tronco principal ya no existe y en su lugar se desarrolló un intrincado conjunto de brotes que han acabado por formar un nuevo tronco. Por su aspecto ofidio, dicen que este árbol recibe también el nombre de Katsura de las Mil Serpientes.
     Visité el lugar a mediados de abril, la época del año en que se abren las yemas. En las ramillas apuntaban ya unas flores de color rojo, que adquieren un llamativo color escarlata especialmente en los ejemplares masculinos. Y como el katsura florece antes de cubrirse de hojas, siendo en esto igual a los cerezos sakura, da la impresión de que todo el árbol arde en intenso rojo. Este ejemplar alcanza los 40 metros de altura y su silueta es realmente magnífica. Contemplar un katsura de estas dimensiones en plena floración es, desde luego, una experiencia inolvidable. Y como las hojas salen inmediatamente después de las flores, todo el proceso se completa en apenas dos días. Un regalo primaveral del katsura que no hay que dejar pasar.
      Las mediciones in situ nos informan de que el conjunto del tronco de este katsura tiene un perímetro de 17,6 metros, siendo uno de los tres mayores del país. Los alrededores estuvieron una vez cubiertos por bosque primario, pero hace algunos años fueron acondicionados para atraer el turismo y contribuir así a revitalizar la economía del municipio. La visita resulta muy cómoda, ya que el camino forestal que conduce al árbol ha sido pavimentado y los árboles de los alrededores, talados. La fama de este ejemplar se propagó por el país en 1989, cuando apareció en una selección de los 100 árboles más notables del país realizada por el Ayuntamiento de Osaka y el periódico Yomiuri Shimbun. Además, el alto en el que se encuentra este katsura forma un mirador con espléndidas vistas al Chōkai-san, un volcán que se asemeja al Fuji.


Nº 091

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lunes, 4 de marzo de 2024

Una maganolia en Nueva York, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
La magnolia de Nueva York
 
La magnolia (Magnolia grandiflora), es un árbol de hoja perenne, coriácea y brillante, con grandes flores blancas, originaria de la zona situada al norte del golfo de México, que con demasiada frecuencia ve su nombre vulgarizado como “magnolio”.
     En el territorio de los Estados Unidos, se considera que muy difícilmente una magnolia puede vivir al norte de Filadelfia (realmente se considera la llamada línea Maxon-Dixon, una demarcación entre cuatro estados, creada en el siglo XVIII, para delimitar las antiguas colonias inglesas y que forma la frontera sur de Pennsilvania). Por eso, en una ciudad como Nueva York, donde el invierno es muy frío -en enero y febrero puede llegar hasta los -10º C-, encontrar una magnolia es como encontrar una aguja en un pajar, y sin embargo hay una.
     La magnolia de Nueva York llegó en 1885 como un pequeño plantón, traído desde Carolina del Norte por William Lemken, para plantarlo en el patio delantero de su casa, en Brooklyn y que sobrevivió.
     En 1958 Hattie Carthan, una mujer afroamericana, dos veces divorciada y con dos hijos, se fue a vivir a Bedford-Stuyvesant, un barrio de Brooklyn. En esa época, la moda era marcharse a los barrios exteriores de la ciudad, buscando un entorno más verde, lo que entonces se definía como “tener una vida de campo en la ciudad”, ¡y eso, en Nueva York! Es una activista creando una asociación para mantener limpia la zona. En 1964 inició una campaña para preservar y plantar árboles en las calles de Brooklyn y fundó varias
organizaciones para promover la ecología y el espíritu comunitario del barrio, trabajando para fundar más de 100 asociaciones de bloques. En 1966, organizó una fiesta en Bedford-Stuyvesant para recaudar fondos y mantenerlo limpio, a la que invitó y acudió el alcalde. Desde entonces mantendrían muchos contactos y colaborarían en varios proyectos. 
     En esa época, Hattie todavía estaba trabajando para una empresa de investigación de mercados en el centro de Brooklyn. Todos los días tomaba el autobús número 38 de ida y vuelta por la Avenida Lafayette. Entre las calles Marcy y Tompkins, contemplaba con asombro una enorme magnolia de 14 metros de alta. Hattie, nacida en estado sureño de Virginia, sabía que el árbol que veía todos los días, frente a lo que parecían edificios abandonados, era especial y se propuso conocer su historia. Uno de esos días, en lugar de tomar el autobús hasta casa, se bajó del autobús y comienza a preguntar datos y nombres en los edificios próximos. Descubrió que los tres edificios de ladrillo rojizo en los que se encontraba la magnolia se iban a demoler para construir grandes bloques y un aparcamiento. Buscó la historia del árbol y su fecha de plantación. El árbol fue plantado allí antes de que se construyeran los edificios de ladrillo a su alrededor (tal vez William Lemken lo tuviese en maceta, esperando a tener jardín en el que plantarlo) se cree que esa es la razón por la que había sobrevivido en este clima, por la forma en que se construyeron los edificios detrás y al hecho de que pusieron la caldera directamente debajo del árbol. Entonces el árbol había tenido calor durante el invierno, impidiendo la congelación de sus raíces. Así sobrevivió.
     Corría el año 1969, cuando inició una campaña para salvar a la magnolia. Acudió al alcalde, al jardín botánico y recaudó fondos del vecindario para salvar las casas de detrás del árbol. Trabajó con escuelas locales recaudando 7.000 dólares a través de la venta de hojas de magnolia de papel creadas por los estudiantes. La cantidad fue igualada por la Horticultural Society de Nueva York, y finalmente consiguió pagar los 12.000 dólares que le pedían por los edificios, después de mucho regatear, desde los 30.000 que era su precio inicial. Los esfuerzos de la comunidad para salvar la magnolia llamaron la atención de la Comisión de Monumentos Históricos y el árbol fue declarado ese mismo año como “hito viviente” de la ciudad de Nueva York (hubo otro, un sauce llorón, ya muerto), consideración de la que sigue disfrutando en la actualidad. En los edificios de ladrillo rojo se instaló el “Magnolia Tree Earth Center”, una organización ambiental sin fines de lucro, que continúa funcionando en la actualidad.
     Hattie Carthan, que centró su actividad en enseñar a los niños a cuidar los árboles y fue la responsable de plantar más de 1.700 ejemplares en Brooklyn, lo que le valió ser denominada por el New York Times, como “la Dama de los Árboles”.
     La Sra. Carthan murió en 1984 y es la madre del movimiento medioambiental urbano en Estados Unidos, que sin ayudas puso en marcha cuando se cansó de ver cómo se deterioraba su barrio de Brooklyn. Su mantra era: “Salva un árbol, salva un vecindario”, y lo persiguió sin descanso, liderando el movimiento de base hasta bien entrados los 70. Después de su muerte, su obra continúa y varias iniciativas siguen su senda. Su labor ha sido reconocida dedicándole un jardín, un libro con su biografía y una magnolia: la Magnolia x brooklynensis “Hattie Carthan”, un híbrido de segunda generación de flores amarillas con una vena violeta de entre 10 y 20 cm.
     En los edificios de ladrillo rojo, hay un mural en su honor que se extiende por la pared que ayudó a financiar para proteger el árbol. Cuando miras la magnolia de Nueva York, ella lo está mirando contigo.

 

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viernes, 1 de marzo de 2024

YANNIS RITSOS (Grecia, 1909-1990)
Los almendros

Por la noche, con sus vestidos blancos, pasaron frente a nuestras ventanas
los almendros: lentos y tristes, semejantes a aquellas pálidas adolescentes del orfanato que vuelven de una pequeña excursión, el domingo, tomadas de la mano, de dos en dos, sin proferir palabra, sin las estrellas que germinan 
una a una en la sombra, lejanas y felices.

Mañana enviaremos a los almendros a dar una vuelta a las orillas del mar,
para que enjuaguen de sus rostros el polvo de nuestra tristeza.

Y en la tarde, cuando vuelvan contentos, traerán nuestras primeras palabras
húmedas aún de mar, y nosotros lloraremos junto a la ventana abierta 
la alegría de saber que podemos llorar.
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martes, 27 de febrero de 2024

Castaños españoles en el Reino Unido

La avenida de las castaños españoles, castillo de Croft, Herefordshire, UK

El castillo de Croft, en Herefordshire, Welsh Marches, ha sido el hogar de la familia Croft desde la conquista normanda, allá por el siglo XI, salvo por un intervalo de poco menos de 200 años. Primero fue un castillo, luego una casa isabelina que estuvo a punto de ser totalmente destruida en la Guerra Civil -siglo XVII-, posteriormente fue restaurada, y una remodelación gótica a mediados del siglo XVIII. Se considera un ejemplo temprano del "renacimiento medieval". El interior muestra la historia de la familia Croft y su encanto es indescriptible. La iglesia adyacente de "San Miguel y todos los Ángeles" es anterior al edificio principal. El reloj es inusual ya que tiene una sola manecilla que señala la hora, lo que añade una leve confusión a un lugar donde el tiempo parece como si se hubiera detenido.

La avenida de los castaños españoles

     Podemos hacer un corto paseo al oeste del castillo para visitar la Avenida Spanish Chestnut. Aunque es uno de los varios que hay en la finca (algunos incluyen hayas y robles), es el más conmovedor, ya que está formado por castaños españoles de 450 años de antigüedad. Se dice que la avenida de líneas simples y triples se plantó a partir de castañas recuperadas de un naufragio español en la costa de Gales. Esa leyenda también nos cuenta que el plan de plantación reflejaba la formación de batalla en forma de media luna de la fatídica Armada de 1588.
      Sus troncos y ramas retorcidos realzan un lapso de tiempo inmóvil. Las contorsiones elementales han cerrado rama sobre rama, rama soldada al tronco. Las tensiones de aplastamiento y tensión quedan congeladas en su lugar. Las heridas antiguas se han cerrado sobre sí mismas. Varios veteranos salen del suelo en espiral. Otro parece haber aprisionado a un elefante con el ojo detenido en el tiempo.
     Si visita el castillo de Croft, pregunte cómo llegar a estos árboles, no le decepcionarán.
 
Lo hemos leído aquí
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sábado, 24 de febrero de 2024

LA LEYENDA DEL GUAYACÁN

En el sur de nuestro continente americano se cuenta una leyenda que nosotros hemos adaptado y dice así:

Cuentan que cuando Dios estaba creando todo lo que había en este mundo, se reunió una tarde con todos los árboles y les pidió que escogieran la época en la que cada uno de ellos quería florecer y así, embellecer la tierra.
En un estallido de alegría comenzaron todos a gritar: ¡Otoño, Verano, Primavera!
Pero Dios vio que ninguno elegía la estación de invierno, entonces preguntó: - ¿Por qué nadie elige la época de invierno?
Cada uno tenía su razón: ¡Muy seco! ¡muy frío! ... ¡muchos incendios!
Entonces Dios pide un favor: - Necesito al menos uno, un árbol, que embelese el invierno, que sea valiente y capaz de enfrentarse al frío, a la sequía, a los peligrosos incendios y así  embellecer el mundo. ... (Todos se quedaron en silencio)
Fue entonces que un árbol callado y tranquilo al fondo, sacudió sus hojas y dijo: -¡Yo voy!...
Y Dios con una sonrisa preguntó: -¿Cuál es tu nombre?
Él respondió: - ¡Me llamo guayacán, Señor!
Los otros árboles quedaron asombrados por su locura de querer florecer en invierno.
Entonces Dios respondió: - Por atender mi pedido te haré florecer en el invierno, no sólo con un color, sino con varios, para que también en invierno, el mundo sea colorido. Tendrás diferentes nombres, colores y texturas... ¡tu linaje será enorme!
Y así Dios hizo posible la floración de uno de los más hermosos árboles que da color al mundo cada invierno...
Dicen que en otros países de Latinoamérica los hay de más colores, pero en Oaxaca y en varios estados de México, tenemos la bendición de tener: amarillos y rosados (rosa lila y rosa blanco).
Y efectivamente, nuestros guayacanes florecen en pleno invierno (diciembre - marzo), en los meses de sequía, cuando ya ha pasado mucho tiempo de la última lluvia, lo cual los hace más especiales...
¡Que podamos ser como el guayacán y sepamos florecer en los inviernos de la vida! 

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miércoles, 21 de febrero de 2024

Zhang, Daqian 張大千, (1899-1983)
Eremita en el bosque

Hacia 1945,   Pintura (H. 217.4 x l. 82.8 cm)
Papier, Encre, Couleurs - Pigments
大千居士爰; 張爰之印; 大千; 大千豪髮; 大風堂
Don manuel : Guo, Youshou 郭有守, Docteur, M.C. 8710

Inscription et signature : 少有道氣,終興俗違。亂山喬木,碧苔芳暉。乙西七月初三日聞佞寇來降寫此快極。大千居士爰。
Sceaux du peintre : 1. 張爰之印 (白文)  2. 大千 (朱文)  3. 大千豪髪 (白文)  4. 大風堂 (朱文)
Traducción :

"En mi juventud, tuve el espíritu del Tao 
Finalmente, me retiré del mundo. 
En el caos de las montañas, [entre] los árboles altos, 
Del musgo verde, de perfumes y de la luz." 
 
El tercer día del séptimo mes del año Yiyou [1945], al escuchar que la rendición japonesa estaba cerca, mi alegría estaba en su apogeo. El ermitaño de Daqian, Yuan. 
Los versos que acompañan a esta pintura evocan una relación personal y directa con la naturaleza. Sin embargo, están tomados del poeta y crítico Sikong Tu 司空圖 (837-908) que vivió durante el período Tang. Asimismo, la composición de este paisaje es el resultado de una compleja reinterpretación de diferentes obras antiguas. La figura del solitario perdido entre los árboles y contemplando una cascada se deriva de un cuadro de Chen Hongshou del Museo de Cleveland. Sin embargo, el estilo pictórico de la obra de Chen Hongshou difiere radicalmente del de Zhang Daqian. En lugar de las parcelas angulares de las montañas del maestro Ming, Zhang Daqian utilizó un conjunto de ondas y puntos derivados de los modelos Song. En cuanto a la inspiración para los altos pinos con perfiles torturados, ausente en la obra de Chen Hongshu, es sin duda Wang Shen 王 詵 (c. 1048 - c. 1103) de la canción.

Lo hemos leído aquí: https://www.cernuschi.paris.fr/fr/collections/collections-chinoises/chine-moderne-et-contemporaine/ermite-dans-la-foret
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domingo, 18 de febrero de 2024

Pino/sabina

LA SABINA-PINERA DE FORMICHE ALTO, TERUEL

A la salida del segundo estrecho de la Hoz, en "el Prado del Buey", y en la ribera izquierda del río Mijares, se encuentra la sabina pinera de Formiche Alto, un dúo curioso formado por una sabina en cuyo tronco nació y crece un esbelto pino.
     Para llegar a este prado yo elegí salir en coche desde Formiche Alto hacia Castellar, pasamos junto a la entrada del camping "Casa de Fausto" y continuamos hasta el k4. Allí seguiremos por un camino a la izda. Una pista que va subiendo hasta el alto de una gran campa de la que salen tres caminos. Dejamos el coche y continuamos por el de la izda. en ligera subida. Una amplia panorámica podemos contemplar de esos montes. Al llegar a la parte superior seguimos por el camino hasta una señal que indica que continuemos por el barranco a nuestra derecha. Desembocaremos en el río Mijares por el que andamos aguas arriba hasta la zona de Los Estrechos, unos 200m. La Sabina Pinera queda a nuestra derecha.
Abremos recorrido dos km desde la campa. El grado de unión es tal que parecen un solo árbol, en un paraje abrupto y lleno de encanto... Creo que el acceso no es difícil aunque hay que contar con el caudal del río. Seguramente contactando con Casa Fausto nos proporcionen información.
     La explicación que hemos leído es que se debió a que un piñón cayó en el alto del tronco de la sabina, en el receptáculo que suelen formar sus ramas principales, que germinó y desarrollo sus raíces por el corazón del tronco de la misma, muchas veces hueco, hasta llegar a la tierra. La sabina ha perdido su rama central, espacio que ha aprovechado el pino.

La sabina tiene una edad estimada de 230 años y el pino alrededor de 60.


La leyenda de la Sabina Pinera contada en la página de Casa Fausto

"Erase un pino en lo alto del estrecho que se enamoró de la sabina que había en la ribera del río. El pino intentó que sus raíces crecieran mucho para poder llegar a acariciarla, pero la distancia y las impenetrables rocas del escarpado monte se lo impidieron.
     Sin desanimarse, el pino comenzó a desarrollar largas ramas para que el viento al rozarlas creara melodías para seducir a su amada.
     Al cabo de los años lo consiguió y la sabina al escucharlas también se enamoró del pino.  Una vez al día el sol proyectaba la sombra

 del pino sobre la sabina, y parecía que se se acariciaban.
     Pero no podían tener descendencia común, algo que ambos deseaban, así que la sabina con sus ramas centrales formó un receptáculo para intentar que quedara atrapado en las mismas algún piñón del pino.
     Al cabo de los años su deseo se cumplió al caer un pequeño y alado piñón, que germinó y la sabina cuidó y sigue cuidando maternalmente.
     El pino creció y, sobresaliendo entre las hojas de la sabina, logró ver al pino padre, el cual murió un crudo invierno al ser derribado por el peso de la nieve posada en las largas ramas que un día desarrolló para enamorar a la sabina."

Lo hemos leído aquí

  https://es.wikiloc.com/wikiloc/spatialArtifacts.do?event=setCurrentSpatialArtifact&id=151444840 

 
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jueves, 15 de febrero de 2024

 (Vídeo) El cedro de ocho troncos de Hōnai, un árbol gigante y tricentenario, Japón

Este impresionante cedro, hoy protegido, se encuentra en la ciudad de Yurihonjō, en el sur de la prefectura de Akita. (No he podido ubicarlo en el mapa)

 

     Los bosques naturales de cedro de la prefectura de Akita están entre los más bellos de Japón, junto con los de ciprés de Kiso y los de hiba de Aomori. La parte norte de la prefectura es la principal fuente de madera natural de cedro, obsequiada a Toyotomi Hideyoshi cuando construyó el castillo de Fushimi y popular en todo el país como un excelente material para la construcción. Por su tronco recto y sus densos anillos, el cedro ha sido apreciado por ofrecer madera de alta calidad desde el periodo Edo (1603-1868).
     En un bosque nacional de la ciudad de Yurihonjō, al sur de la prefectura, se alza un gigantesco cedro que sobresale por encima de los árboles circundantes. Conocido como “Hōnai no happon sugi” (el cedro de ocho troncos de Hōnai) por el antiguo nombre de la zona, es un símbolo del reino de los cedros de Akita. Fue designado monumento natural por el Gobierno de la prefectura en 1984. También es uno de “Los 100 gigantes del bosque” elegidos en el año 2000 por la Agencia de Silvicultura, que gestiona y explota los bosques nacionales.
     Se dice que su tronco se ramificaba antes en ocho partes, de ahí el nombre de “El cedro de ocho troncos”. Sin embargo, siete de ellos, incluido uno que se secó, ahora se separan a una altura de 3 metros sobre el suelo. No hay rastro de la existencia del octavo tronco, y algunos creen que originalmente eran siete, pero se le dio el nombre del ocho, porque se dice que este número atrae la prosperidad y la buena fortuna. El árbol mide 40 metros de altura y tiene una circunferencia de tronco de 11,5 metros. Entre los bosques nacionales, es el segundo cedro más grande después del “cedro de Jōmon” de Yakushima. El follaje sobre el tronco erguido forma una copa espectacular y se calcula que el árbol tiene más de 300 años.
     Los residentes locales lo han conservado cuidadosamente considerándolo como un árbol sagrado donde mora una deidad. En su base encontramos un pequeño santuario de piedra que sigue en pie desde que se construyó en el periodo Edo. La Agencia de Silvicultura ha designado media hectárea de los alrededores como bosque de comunidad vegetal de protección. Por regla general, no se lleva a cabo ningún tipo de mantenimiento o desarrollo artificial y la zona se conserva en su estado natural.
     Su selección como uno de “Los 100 gigantes del bosque” ha elevado su reputación y aumentado el número de turistas y excursionistas que lo visitan. A 10 minutos a pie hay un aparcamiento y un sendero que conduce a este monumento natural. Se han instalado varias señales de tráfico en las carreteras cercanas, con la leyenda “Camino de un árbol gigante antiguo y de la antigua carretera”, que hacen que la zona sea más accesible en coche.

Vídeo: Akita Cable Television (CNA)
Texto: Nippon.com
Número 150 del mapa

 

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lunes, 12 de febrero de 2024

FRANZ SCHUBERT (Austria, 1797-1828)
Der lindenbaum. (El tilo)

Dietrich Fischer-Dieskau: barítono,      Gerald Moore: piano     Texto: Wilhelm Muller. 

Esta quinta canción es la más popular del ciclo Viaje de invierno. El caminante pasa junto a un tilo que hay a las puertas de la ciudad, donde otras veces soñó y grabó palabras de amor en su corteza. El tilo, en la literatura romántica, frecuentemente simboliza el hogar y la seguridad. Ahora sus ramas lo llaman, invitándole a descansar entre ellas, lo que se toma como una insinuación de suicidio. Pasa de largo, sin dirigir la mirada atrás, en medio del viento helador, pero muchas horas después, y lejos del lugar, aún recuerda a las ramas: aquí encontrarás descanso

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