16 julio 2025

ÁLVARO CORTÉS, BENJAMÍN VIÑELA Y JOSÉ A. CARRREIRA, en "The Conversation", 2023
La sorprendente resiliencia de los abetos mediterráneos al cambio climático

Bosque de pinsapos en Yunquera, en el P.N. de la Sierra de las Nieves de Málaga

La sequía estival es un rasgo que ha moldeado los ciclos biológicos y el funcionamiento de los bosques mediterráneos desde los orígenes del clima que les afecta. Se han descrito numerosos mecanismos de los bosques para evitar la pérdida de agua y posterior deshidratación. Por ejemplo, los árboles desarrollan estructuras pilosas para evitar la desecación, o bien ajustan procesos fisiológicos que permiten evitar que la planta pierda agua en las peores horas del día.
     Sin embargo, los efectos de la sequía estival se han ido dilatando en los últimos años como consecuencia del cambio climático. Las precipitaciones aparecen en periodos de tiempo cada vez más cortos, en forma de lluvias torrenciales.
     El planeta se ve abocado hacia una fuerte alteración del ciclo hidrológico a escala global, que en la cuenca mediterránea se traduce en un aumento de la aridez. ¿Podrán los bosques mediterráneos tolerar este cambio en el régimen de precipitaciones? 

Especies adaptadas al frío en un mundo cálido
     Cabe destacar que no todos los bosques mediterráneos tienen las mismas necesidades hídricas, por lo que podría esperarse que la respuesta a la aridez sea desigual.
     De especial relevancia son los bosques relictos originarios de periodos pasados más fríos, que actualmente quedan acantonados en las sierras ibéricas, como es el caso de los bosques de pinsapo (Abies pinsapo Boiss.), tipo de abeto mediterráneo presente en las sierras de Cádiz y Málaga.
     En las últimas décadas se viene observando una importante mortalidad en algunos pinsapares, iniciada a finales de los años 90 y con especial incidencia en el Parque Nacional de la Sierra de las Nieves (Málaga).
     Dicha mortalidad es particularmente importante en determinados parajes del parque en el municipio de Yunquera. Las sequías cada vez más intensas y el elevado número de individuos (densidad) en rodales poco diversificados estructuralmente del pinsapar de Yunquera desencadenan una interacción sinérgica entre estrés climático y elevada competencia por los recursos (agua y luz) que hace a los árboles más vulnerables al decaimiento y la mortalidad.
     La consecuencia es una mayor probabilidad de muerte de los árboles en periodos de sequía, que desencadena un proceso de apertura de muchos huecos de mortalidad en el bosque.

Pinsapar en Yunquera (Málaga). Ismael Fernández Luque, Author provided

La resiliencia de los pinsapos
     Recientemente, hemos hecho un análisis multitemporal para estudiar la evolución y el estado de conservación del pinsapar de Yunquera para el periodo de 1985-2020.
      Hemos estimado la evolución de la actividad fotosintética con satélites Landsat y la dinámica de la cobertura del pinsapar con imágenes aéreas del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea, y hemos llevado a cabo un muestreo de campo para extraer información estructural de las masas y su posterior comparación con un muestreo previo en 2003.
     Los resultados nos dejaron atónitos. Comprobamos que el pinsapar, a pesar de episodios de sequía cada vez más intensos, presentaba una importante respuesta de resiliencia al proceso de decaimiento. La actividad fotosintética ha aumentado a partir de principios de los 2 000, la proporción de árboles de gran diámetro no ha cambiado en 2020 significativamente desde 2003 y la cobertura arbórea del pinsapar puro se ha incrementado.
     Nuestro estudio muestra, por tanto, una capacidad de respuesta tras los impactos de las sequías mayor de la que previamente se había estimado. Esto se explica porque la muerte de los individuos más débiles disminuye la densidad de pies por hectárea y los supervivientes tienen un mejor acceso a los recursos.
     A su vez, los huecos de mortalidad son invadidos por vegetación termófila, propia de ambientes mediterráneos, bajo la cual el pinsapo puede regenerarse –reclutar nuevos individuos a partir de semillas dispersadas– y crecer hasta hacerse de nuevo dominante en los claros abiertos.
     Estos mecanismos de compensación permiten al pinsapar sobrevivir, en lugar de extinguirse localmente. Es decir, la relativamente baja resistencia que los pinsapos muestran a la sequía se ve compensada por mecanismos de adaptación y recuperación que disminuyen la vulnerabilidad de sus poblaciones.

De alpinos a mediterráneos
     El pinsapo no es el único abeto circunmediterráneo que está mostrando tolerancia a una mayor aridez. El abeto blanco (Abies alba Mill.), muy característico de las montañas pirenaicas y alpinas, también ha demostrado su capacidad para prosperar en ambientes mediterráneos. Esto podría suponer su potencial inclusión dentro del grupo de especies que forman el bosque mediterráneo, en ambientes más cálidos, aunque haya estado tradicionalmente asociado a las duras condiciones del clima alpino de montaña.
     Sin duda, es realmente sorprendente e inesperada la plasticidad y la flexibilidad que muestran estos bosques ante nuevos escenarios climáticos que previamente se han asumido como adversos. Pero esto no debe llevarnos a la errónea conclusión de que el peligro ha desaparecido y podamos bajar la guardia. No conocemos aún cuáles son los límites de adaptabilidad de estas especies ante eventos de sequía más extremos.
     Y hay una amenaza para la cual estos abetos no han mostrado ninguna capacidad de recuperación: el fuego. Urge, por tanto, elaborar políticas de conservación forestal proactivas que faciliten la resiliencia a la sequía y que disminuyan el riesgo de incendio.

Lo hemos leído aquí

-----

13 julio 2025

JAVIER RICO, en Bosques para Siempre, agosto 2024
Bosques, colmenas, miel… No se nos ocurre nada más sano

Alberto Urías
Polinización entre bosques, mejora de la gestión forestal, recuperación del patrimonio cultural, educación ambiental, investigación y divulgación científica, arte… Todo esto son capaces de aportar las abejas y su buen manejo. Viajamos de Muniellos (Asturias) a O Courel (Galicia), de La Siberia extremeña a la Sierra de Francia salmantina para hablar con apicultores que nos muestran todas las bondades de las colmenas entre árboles, y de la miel que procede de bosques bien gestionados (bueno, en puridad, hay que llamarla mielato, melaza o rocío de miel).
     “Me duermo sabiendo que, al menos, el trabajo diario que mis abejas hacen entre sus flores ayuda a Muniellos a seguir siendo ese mágico lugar capaz de emocionarme”. Es una frase extraída del libro ‘El país del abeyeiro’, de Alberto Uría, apicultor con colmenas entre Pena da Nogueira, en Lugo, e Ibias, en Asturias. Muniellos, en esta última comunidad, es el mayor bosque de roble albar de España. La producción de miel es un aprovechamiento más del bosque que contribuye a su conservación y al desarrollo de comunidades locales. Pero, cuidado, no es miel, porque en la mayoría de los casos no procede del néctar de las flores, sino de la savia exudada de los árboles. Hay más: en muchas ocasiones la savia deriva en gotas azucaradas producto del pastoreo de pulgones que llevan a cabo las hormigas. Procedamos a conocer qué es el mielato, melaza o rocío de miel, pero no miel.
     La visita al Museo de la Miel, en Fuenlabrada de los Montes (Badajoz), supuso hace años un punto de inflexión para el paladar de quien suscribe. Fue allí donde, acostumbrado al sabor y la textura de las mieles monoflorales –de romero, tomillo, brezo, etcétera– o milflores, probé por primera vez la de encina. Otra dimensión: más oscura, densa, contundente de sabor, incluso con un punto salado. Y es que, claro, no es miel, sino mielato, mielada, melada, mela, melaza, ligamaza, rocío de miel… (que de todas estas maneras se la denomina en diferentes lugares de España).
     Al contrario que la miel, que fabrican las abejas a partir del néctar que extraen de las flores de diversas plantas, el mielato lo obtienen de la savia exudada a través de hojas, ramas y frutos de robles y encinas, entre otros árboles. “Al roble y a la encina les ataca un pulgón que hace sangrar a la bellota y las hojas, y al pulgón lo transportan unas hormigas, que también se alimentan de ello”, añade Fermín Gallego, apicultor burgalés con colmenas sobre todo entre brezales de las Merindades, pero también entre zonas más boscosas.
     Entre pulgones y hormigas se establece una relación de mutualismo en la cual las segundas protegen los huevos de los primeros hasta que eclosionan, momento en el que los transportan y reparten a través de los árboles, en algo similar a un pastoreo. A partir de aquí, las hormigas se aprovechan del trabajo de los pulgones, que fabrican su alimento al extraer la savia de los árboles y convertirla en pequeñas gotas de líquido azucarado que hace las delicias también de otros insectos, como las abejas.
     Justo ahora ando apurando un tarro de miel de bosque –una denominación más a añadir a este tipo de manjar– de Abeja Burgalesa, la empresa fundada por Fermín Gallego a partir de una cooperativa centrada en la apicultura. “De los 10.000 kilos que envasamos”, afirma Gallego, “el 50% es miel de brezo, el 25% milflores y el otro 25% miel de bosque, pero siempre teniendo en cuenta que hay especies de brezo muy cerca de zonas forestales. Por ejemplo, ahora mismo, entre junio y septiembre, es la temporada en la que las abejas, además de los brezos, visitan con más frecuencia robles y encinas para aprovechar la savia que expulsan”.
     También lo cuenta Alberto Uría: “Legalmente no puede haber colmenas dentro de la reserva natural integral de Muniellos, ni ningún otro animal doméstico, pero el radio de pecoreo de la abeja es de tres kilómetros, y yo tengo un cortín con colmenas a un kilómetro y pico; y desde luego, ayudan a polinizar todo tipo de plantas dentro del bosque y su entorno. Ahora, con el calor, es buena época para que aprovechen el exudado de savia de robles y encinas y lo lleven a las colmenas”.
     Uría puntualiza que, en general, “los bosques densos no son buenos para los insectos, ya que requieren más variedad en el paisaje, con zonas abiertas. Si subes Muniellos, también hay praderas, plantas asociadas a algunos glaciares. Muchas de estas plantas necesitan sol, y en un bosque cerrado y tupido este no entra mucho y la disposición de comida es menor”. Y apunta algo más: “La apicultura entre bosques es un buen aprovechamiento de un recurso natural si se hace de forma adecuada, sin una carga de colmenas excesiva, para permitir que existan otros polinizadores”. 

Polinización de bosques y su entorno

De vuelta a Fuenlabrada de los Montes, en plena Reserva de la Biosfera de La Siberia, informan que el 90% de su población activa se dedica a la apicultura, y con alta renovación con gente joven. Esta intensa actividad suma para que Extremadura aparezca, junto a Andalucía y Castilla y León, como una de las principales productoras de miel y la primera en número de colmenas, con el 22% de todas las existentes en España, según el último indicador económico de la apicultura elaborado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).
Colmenas de la empresa familiar Miel Origen.

     En el Museo de la Miel nos recibió Álvaro Cita, joven apicultor, como le gusta presentarse, que considera que “además de favorecer la polinización entre los bosques y zonas cercanas, la apicultura facilita que los bosques estén más cuidados y limpios, incluso con menos ataques de insectos que no son beneficiosos”. Es tercera generación dentro de una actividad que es principalmente trashumante, es decir, transportan las colmenas con sus abejas persiguiendo las mejores floraciones. “La primera en enero, la buscamos en Huelva; luego vamos subiendo a Sevilla, al girasol; después a Extremadura, con la retama, y a Castilla-La Mancha, con el romero y el tomillo; para terminar en Ávila con el castaño y el roble, ya con la melaza”, explica Citas, que junto a siete miembros más de su familia se encargan de elaborar y comercializar su producción con el nombre Miel Origen.
     La gran mayoría de la melaza de Miel Origen la exportan a Francia y Alemania. Estos dos países encabezan muy por encima del resto –les siguen Italia y Portugal ya a cierta distancia– el destino de las mieles que se elaboran en España, según el mismo anuario estadístico del MAPA. Este informe, con datos todavía de 2021, cifra la producción en España en ese año en 34.065 toneladas, por encima de lo logrado en 2020 (30.513 toneladas), pero advirtiendo que “a falta de datos oficiales para la campaña de 2022, fuentes sectoriales informan sobre bajadas de producción, debido a la problemática multifactorial que afecta al sector apícola en nuestro país”. Estos factores son principalmente la sequía, las olas de calor y dos visitantes no deseados en las colmenas, un ácaro –la varroa– y una avispa asiática (Vespa velutina).
 
Cortines y alvares frente al oso

     A la polinización y mejor gestión del bosque habría que añadir otro beneficio que aporta la apicultura más apegada al territorio: la recuperación del patrimonio cultural e histórico. El ecomuseo El País del Abeyeiro, levantado por Alberto Uría en el monte que da nombre a sus mieles, Outurelos, es un ejemplo, pero también el cortín donde tiene parte de sus colmenas. Los cortines o cortinos son cercados de piedra que se construían principalmente en Asturias, León y Galicia para proteger las colmenas de los ataques del oso pardo. Algo que tiene sentido recuperar ahora, tras el crecimiento de la población y el área de distribución del plantígrado.
     En Galicia, donde el nombre que reciben estas construcciones es alvariza o abellariza, ampliaban las razones de la protección, más allá del ataque del oso, a las inclemencias del tiempo y a posibles robos. Incluso en una zona de Galicia insigne también por sus bosques maduros y cerrados, O Courel, en Lugo, se les llama alvar. “Nuestro proyecto sigue muy activo para combinar el aumento de la producción apícola con actividades de divulgación ambiental con visitas a un albar”, afirma María Lorenzo, apicultura de Seceda.
     Lorenzo habla de la continuidad de su proyecto porque hace dos años pendió de un hilo por culpa de un incendio forestal: “Después del incendio costó mucho que se recuperasen las colmenas –mucha mortandad y falta de alimento– y luego, el año pasado, la llegada de la avispa velutina tuvo un impacto en las producciones de miel muy importante; se vio muy mermada al aumentar las bajas en las colmenas”. Pero siguen, y se aferran a una frase que escojo de su perfil en Instagram y que tiene que ver con su marca de mieles, Coumel. Está en gallego, pero se entiende perfectamente: “Do Courel pódense dicir moitas cousas: natureza, biodiversidade, tradición e un longo etcétera, pero para os apicultores e amantes das abellas nunha frase é: o Courel é mel”.
Colmenas de Abeja Burgalesa.
Las abejas de Humboldt

     No salimos de frases con tono apícola en O Courel, también en gallego y fácil de entender: “O máis fermoso da apicultura é saber que a porta da colmea sempre estará aberta e, polo tanto, a liberdade sempre será delas”. En este caso viene de O Galeirón, otro proyecto similar de apicultura y recuperación patrimonial con nombre del alvar donde comenzó todo. O Galeirón y Coumel están en el mismo municipio, Folgoso do Courel, pero en distintas parroquias, Mercurín y Seceda, respectivamente. Algo de culpa tienen O Galeirón y Coumel para que, como informábamos hace casi tres años, estos bosques de O Courel recibieran de manos de FSC la primera Certificación de Servicios de los Ecosistemas de España por el impacto positivo de la gestión forestal que se hace en ellos.
     Alberto Uría me atiende con un cazamariposas en la mano: “Me pillas en un trabajo de investigación sobre polinizadores silvestres por los Ancares, muestreando abejas y mariposas, para determinar los que hay en fincas agro-ganaderas en extensivo”. Algo parecido realizó este apicultor y otros investigadores a través de la asociación Corripa y el apoyo del grupo de desarrollo rural Montes e Vales Orientais y la Diputación de Lugo para poner en valor otro recurso entre las aldeas de Pena da Nogueira y Robledo en Negueira de Muñiz (Lugo): la recuperación de un antiguo sendero circular abandonado de 4,6 kilómetros que han denominado Souto de Humboldt.
     “Mis abejas también polinizan bosques centenarios de castaños, y aquí sí elaboran miel, porque del castaño aprovechan el néctar y el polen de las flores, al igual que del espino albar, mostajo, acebo, serbal de los cazadores, cerezo silvestre o madroño”, nos recuerda Uría. Las abejas son precisamente uno de los activos de la senda Souto de Humboldt, ya que en el conteo de biodiversidad se registraron 144 especies. Vanessa Paredes, de Corripa, afirma que “el Souto de Humboldt es mucho más que una senda; es recuperación del patrimonio natural, investigación, conservación de la naturaleza y divulgación científica”. En esto de la divulgación, Alexander Von Humboldt fue un pionero. La senda que lleva su nombre es también arte, al presentar paneles con dibujos de Fernando Fueyo y David Despau.
     Polinización entre bosques, mejora de la gestión forestal, recuperación del patrimonio cultural, educación ambiental, investigación y divulgación científica, arte… Todo esto son capaces de aportar las abejas y su buen manejo. Yo seguiré aportando mi granito de arena durante este verano, buscando en Garcibuey, en plena Sierra de Francia salmantina, otro mielato, la miel de encina de productores locales. Lo haré en otra relación de mutualismo semejante a la de pulgones y hormigas: contribuyo a mantener estos aprovechamientos y el mielato me pasa algunas de sus propiedades: alto contenido en sales minerales, hierro, potasio y magnesio para afrontar anemia, estrés y la recuperación tras esfuerzos físicos y mentales.
 
Lo hemos leído aquí

 -----

10 julio 2025

 FRASES Y ÁRBOLES (11)

"Quien poda un árbol a la antigua debería ir a un dentista a la antigua"  
Alex Shigo 


Quand un arbre tombe, on l'entend
Quand la forêt pousse pas un bruit ...
(proverbe africain)
 

El que, cuando llueve, se mete debajo de hoja,  dos veces se moja...
(proverbio)

 
Flor de olivo en abril, aceite para el candil. Flor de olivo en mayo, aceite para todo el año.
(proverbio)
 
 
“El árbol que hace llorar de alegría a algunos es a los ojos de otros sólo una cosa verde que se interpone en el camino. Algunos ven a la naturaleza como todo ridículo y deformidad, y algunos apenas ven la naturaleza en absoluto. Pero a los ojos del hombre de imaginación, la naturaleza es la imaginación misma ”. 
(William Blake) 



"un campo de olivos es como una biblioteca donde uno va a olvidar la vida... o a comprenderla mejor" 
Jean Giono, escritor francés. Provenza (1895-1970)     

-----

07 julio 2025

El árbol de los zapatos
 
Juan y María miraban a su padre que cavaba en el jardín. Era un trabajo muy pesado. Después de una gran palada, se incorporó, enjugándose la frente.
     -Mira, papá ha encontrado una bota vieja -dijo María.
     -¿Qué vas a hacer con ella? -quiso saber Juan.
     -Se podría enterrar aquí mismo -sugirió el señor Martín-. Dicen que si se pone un zapato viejo debajo de un cerezo crece mucho mejor.
     María se rió. -¿Qué es lo que crecerá? ¿La bota?
     -Bueno, si crece, tendremos bota asada para comer.
     Y la enterró. Ya entrada la primavera, un viento fuerte derribó el cerezo y el señor Martín fue a recoger las ramas caídas. Vio que había una planta nueva en aquel lugar. Sin embargo, no la arrancó, porque quería ver qué era. Consultó todos sus libros de jardinería, pero no encontró nada que se le pareciera.
     -Jamás vi una planta como ésta -les dijo a Juan y a María.
     Era una planta bastante interesante, así que la dejaron crecer, a pesar de que acabó por ahogar los retoños del cerezo caído. Crecía muy bien; a la primavera siguiente, era casi un arbolito. En otoño, aparecieron unos frutos grisáceos. Eran muy raros: estaban llenos de bultos y tenían una forma muy curiosa.
     -Ese fruto me recuerda algo -dijo la señora Martín. Entonces se dio cuenta de lo que era-.    ¡Parecen botas! ¡Sí, son como unos pares de botas colgadas de los talones!
     -¡Es verdad! Parecen botas -dijo Juan asombrado, tocando el fruto.
     -¿Habéis dicho botas? -preguntó la señora Gómez, asomándose.
     -¡Sí, crecen botas!
     -Pedrito ya es grande y necesitará botas -dijo la señora Gómez-, ¿Puedo acercarme a mirarlas?
     -Claro que sí. Pase y véalas con sus propios ojos.
     La señora Gómez se acercó, con el bebé en brazos. Lo puso junto al árbol, cabeza abajo. Juan y María acercaron un par de frutos a sus pies.
     -Aún no están maduras -dijo Juan-. Vuelva mañana para ver si han crecido un poco más.
La señora Gómez volvió al día siguiente, con su bebé, pero la fruta era aún demasiado pequeña. Al final de la semana, sin embargo, comenzó a madurar, tomando un brillante color marrón.
     Un día descubrieron un par que parecía justo el número de Pedrito.
     María las bajó y la señora Gómez se las puso a su hijo. Le quedaban muy bien y Pedrito comenzó a caminar por el jardín.
      Juan y María se lo contaron a sus padres, y el señor Martín decidió que todos los que necesitaran botas para sus hijos podían venir a recogerlas del árbol.
     Pronto todo el pueblo se enteró del asombroso árbol de los zapatos y muchas mujeres vinieron al jardín, con sus niños pequeños. Algunas alzaban a los bebés para poder calzarles los zapatos y ver si les iban bien. Otras los levantaban cabeza abajo para medir la fruta con sus pies. Juan y María recogieron las que sobraban y las colocaron sobre el césped, ordenándolas por pares. Las madres que habían llegado tarde se sentaron con sus niños. Juan y María iban de aquí para allá, probando las botas, hasta que todos los niños tuvieron las suyas. Al final del día, el árbol estaba pelado.
     Una de las madres, la señora Blanco, llevó a sus trillizos y consiguió zapatos para los tres. Al llegar a casa, se los mostró a su marido y le dijo:
     -Los traje gratis, del árbol del señor Martín. Mira, la cáscara es dura como el cuero, pero por dentro son muy suaves. ¿No es estupendo?
     El señor Blanco contempló detenidamente los pies de sus hijos.
     -Quítales los zapatos -dijo, al fin-. Tengo una idea y la pondré en práctica en cuanto pueda.
     Al año siguiente, el árbol produjo frutos más grandes; pero como a los niños también les habían crecido los pies, todos encontraron zapatos de su número.
     Así, año tras año, la fruta en forma de zapato crecía lo mismo que los pies de los niños.
Un buen día apareció un gran cartel en casa del señor Blanco, que  ponía, con grandes letras marrones: CALZADOS BLANCO, S.A.
     -Andaba el señor Blanco con mucho misterio plantando cosas en su huerto -dijo el señor Martín a su familia-. Por fin lo entiendo. Plantó todos los zapatos que les dimos a sus hijos durante estos años y ahora tiene muchos árboles, el muy zorro.
     -Dicen que se hará rico con ellos -exclamó la señora Martín con amargura.
     En verdad, parecía que el señor Blanco se iba a hacer muy rico. Ese otoño contrató a tres mujeres para que le recolectaran los zapatos de los árboles y los clasificaran por números. Luego envolvían los zapatos en papel de seda y los guardaban en cajas para enviarlos a la ciudad, donde los venderían a buen precio.
     Al mirar por la ventana, el señor Martín vio al señor Blanco que pasaba en un coche elegantísimo.
     -Nunca pensé en ganar dinero con mi árbol -le comentó a su mujer.
     -No sirves para los negocios, querido -dijo la señora Martín, cariñosamente- De todos modos, me alegro de que todos los niños del pueblo puedan tener zapatos gratis.
     Un día, Juan y María paseaban por el campo, junto al huerto del señor Blanco. Éste había construido un muro muy alto para que no entrara la gente. Sin embargo, de pronto asomó por encima del muro la cabeza de un niño. Era Pepe, un amigo de Juan y María. Con gran esfuerzo había escalado el muro.
     -Hola, Pepe -dijo Juan-, ¿Qué hacías en el jardín del señor Blanco?
     El niño, que saltó ante ellos, sonrió.
     -Ya veréis... -dijo, recogiendo frutos de zapato hasta que tuvo los brazos llenos-. Son del huerto. Los arrojé por encima del muro. Se los llevaré a mi abuelita, que me va a hacer otro pastel de zapato.
     -¿Un pastel?-preguntó María-. No se me había ocurrido. ¿Y está bueno?
     -Verás..., la cáscara es un poco dura. Pero si cocinas lo de dentro, con mucho azúcar, está muy rico. Mi abuelita hace unos pasteles estupendos con los zapatos. Ven a probarlos, si quieres.
      Juan y María ayudaron a Pepe a llevar los frutos a su abuela, y todos comieron un trozo de pastel. Era dulce y muy rico, tenía un sabor más fuerte que las manzanas y muy raro. A Juan y a María les gustó muchísimo. Al llegar a casa, recogieron algunas frutas que quedaban en el árbol de los zapatos.
     -Las pondremos en el horno -dijo María-. E1 año pasado aprendí a hacer manzanas asadas.
     María y Juan asaron los zapatos, rellenándolos con pasas de uva. Cuando sus padres volvieron de trabajar, se los sirvieron, con nata. Al señor y a la señora Martín les gustaron tanto como a los niños. Al terminar, el señor Martín dijo riendo:
     -¡Vaya! Tengo una idea magnífica y la pondré en práctica.
     Al día siguiente, fue al pueblo en su viejo coche, con el maletero lleno de cajas de frutos de zapato. Se detuvo en la feria y habló con un vendedor. Entonces comenzó a descargar el coche. El vendedor escribió algo en un gran cartel y lo colgó en su puesto. Pronto se juntó una muchedumbre.
     -¡Mirad!
     -Frutos de zapato a 5 monedas el kilo.
     -Yo pagué 500 monedas por un par para mi hijo -dijo una mujer. Alzó a su niño y les enseñó las frutas que llevaba puestas-. Mirad, por éstas pagué 500 monedas en la zapatería. ¡Y aquí las venden a 5!
     -¡Sólo cinco monedas! -gritaba el vendedor-. Hay que pelarlos y comer la pulpa, que es deliciosa. ¡Son muy buenos para hacer pasteles!
     -Nunca más volveré a comprarlos en la zapatería -dijo otra mujer.
     Al final del día, el vendedor se sentía muy contento. El señor Martín le había regalado los frutos y ahora tenía la cartera llena de dinero.
     A la mañana siguiente, el señor Martín volvió al pueblo y leyó en los carteles de las zapaterías: "Zapatos Naturales Blanco - crecen como sus niños". Y debajo habían puesto unos carteles nuevos que decían: "Grandes rebajas! ¡5 monedas el par!"
     Después de esto, todo el mundo se puso contento: los niños del pueblo seguían consiguiendo zapatos gratis del árbol de la familia Martín, y a la gente de la ciudad no les importaba pagar 5 monedas por un par en la zapatería. Y todos los que querían podían comer la fruta. El único que no estaba contento era el señor Blanco; aún vendía algunos zapatos, pero ganaba menos dinero que antes.
     El señor Martín le preguntó a su mujer:
     -¿Crees que estuve mal con el señor Blanco?
     -Me parece que no. Después de todo, la fruta es para comerla ¿verdad?
     -Y además -añadió María- ¿no fue lo que dijiste al enterrar aquella bota vieja? ¿Te acuerdas? Nos prometiste que cenaríamos botas asadas.
---FIN---
Información: www.soncuentosinfantiles.com

04 julio 2025

El mayor anacardo del mundo, del narrador de historias

TOMÁS CASAL PITA
El mayor "cajueiro" del mundo
 
Quienes consuman en alguna ocasión anacardos conocerán este fruto, procedente del árbol del mismo nombre (Anacardium occidentale), pero también llamado cajú, nuez de la India, anacardo, merey, marañón, cajuil, caguil, pepa, y algunos nombres más, que es originario de Centroamérica, nordeste de Brasil y sur de Venezuela. Menos personas sabrán que el fruto es doble: un pseudofruto formado por la estructura carnosa del pedúnculo, que se consume en fresco como fruta y la semilla que, cruda o tostada, llega a todo el mundo como fruto seco. 
     Mi intención ahora era hablar del mayor anacardo (cajueiro) del mundo que crece en la playa de Piranji, cerca de la ciudad de Natal -estado de Río Grande del Norte- en el extremo este de Brasil. Según los vecinos más antiguos de la zona, el árbol fue plantado en 1888 por Sylvio Pedrosa, ex prefecto de Natal y propietario del terreno en esa fecha. Aunque el terreno era suyo, sin duda, otras voces apuntan a que la plantación fue obra de un pescador local. 
     Sea quien fuere el plantador, el caso es que desde entonces no ha parado de crecer de modo continuo y en la actualidad cubre un área de entre 7.300 y 8.400 m2, equivalente a lo que ocuparía una plantación de 70 anacardos normales o dos campos de futbol. ¿A qué se debe esto? Según los estudios científicos, el árbol presenta dos anomalías genéticas debido a las cuales sus ramas no crecen en vertical, si no en horizontal, por su propio peso acaban tocando suelo y enraizando formando nuevos troncos. El tronco original, ya casi indistinguible en este laberinto de troncos, poseía originalmente cinco ramas, de las cuales cuatro sufrían esa alteración.
     Convertido en atracción turística de la zona, desde el año 1994 figura registrado en el “Libro Guiness de los Records”. Hay una serie de pasarelas por el interior, preparadas para visitarlo (previo pago, eso sí) y la parte exterior está urbanizada, con lo que posiblemente se detenga su crecimiento, también se ha levantado una torre para hacer un mirador panorámico. Aparte de esto, el anacardo está rodeado por una superficie igual o mayor de tierra dedicada a tiendas de suvenires de todo tipo con temática de anacardos, incluida cachaça (alcohol brasileño a base de caña de azúcar) con sabor a anacardo. De septiembre a diciembre también se pueden saborear sus frutas, que continúa produciendo. En 2010, se recogió la mayor cosecha en época reciente: una tonelada de frutos.







                                               -----

01 julio 2025

RAFAEL MORALES CASAS (Toledo, 1919-2005)
La acacia cautiva

Cercada por ladrillos y cemento,
por asfalto, carteles y oficinas,
entre discos de luz, entre bocinas
una acacia cautiva busca un viento.

Busca un campo tranquilo, el soñoliento
río sonoro que en sus aguas finas
lleva luces que fluyen diamantinas
en sosegado y suave movimiento.

Busca el salto del pez, el raudo brillo
de su escama fugaz y repentina,
con rápida sorpresa de cuchillo.

Busca la presurosa golondrina,
no la brutal tristeza del ladrillo
que finge roja sangre en cada esquina.

-----